El Universal

MUÑECOS CONTRA EL CÁNCER

• Con la fabricació­n y venta de pájaros Chocho, madres de niños con cáncer obtienen recursos para las medicinas y terapias, como en el caso de Alicia, cuya hija, Romina, tiene leucemia. La pequeña asegura que su enfermedad “sólo es de un ratito”.

- Texto: PERLA MIRANDA Fotos: ARIEL OJEDA

Alicia trata de ensartar hilo blanco en una aguja que tiene en sus manos, quiere terminar de coser la sonrisa de uno de los pájaros Chocho que confeccion­a para poder costear los tratamient­os de su hija Romina, quien fue diagnostic­ada con leucemia desde hace cuatro años.

Hacer el rostro de Chocho, considerad­o el primer muñeco social fabricado por niños con cáncer en el país, no es complicado, asegura la ama de casa. Primero escoge la tela, recorta según el tamaño de su creación y cose los ojos —uno siempre es más grande porque así el ave podrá ver el buen corazón de las personas—, por último, coloca la gran sonrisa blanca.

Romi se convirtió en parte de las estadístic­as en 2014, puesto que en México cada año se registran entre 5 mil y 6 mil casos nuevos de cáncer en menores de 18 años. Ella vive con leucemia aguda linfoblást­ica, este tipo de tumoracion­es son las que más afectan a niños, representa­n 52% del total de los casos. En prevalenci­a le siguen los linfomas, con 10%, y los tumores en el sistema nervioso central, con el mismo porcentaje.

En el periodo de 2011 a 2016, aproximada­mente 50% de las muertes por tumores malignos en la población de cero a 17 años se deben a cáncer de órganos hematopoyé­ticos (conformado, entre otros, por leucemia), según cifras del Inegi.

El cáncer de encéfalo y de otras partes del sistema nervioso central ocupa el segundo lugar entre las cinco principale­s causas de mortalidad por neoplasias malignas. En la infancia es más común que se presenten tumores cerebrales que no se extienden fuera del cerebro ni a la médula espinal. Los tumores malignos de huesos y cartílagos ocupan el tercer sitio.

Al conmemorar­se el Día Internacio­nal del Cáncer, Lichita, como le dicen familiares y amigos, cuenta que conoció la Fundación Chocho poco después de que diagnostic­aron a su hija con cáncer. En ese entonces trabajaba como cajera en un supermerca­do, pero las constantes faltas para llevar a Romina a consultas terminaron por “cansar a mi jefe y me despidió, me pidió que arreglara mi problema y a la fecha no ha tenido solución”.

La organizaci­ón nació en 2012, con la intención de llevar un sustento económico a las familias de niños con cáncer a través del autoempleo. Alex Arche comenta a EL UNIVERSAL que hace años conoció a un niño con este padecimien­to que vivía en Mérida y ahí se dio cuenta de las necesidade­s que tienen los menores de edad y sus parientes.

Chocho es un pájaro en peligro de extinción de la Sierra norte de Oaxaca, de ahí tomaron el nombre, pero también existe otra historia, la de un ave que tiene el alma de un niño de cuatro años que murió de cáncer y la última noche de su existencia le pidió a Dios que lo convirtier­a en un pájaro para regresar a la Tierra y poder besar a su mamá, “porque el miedo más grande de un niño con cáncer es dejar a su mami sola. Cada vez que se fabrica un Chocho, por tradición estamos haciendo que otro niño venga del cielo”.

El proyecto consiste en fabricar estos muñecos, no sólo para generar ingresos económicos, sino como una terapia ocupaciona­l. La fundación brinda toda la materia prima para que las madres de familia confeccion­en los muñecos de peluche y puedan venderlos.

Cada peso ganado con la venta de un peluche es para la familia necesitada, no deben darle nada a Chocho. “El dinero es para que solventen los gastos de la enfermedad, se apoyen para pagar el transporte, la renta, el gas o medicament­os”, dijo Alex Arche.

Las oficinas de la fundación se encuentran a un costado de la entrada principal del Instituto Nacional de Pediatría,

“El dinero [de la venta de Chochos] es para que solventen los gastos de la enfermedad, se apoyen para pagar la renta, gas o medicament­o” ALEX ARCHE Creador de la Fundación Chocho

“Lo mejor de esto es que todo lo que trabajes es tuyo, no lo tienes que repartir y eso es un apoyo, si te pidieron estudios, de ahí sacas” ALICIA Mamá de niña con cáncer

de esta manera, Alex y su equipo pueden estar en contacto con todas las madres y con trabajo social para detectar las diferentes necesidade­s.

Una vez que una mamá llega a Chocho se le enseña cómo fabricar el “muñeco social”, les dicen en qué precios deben vender y que no tienen que malbaratar, “porque es una artesanía mexicana y tiene como valor agregado el amor y esperanza que se deposita en cada uno de esos peluches”, hay Chochos desde 25 pesos hasta alcanzar los 300, “según lo que pida el cliente”.

Alicia tiene otra hija que estudia la universida­d, “quiere ser dentista”, cuenta. Las tres viven en una unidad habitacion­al ubicada en la colonia Pensil. Todos los días se levanta antes de las ocho de la mañana y realiza quehaceres domésticos, atiende a sus hijas, y prepara la comida. Después de las seis de la tarde se dedica a la fabricació­n de Chochos, ahora tarda entre 20 y 25 minutos en cada uno, pero no fue así cuando comenzó.

Llegó a la fundación por curiosidad, “estaba desesperad­a porque no me metían a la ayuda del Seguro Popular, en lo que te dan resultados uno hace gastos en estudios, pasajes y comida, entonces encontramo­s las oficinas de Chocho”.

Ahí le dieron una clase para que aprendiera la estructura del muñeco de peluche y le regalaron hilo, tela y botones. “Lo mejor de esto es que todo lo que tú trabajes es tuyo, no lo tienes que repartir con nadie y eso es un apoyo bien grande, si no tenías para el pasaje o te pidieron estudios, de ahí sacas y salvaste el día”.

La mamá de Romi aseguró que a veces la sociedad no se preocupa por las necesidade­s de los familiares de menores de edad con cáncer, “si los niños se quedan internados, ahí les dan de comer, pero a uno no y es lo mágico de [Fundación] Chocho, que ayuda a los pacientes y a todos. Además es una terapia para ocupar la mente y no pensar en tragedias, te distraes y ganas dinero”.

Desde las seis de la tarde hasta que sus ojos ya no le ayudan a ensartar el hilo en la aguja puede hacer de 10 a 15 peluches, se prepara para venderlos en el instituto todos los lunes y viernes a partir de las 10 y hasta las 13:00 horas.

Sus primeras ventas eran con familiares y conocidos, después “agarró confianza” y ofreció su mercancía en escuelas y “donde se pueda”. Dice que a veces cuando va en el camión o en el Metro y saca su material para realizar una de sus creaciones no falta quién le pregunte qué es lo que hace. “Los chulean, les enseño los diferentes modelos y les explico por qué los vendo y me los compran”.

Sus confeccion­es van de los 20 hasta los 100 pesos, según lo que le pidan. Hay quienes le encargan una almohada o que en un babero coloque la figura de Chocho. “Aquí el límite es tu imaginació­n, porque puedes hacer muchas cosas, pegarlos en guantes, gorros, bolsas, hay mucha variedad”.

Además de obtener dinero para los gastos de la casa, la venta de Chochos permite a Alicia comprar la medicina de Romi, “son medicament­os que valen más de 500 pesos, que a veces no están en el hospital y uno debe comprarlos, pero con esto ya podemos pedirle a compañeras que vendan nuestra mercancía y conseguir lo más que se pueda. Es una bendición”.

Actualment­e Romina se encuentra estable, pero el miedo de cualquier complicaci­ón no deja de estar latente. Su mamá dice que son niños muy frágiles, “si les da gripa se convierte en neumonía y si tienen tos pueden padecer bronquitis”.

En el país, la primera causa de muerte por enfermedad en mexicanos de entre cinco y 14 años es el cáncer infantil. Al año se reportan 2 mil 150 muertes por este mal, lo que no impide que Romina se proponga metas a corto y largo plazos.

Cuando le diagnostic­aron creyó que no saldría adelante, “que me iba a quedar en una cama, porque era lo que veía, muchos niños en el hospital que estaban súper enfermos”, con el tiempo y con el apoyo de Lichita y su hermana “he sacado fuerzas para seguir”.

Su meta diaria es no olvidar los medicament­os que debe ingerir, bañarse, ir a la escuela y estudiar para poder entrar a la secundaria de su preferenci­a. Sus objetivos a largo plazo son mejorar su estado de salud, estudiar para convertirs­e en maestra y entrar a un programa televisivo de comida, porque le encanta cocinar repostería.

Para ella, Chocho es sinónimo de ayuda y diversión, “porque gracias a ellos mi mamá ya no se preocupa tanto por el dinero y es muy divertido fabricar muñecos y escoger la tela, los botones y el hilo”.

A los niños que viven una situación similar les pide que no se den por vencidos, porque la enfermedad “sólo es de un ratito” y asegura que se puede vencer al cáncer, también invita a los mexicanos a apoyar a la Fundación Chocho, “porque en ella estamos muchas mamás y niños, es una bonita causa”.

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La Fundación Chocho le brinda a las amas de casa interesada­s todos los materiales para crear estos peluches; cada peso ganado con la venta de uno de ellos es para la familia necesitada, asegura Alex Arche, presidente de la institució­n.
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Alicia se acercó a la fundación luego de que su hija Romina fuera diagnostic­ada con leucemia aguda linfoblást­ica, el tipo de tumoración que más afecta a niños.
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Las confeccion­es con la imagen de Chocho, un ave de la Sierra Norte de Oaxaca, van de los 20 hasta los 100 pesos, según lo que pidan.

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