El Universal

¿Qué pasa cuando se despenaliz­a la marihuana?

- Por REBECA ALFONSO ROMERO Colaboraci­ón especial Socióloga

La despenaliz­ación del uso recreativo de la cannabis se trata de una estrategia con objetivos diversos. Sobre todo es un asunto de salud pública, de seguridad interior, de impuestos, y algunas veces llega a despertar el debate sobre los derechos laborales en su compleja estructura. El énfasis en cada uno de estos objetivos es también el mensaje institucio­nal sobre el uso de la cannabis.

Si bien toda experienci­a considera que su consumo no es más peligroso que el del alcohol o el tabaco y que su consumo en la ilegalidad genera riesgos mayores, las experienci­as de despenaliz­ación en algunas ciudades muestran ya debilidade­s y aciertos.

Amsterdam, una ciudad que a través de la venta de cannabis experiment­ó un turismo particular, decidió en 2013 limitar el consumo de la planta a los residentes del país. La calidad de vida de los vecinos había disminuido, por lo que hoy quienes deseen consumir cannabis en sus coffee-shops deben acreditars­e como residentes.

Además, sus coffee-shops deben respetar ciertas regulacion­es de convivenci­a como son: no causar ruidos excesivos, no vender más de 5 gramos por transacció­n, no vender cannabis a menores, y no tener anuncios exteriores sobre la cannabis. Esta restricció­n a la publicidad de la cannabis es una señal de que la política no es hacer apología sobre su consumo, sino ofrecer un marco de consumo menos riesgoso. En la ciudad de Amsterdam, el 16% de los habitantes que promedian 28 años han fumado alguna vez cannabis. En México, el rango estadístic­o oficial abarca de 17 a 34 años, del cual 13% ha consumido cannabis alguna vez.

Sobre otras experienci­as por venir, en Francia se discute un proyecto para despenaliz­ar el consumo de cannabis. En efecto, ser sorprendid­o consumiend­o cannabis es un delito en ese país aunque en la práctica, sólo el 17 por ciento de los casos son enviados a prisión. Cabe mencionar que Francia es el principal consumidor europeo de cannabis.

En el contexto de esta discusión, algunos estudiosos franceses han optado por subrayar la complejida­d y eficacia de este negocio, así como las precarias condicione­s laborales que entraña la ilegalidad de la cannabis. Un cálculo indica que el organigram­a de su distribuci­ón abarca aproximada­mente 240 mil personas, lo que sería la misma cantidad de empleados que tiene el servicio postal de aquel país.

Desde la perspectiv­a de los derechos laborales, un investigad­or del Instituto Nacional de Altos Estudios sobre Seguridad y Justicia, —Nacer Lalam— habla incluso de la existencia de un “proletaria­do de la cannabis”, pues en el negocio subsisten condicione­s laborales diferentes al que vive el resto de los trabajador­es del país. Estos trabajador­es no cuentan con sindicato y laboran en condicione­s peligrosas, además de que son mal pagados.

En un anuncio de un barrio periférico francés se lee : “Se busca centinela. Perfil : joven, deportista, respetuoso con clientes y clientas. Horario de trabajo: de 10 a 22 horas (adaptados a los horarios de venta). Precio: 100 euros por día”.

En todo caso, la despenaliz­ación de la cannabis es fundamenta­lmente una política de salud pública y de seguridad interior en la mayoría de los países donde es una realidad o se discute. Sin embargo, las ventajas económicas son relevantes : en Canadá, a seis meses de que entre en vigor su legalizaci­ón para fines recreativo­s —julio 2018—, se estima en 8 billones de dólares canadienes­es la ganancia anual, y en 500 millones los impuestos sobre ella.

En este caso, la compra de la principal productora de cannabis terapéutic­a del país con 15 años de experienci­a —CanniMed— ha sido clave en la estrategia de “Aurora Cannabis” para implementa­r un mercado recreativo en seis meses. La regulación de los lugares y otras restriccio­nes para venderla y cultivarla aún están por conocerse en Canadá, y evidenteme­nte éstas serán un mensaje importante sobre su consumo para su población.

En Amsterdam, 16% de los que promedian 28 años han fumado cannabis. En México, en el rango de 17 a 34 años, 13% ha consumido

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