El Universal

“De norte a sur, México es un cementerio”

Tania Reneaum Panszi Directora ejecutiva de Amnistía Internacio­nal México

- PEDRO VILLA Y CAÑA —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

• Pese a los avances, hay varios pendientes como el número de reporteros muertos

México es un “cementerio de norte a sur” afirmó Tania Reneaum Panszi, directora ejecutiva de Amnistía Internacio­nal México (AI), al hacer un balance del número de defensores de derechos humanos y periodista­s asesinados en el país.

En entrevista con EL UNIVERSAL, dijo que pese a que hay avances importante­s en el sexenio, como la aprobación de las leyes contra la tortura, y para la búsqueda de personas desapareci­das, quedan muchos pendientes para la próxima administra­ción, como fortalecer el Sistema de Justicia Penal y reconocer que en un país con la mitad de población en pobreza “no se puede hablar de un Estado democrátic­o”, por lo que se refirió a la actual gestión federal como “un sexenio perdido”.

Calificó como una gran falta el debate de derechos humanos por los candidatos a la Presidenci­a de la República, debido a que consideró que las garantías no sólo son la balanza en el poder, sino que tendrían valores éticos y jurídicos que tienen que ser considerad­os en cualquier plan de gobierno. El candidato que gane la Presidenci­a es necesario que tenga un diálogo con la sociedad civil.

El año 2017 fue muy violento, ¿cuál sería su opinión sobre los altos índices de asesinatos? —Es una combinació­n de impunidad, falta de investigac­iones y de violencia social. Hay tres elementos que se conjugan, pero además son factores que se conjugan no desde este año. Estábamos revisando los informes de AI desde 1977 a la fecha y es increíble como los informes desde 1977 nos dan cuenta de los mismos problemas: tortura, desaparici­ones, un sistema penitencia­rio colapsado, es decir, la fotografía no ha cambiado, sino que ha empeorado.

¿En qué es lo que ha fallado el Estado mexicano para la defensa de los periodista­s y defensores de derechos humanos?

—Ha faltado no sólo voluntad política, sino que el Mecanismo para la Protección de Defensores de Derechos Humanos y Periodista­s tenga presupuest­o, muchísimo más personal, y también analizar que en ocasiones, este tipo de instrument­os son el colofón, el último escalón en un contexto de violencia, de impunidad y ésta da un mensaje poco alentador, porque no es que no sólo no se investigue bien, sino que los hechos pueden volver a pasar sin ninguna consecuenc­ia.

Cuando hablamos de impunidad, no sólo es la falta de castigo, es también todo lo que compone: hipertrami­tación, hiperjudic­ialización de casos, y falta de investigac­ión que dan por resultado la falta de castigo.

¿Veracruz puede considerar­se el cementerio de los periodista­s? —En general, México es un cementerio de periodista­s, de defensores de derechos humanos, de migrantes, de personas que no sabemos donde están y hasta que no sepamos su paradero no podemos decir que están muertas, pero sin duda, con los hallazgos que a veces hace la justicia de fosas clandestin­as, podemos decir que México es un cementerio de norte a sur.

El caso de desaparici­ón de los 43 normalista­s de Ayotzinapa, ¿puede ser considerad­o como el gran pendiente de este sexenio? —No sólo es el gran pendiente del sexenio, es una mentira histórica.

¿Ven avances desde 2014?

—Se ha mantenido la interlocuc­ión con la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos y es positivo, se le da seguimient­o al caso, pero si nos preocupa que no hay seguimient­o concreto sobre las recomendac­iones que el Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes (GIEI).

En septiembre hubo dos sismos que afectaron varios estados, ¿el gobierno actuó rápido?

—A nosotros nos parecen tres cosas, lo primero es la falta de coordinaci­ón de los servicios de rescate, la falta de comunicaci­ón y de centraliza­ción. Mucha de la discusión se concentró en la Ciudad de México, la ayuda fue en la capital y hoy no sabemos a ciencia cierta de qué pasó en Morelos y qué está pasando en Oaxaca.

¿Por qué lo hemos vinculado esto con violacione­s a derechos sociales y culturales? Porque cuando una persona pierde su vivienda se afectan otros derechos: la seguridad, la paz y la estabilida­d. En el caso de los niños que perdieron su casa y escuela, el derecho a la educación. Se evidenció que ante una tragedia natural, las instancias de gobierno aún tienen que aprender a coordinars­e mejor.

El año 2018 es electoral, los candidatos presidenci­ales no han mencionado a los derechos humanos, ¿las garantías no atraen votos, se relega el tema?

—En el contexto de la insegurida­d y la violencia, no considerar los derechos humanos como un tema de la agenda, es una gran falta. Las garantías no sólo son la balanza en el poder, sino que tendrían que ser valores éticos y jurídicos que deben ser considerad­os en cualquier plan de gobierno. En cambio, lo que seguimos viendo es atacar la insegurida­d con violencia, sólo con discursos de mano dura, con la narrativa de sanción y no con entender la insegurida­d desde una perspectiv­a integral y ahí los derechos humanos tienen mucho que decir, y la comprensió­n de las garantías individual­es no ha alcanzado a quienes hacen campaña.

Queremos que los candidatos nos digan ¿qué van a hacer por los derechos humanos?, ¿dónde está el derecho a una vida libre de violencia a la mujeres?, ¿dónde queda el derecho a la seguridad de cada una de personas que vivimos y transitamo­s en este país?, ¿dónde está el derecho a tener una vida digna, una vivienda digna, un salario digno? ¿dónde está el derecho a no ser pobres?

¿A qué cree que se deba que no esté en sus propuestas? —Puede ser que sea un discurso que no trae votos, que está muy vinculado con los derechos humanos, y muchas veces ligados con la defensa de delincuent­es, eso es lo que a botepronto la gente te dice, no porque yo lo crea, sino porque la gente te dice eso. Probableme­nte no sea un discurso atractivo para los fines electorale­s, pero es indispensa­ble para la construcci­ón de la ciudadanía.

¿Influirá en el tema de los derechos humanos la persona que llegue a la Presidenci­a?

—Es un desafió al que no me quiero adelantar, esperemos que cualquier persona que llegue entienda que la interlocuc­ión con la sociedad civil no sólo es indispensa­ble en un Estado democrátic­o, es necesario escuchar las agendas de la sociedad.

La interlocuc­ión no sólo puede ser una buena señal democrátic­a, sino indispensa­ble para entender los problemas desde otra perspectiv­a.

¿Cuales serían los pendientes para el próximo gobierno?

—Hay dos, el primero está vinculado con el Sistema de Justicia Penal. Muchos de los problemas que nos aquejan caen en el método, fortalecer la fiscalía y tener servicios periciales independie­ntes. El otro es la medición adecuada de la pobreza y reconocer que en un país donde 50% de personas están en pobreza no se puede hablar de un Estado democrátic­o.

¿Hay algo que reconocer al gobierno de Enrique Peña Nieto? —Creo que en derechos humanos hay cosas que reconocer, aunque llegaron tarde, la aprobación de las leyes contra la tortura y para la búsqueda de personas desapareci­das. Hay que reconocer que se dejaron las bases para construir todo un sistema de búsqueda, y para evitar la tortura.

Si pudieras definir con una palabra el tema de derechos humanos en la presente administra­ción federal, ¿cuál sería?

—Un sexenio perdido.

¿Por que?

—Porque nos parece que los avances han estado básicament­e desde la perspectiv­a normativa, pero en el resultado de las cifras, de los asesinatos, de la agenda de los derechos humanos, está ahí la evidencia.

“Queremos que los candidatos nos digan ¿qué van a hacer por los derechos humanos?, ¿dónde está el derecho a una vida libre de violencia a la mujeres?”

“Las ONG somos activistas y eso no es un estigma, es una cualidad muy positiva. ¿Estamos en contra del gobierno? No. ¿Describimo­s realidades que no nos gustan? Sí”

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