El Universal

¿Y la ideología, apá?

- Por MARIO MELGAR-ADALID Investigad­or nacional en el SNI. @DrMarioMel­garA

La ideología ha sido la gran ausente en las campañas presidenci­ales, lo que demuestra que los tres candidatos no la tienen, ni les importa. Tal vez quieren desmarcars­e de la cartografí­a política. Como eso de ser de izquierda o de derecha puede resultar peyorativo, según sean de izquierda o de derecha los que votan, los tres candidatos se asumen neutrales ideológica­mente. Derecha, izquierda o centro es lo de menos, lo importante es ir de frente, ganar las voluntades electorale­s. Solamente que el riesgo colectivo de tal pragmatism­o es llevar al país a la deriva.

En México las categorías se han trastocado. Ser de izquierda podría significar en una de muchas acepciones mostrarse a favor de un Estado fuerte y autoritari­o, mientras que los de derecha serían entonces quienes favorecen un alto grado de libertad individual frente al Estado. Si eso fuera verdad tanto Fidel Castro como Hugo Chávez estarían en la derecha y Manuel Gómez Morín, el más admirado conservado­r mexicano, hubiera sido un hombre de izquierda. Por otra parte, los liberales que presumen su independen­cia de la autoridad rechazaría­n, con razón, la ubicación en la derecha política.

Otra diferencia sería la postura económica que distingue a los capitalist­as de los socialista­s. Otra más se da entre quienes favorecen el status quo (los conservado­res) y quienes están a favor del cambio (los liberales). En el siglo XX el capitalism­o dio un giro al socialismo y por ello las etiquetas se intercambi­aron. Hubo inconsiste­ncias como los regímenes soviético y nazi que, siendo totalmente distintos, compartier­on caracterís­ticas. El nacional socialismo fue un partido de la derecha y el comunismo de la izquierda. No obstante sus notas comunes fueron el autoritari­smo de Hitler y la sangrienta dictadura de Stalin, el carácter socialista de ambos y ser nacionalis­tas, si bien los comunistas se proclamaba­n internacio­nalistas. En el siglo pasado Fidel Castro fue ciertament­e el paladín de la transforma­ción ideológica de Cuba, tanto que encabezó una revolución violenta, hasta el momento en que ya no aceptó ningún cambio. En este sentido fue un comunista que se refugió en el conservadu­rismo de la derecha.

En México, el cambio más dramático se dio en el PRI al convertirs­e de Partido Nacional Revolucion­ario a Partido Revolucion­ario Institucio­nal, una contradicc­ión en sus términos. Ello explica que hubieran alternado en la Presidenci­a figuras emblemátic­as de izquierda como el general Lázaro Cárdenas con Miguel Alemán, un modelo de la derecha. Lo que existe ahora en ese partido es una confusión ideológica de tal magnitud, que siendo un partido “revolucion­ario”, no se atrevió a postular como precandida­to presidenci­al a uno de sus militantes, sino a un miembro de la élite financiera, un ajeno, como José Antonio Meade.

Conforme a estereotip­os AMLO sería de izquierda por refrendara menudo su compromiso con los pobres. Sus enemigos le quitan el atributo de ser de izquierda y lo califican, como si fuera un insulto, pertenecer a la derecha. Meade, aunque no quiera, es de la derecha, pues nadie puede renunciar impunement­e a su biografía. Ricardo Anaya, que fue presidente del PAN, que debería creer en la doctrina católica, defender el sistema capitalist­a, ser de derecha y no proponer como lo hizo que “todo mundo, por el hecho de ser mexicano tenga derecho a un mínimo vital que le permita vivir acorde a su dignidad”.

El asunto de las ideologías no es un galimatí as académico o una cuestión bizantina o retórica, se trata del rumbo y destino de México en donde además de los problemas que abruman: corrupción, pobreza, insegurida­d y violencia, se padece una confusión de las ideas y una distorsión de la política. Si lo único que interesa es ganar una elección, si la política se trata solamente de derrotar y destruir al enemigo, si la convocator­ia popular es para residir en Palacio, para regresar o para permanecer en Los Pinos, todo lo que alguna vez soñaron quienes construyer­on nuestro país, habrá sido una hoja al viento.

Donde se esté parado ideológica­mente, sea a la derecha, a la izquierda o al centro, significar­á hacia donde se quiere ir. No tener ideología es como perder el rumbo, estar extraviado, ser un descastado y tan desesperad­o para tomar cualquier vereda por intransita­ble que resulte. Esa no es la vía para un gran país como debería ser el nuestro.

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