El castillo errante de la Ciudad de México
En la capital existen muy pocos casos en los que una casa haya sido trasladada de un sitio a otro, piedra por piedra, como pasó con este castillo que fue de la Roma a las Lomas.
Aprincipios del siglo pasado, en la esquina de Puebla y Mérida, se construyó una casa que llamaba la atención: era un castillo en plena colonia Roma.
El restaurador Rafael Fierro Gossman nos contó que la casa fue edificada entre 1905 y 1907 por instrucción de Edward N. Brown, que en aquella época era el presidente de Ferrocarriles Nacionales y un amigo muy cercano de quienes idearon a la colonia Roma: Edward Walter Orrin, Pedro Lascurain y C. C. Lamm. A partir de 1908, la construcción de “challet”, fue ocupada por la familia Brown y luego fungió como embajada de Japón y Alemania. En los años treinta fue el Colegio Bachilleratos.
El señor Brown trabajó desde los 16 años en la industria ferroviaria en Georgia, E. U. A., situación que lo trajo a México a fines del siglo XIX, cuando la empresa para la que laboraba lideraba la “construcción de las vías e instalaciones del ferrocarril de Saltillo a San Luis Potosí. Al año siguiente fue nombrado superintendente de división en San Luis Potosí, para recibir un ascenso en el mismo cargo pero comisionado de la zona Ciudad de México entre 1889 y 1892”, explica nuestro entrevistado Rafael Fierro.
Se volvió indispensable para el desarrollo de la industria nacional, ya que tenía conocidos que querían ser inversionistas en el sistema de ferrocarriles del país. Entre 1902 y 1908, Brown ocupó la vicepresidencia y la presidencia del Ferrocarril Nacional Mexicano. Durante esos años, Brown impulsó la construcción de estaciones, la producción de ferrocarriles en México y conoció a aristócratas y a altos mandos del gobierno de Díaz.
“Leopoldo Mendívil López dice que Brown era presidente del Ferrocarril Nacional Mexicano y representante en México de uno de los banqueros más poderosos del mundo. Ellos y el cirquero Edward W. Orrin consiguieron los contratos del gobierno para fraccionar y desarrollar dos nuevas colonias: la Roma y la Condesa.
Por ser de los fundadores de la colonia Roma, a Edward Brown se le asignó el predio del número 21 de la calle de Mérida, que contaba con 2 mil 351 m² y hacía esquina con Puebla. No hay un documento que diga quién hizo la casa, pero Rafael dice que fue un par de hermanos vitales para la construcción de la Roma, los Lamm.
La casa tenía una arquitectura con dos corrientes: la nacional “campestre románica” -residencias “rodeadas de espacios descubiertos (...) con torres cilíndricas o piramidales, con techos inclinados y tejados- y otra que se desarrolló en E.U.A. a fines del siglo XIX y principios del XX: el “románico richarsoniano” distinguido por la “variedad de elementos como tramos de muros en blanco en contraste con las cintas de ventanas, y torres cilíndricas con cubiertas cónicas...”.
Tenía herrería de la empresa Pullman Palace Car Works - que daba mantenimiento a vías y trenes.
La casa tenía 950 m² de construcción distribuidos en tres plantas, un semisótano, una “sección acristalada a manera de invernadero”... una barda de piedra y acero que delimitaba el perímetro; el era jardín.
El pórtico principal daba acceso a un amplísimo espacio de doble altura -al centro de la casa-, que a manera de “hall” permitía llegar a la escalera hacia el tercer piso, salones, biblioteca, comedores y a sus miradores. Parte de los acabados y ebanistería se encomendaron a la Pullman Palace Car Works, incluyendo el espectacular acceso a su vitral, dijo Rafael.
La Revolución y otros enfrentamientos afectaron el sistema ferroviario y en 1917, luego de la promulgación de la Constitución, Edward Brown y su familia dejaron el castillo.
Años más tarde fue rentado como embajada de Japón, de Alemania y sede del “Colegio Bachilleratos”. En 1937 fue adquirido por Enrique Braun quien en 1940 empezó a rematarlo.
Fue así que el farmacéutico Mario Padilla lo compró y se lo llevó de la colonia Roma, a lo que hoy es Bosque de las Lomas. Padilla era dueño de la farmacia que producía el “Neumonyl”, popular vitamínico-antigripal de la época, que le permitió comprar un “amplio y accidentado terreno en la cumbre de una loma”, por la continuación del Paseo de la Reforma.
Don Mario se asesoró con arquitectos para mudar la casa. Según el entrevistado, se estudiaron materiales de construcción, decoración, se ennumeraron piedras, las piezas de los vitrales y techos, entre otros.
La casa fue re-edificada en 1941 en las Lomas. A diferencia de la Roma donde de frente las torres estaban del lado derecho, en la “Loma” -como le decía don Mario-, las torres están del lado izquierdo, para aprovechar la vista. Padilla añadió habitaciones de descanso y entretenimiento para más de 70 personas. También se remodelaron las torres y se construyó una capilla con el material que antes era de la barda perimetral.
Hoy, este antiguo castillo continúa en pie dentro de un fraccionamiento privado en las Lomas.