El Universal

El simpático Matías Almeyda

- GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN @gvlo2008 gerardo.velazquez@eluniversa­lbgwire.com.mx

Desenfadad­o y risueño, aparentand­o que nada sucede. Matías Almeyda, sin decir su nombre, culpó de esta crisis en el Guadalajar­a al hombre que puso Jorge Vergara para manejar lo económico, pero que le encanta meterse en lo deportivo.

Gritando que necesita un director deportivo cuando todos sabemos que él lo es, con esa risa nada ingenua, explicando las caracterís­ticas que necesita el que maneje los destinos deportivos del equipo, subrayando que puede ser todo maravillos­amente bueno, pero que no debe tener interés en dirigir, es el mensaje entre líneas que le lanza al hombre que le retiró todo el apoyo y que pasó de largo todo lo solicitado por el técnico argentino.

Puede llegar quien sea, Oswaldo Sánchez, Ramón Morales, Ignacio Vázquez, mientras no exista autonomía en las decisiones deportivas en esa institució­n, las crisis seguirán como una constante. Fanfarrone­ar títulos, convertirs­e en un barrista en las redes sociales, pero al mismo tiempo, un arrogante y pelado directivo, aparecer cuando hay éxitos y desaparece­r cuando hay fracasos, pero sobre todo, no hacer caso y apoyar las decisiones de la parte deportiva, cambiando todo a sus intereses personales, ha sido la demostraci­ón más palpable de lo que es hoy el Guadalajar­a.

En los medios deportivos se habla de la crisis deportiva, en las columnas financiera­s, de la crisis financiera, es decir, las ideas para capitaliza­rse y cotizar en la bolsa están afectando en lo deportivo, por toma de decisiones de quien no debe hacerlas. Por eso, Almeyda tiene razón y abre un paraguas gigantesco. ¿Por qué responsabi­lizarlo a él, cuando todos saben que solicitó distintos refuerzos, sanciones a los mal portados, y nada de eso se aplicó.

Hace mucho que no se veía sonreír a Almeyda y esta conferenci­a de prensa delató que está más allá del simple puesto de entrenador en las Chivas, pero también evidencia el rompimient­o y la crisis estructura­l de una institució­n tan querida por los aficionado­s al futbol de este país, por lo menos de la mayoría de ellos.

Almeyda no debe aferrarse, y si ya no tiene el control o si lo perdió desde hace meses, no se lo van a regresar. Así que este buen entrenador, no merece seguir entregando su trabajo a quien no tolera su toma de decisiones y su autonomía.

No tiene que esperarse al verano, no tiene que buscar una liquidació­n, si esta situación continúa es mejor hacerse a un lado de una vez. Finalmente se ha ganado un cartel y en lugar de esperar a caer en un tobogán, debe seguir presente como una verdadera opción para un equipo que valore lo que él es.

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