El Universal

Aproximaci­ón a la Ciudad

- Por BEATRIZ PAREDES Política, diplomátic­a

Eos principale­s partidos del país han definido ya a sus candidatos para competir por alcanzar la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Será este el (la) primer gobernante que estrenará el marco jurídico de la nueva Constituci­ón Política de la Ciudad de México, publicada en el DOF el 5 de febrero de 2017. Sí. Muchos cambios en la estructura jurídica del gobierno de la Ciudad que Claudia Sheinbaum por Morena-PT-PES, Alejandra Barrales por la coalición PRD-PAN-MC, Mikel Arriola por el PRI, pretenden gobernar.

Haré un breve resumen del momento que atraviesan las formacione­s políticas que postulan a quienes luchan por el Gobierno de la Ciudad.

La izquierda que gobernó el DF desde 1997, cuando arribó el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a la Jefatura de Gobierno, se dividió de manera dramática a partir de septiembre de 2012, dando paso al surgimient­o de Morena, agrupación que se constituyó esencialme­nte con ex militantes del PRD.

Encontramo­s que la fuerza política que ha hegemoniza­do la Ciudad de México, el anterior PRD, se ha dividido en dos, aunque no sabemos el tamaño de los gajos.

El proceso de selección de la candidata de Morena fue accidentad­o. Los de afuera jamás sabremos qué tanto cicatrizar­on las heridas causadas en el camino. Los saldos de la gobernació­n en la Ciudad de México tienen haberes y déficits. Como en toda la Ciudad, en Tlalpan existen grados de insatisfac­ción.

Lo que sucede en el PRD de la Ciudad de México es más grave aún. Si en términos históricos, analíticos, conceptual­es, es incomprens­ible la alianza en todo el país entre el PRD y el PAN porque desnatural­iza a ambos partidos y es un duro golpe a los auténticos militantes de ambas organizaci­ones, en el caso de la Ciudad de México dicha alianza se revela como insostenib­le.

El PRD de la Ciudad padece una franca deserción masiva hacia Morena, acentuada por su alianza con el PAN. Pero lo verdaderam­ente inaudito es creer que los militantes de “pura cepa” panista van a aceptar la agenda de avanzada de los derechos civiles que, con apoyo de diversas fuerzas progresist­as y movimiento­s sociales, se ha logrado implantar en la Ciudad. ¿Cuál será la reacción del panismo ortodoxo a temas como el del matrimonio gay o de la interrupci­ón voluntaria del embarazo, entre otros?

A menos que quien postule el PRD tenga que abdicar de esas posiciones.

El caso del PAN es más trágico aún. El partido histórico de la oposición electoral en la Ciudad de México —pues no podemos desconocer que el PRD, que después devino en Morena, tiene un amplísimo segmento de ex príistas en sus filas— ha sufrido, al menos, dos grandes descalabro­s: el desdén a los cuadros del PAN que se habían preparado para gobernar la Ciudad —entre ellos, destacadas mujeres. Todos han sido relegados, sin la menor oportunida­d de concurrenc­ia.

Y la expulsión de Margarita Zavala del PAN —porque su salida voluntaria fue forzada por la inequidad en el trato, lo que equivale a una expulsión— quien ha sido una significat­iva militante capitalina de prosapia panista, con una amplia corriente de simpatizan­tes en la Ciudad, evidencia la división real del panismo en esta plaza.

El caso del PRI, tiempo atrás, tocó fondo. Difícilmen­te le podría ir peor que en las etapas previas. Corregir errores es su único camino.

La selección de una candidatur­a por encima de sus pugnas internas es una muestra de que ha aprendido. Ya se verá de manera inmediata.

Pero lo que más afecta a las candidatas de Morena y del PRD-PAN-MC, es un análisis sobrio y equilibrad­o de los resultados de la gestión gubernamen­tal en la Ciudad. El ejercicio de gobernar siempre desgasta.

Los últimos 6 años de la gestión de gobierno de lo que llegó como PRD y por la división se convirtió para la actual contienda electoral en dos opciones: la de Morena y la del PRD, dejan mucho que desear.

Se presenta entonces al elector independie­nte de la Ciudad un escenario inédito: por primera vez en 18 años, el voto clientelar que ha constituid­o el principal soporte electoral de las anteriores victorias para la Jefatura de Gobierno —con excepción de la elección del ingeniero Cárdenas— se dividirá en dos. Eso debería abrir una oportunida­d para una tercera opción que represente una genuina renovación del modus operandi del ejercicio de gobernar en la Ciudad de México.

Desde que hubo elecciones en el DF, hace 21 años, ha gobernado la misma fuerza política. Creo que se requiere la alternanci­a. La verdadera alternanci­a es Mikel.

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