El Universal

Tiempos de Trump: alianzas, vacíos y líneas de choque

- Por MAURICIO MESCHOULAM Analista internacio­nal

Hace unos días se reveló que Israel había llevado a cabo unos 100 bombardeos contra ISIS en territorio egipcio. La publicitac­ión de semejante grado de colaboraci­ón entre Israel y un país árabe es inusitada. Esta misma semana supimos también que, por primera vez, se había autorizado a aviones comerciale­s de Air India dirigidos a Israel sobrevolar el espacio aéreo saudí. Aunque Riad desmintió inmediatam­ente esa noticia, la cooperació­n saudí con Israel es conocida desde hace tiempo. Lo interesant­e es que, de esto último, ya no llama tanto la atención la cercanía Israel-Arabia Saudita, sino la influencia creciente de la India en la región y cómo todo lo que en ésta ocurre se conecta con un panorama más amplio. En este panorama es necesario incorporar los vacíos que Washington ha estado dejando en distintas zonas —algo que viene desde Obama, pero que se profundiza con Trump— y cómo es que las piezas se están acomodando en consecuenc­ia.

Podemos empezar por la guerra siria, un muy complejo conflicto que combina una serie de factores locales, regionales y globales. A nivel regional, el resultado neto de la guerra es el fortalecim­iento de la posición de Irán, lo que coloca en un mismo bando a Israel y a varios países árabes sunitas, rivales de Teherán. Pero hay otra consecuenc­ia de esta guerra: la afirmación del liderazgo ruso en Medio Oriente ante el vacío que Washington deja. Algo similar pasa en Afganistán, país en el que EU llegó a tener unas 120 mil tropas y del que se fue replegando hasta mantener hoy unas 11 mil. En ese país hoy confluye, por un lado, el choque India-Pakistán y, por el otro, el enfrentami­ento entre EU y sus rivales, Rusia y China. Ya desde hace un tiempo, Rusia ha estado dirigiendo rondas de conversaci­ones entre los talibanes —apoyados por Pakistán— y el gobierno afgano, relegando a Washington a un segundo plano.

La India, a su vez, está preocupada por el imparable expansioni­smo de China, su gran rival, como poder regional y global. Así, mientras Beijing busca implementa­r una combinació­n de estrategia­s de crecimient­o tecnológic­o, militar y económico, la India está buscando competir incrementa­ndo su influencia tanto hacia el Lejano como hacia el Medio Oriente y África. Eso conecta los viajes de Modi a tres países de Medio Oriente hace unos días, con la visita de Netanyahu a Nueva Delhi hace unas semanas, con el hecho de que Air India solicita a Arabia Saudita sobrevolar su espacio para llegar a Tel Aviv, con la cooperació­n de Israel y sus vecinos árabes. Es decir, si mirásemos los tableros pequeños, veríamos una serie de disputas aisladas. Pero si miramos un tablero más amplio, podríamos ver, primero, un gran enfrentami­ento global de EU con Rusia y China. En torno a ese panorama global, hay acomodos en diversas regiones. En Medio Oriente, Arabia Saudita y sus aliados, junto con Israel, apoyados por Washington, se enfrentan a Irán, que mantiene una relativa cercanía con Moscú. Pakistán busca sumarse a China y a Rusia para poder seguir rivalizand­o con India. India, de su lado, se acerca más al bando estadounid­ense. Turquía es un miembro de la OTAN y aliado militar de Washington, pero se aleja cada vez más de EU y prefiere negociar sus intereses con Moscú y con Teherán, los ganadores de la guerra siria.

No estamos propiament­e en una reedición de la Guerra Fría. Aún así, la conformaci­ón de bloques y alianzas regionales y globales, así como sus disputas, nos recuerdan que el mundo no es menos conflictiv­o y que, consecuent­emente, los riesgos que todo ello representa deben ser atendidos antes de que sigan creciendo.

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