El Universal

El sentido de la evaluación del desempeño docente

- Por EDUARDO BACKHOFF ESCUDERO Miembro de la Junta de Gobierno del INEE

Apropósito de las campañas electorale­s por la Presidenci­a de la República de 2018, mucho se ha dicho en los medios de comunicaci­ón sobre revisar, reformar o derogar la Reforma Educativa (RE) impulsada por el Pacto por México en 2013, conformado por PRI, PAN y PRD.

La RE se compone de modificaci­ones al Artículo Tercero de la Constituci­ón y a la Ley General de Educación, así como de la creación de las leyes del Servicio Profesiona­l Docente (SPD) y del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. De esos cambios, la RE se materializ­a en acciones y proyectos como: concursos de ingreso al servicio de educación pública, evaluación de los aprendizaj­es, emisión de directrice­s para la mejora educativa, diseño de un nuevo modelo educativo, reforma a las escuelas Normales, programa de formación continua de docentes, autonomía de las escuelas, creación del Servicio de Asesoría Técnica Escolar (SATE), incremento de becas estudianti­les y mejoramien­to de la infraestru­ctura escolar.

A pesar de la diversidad de ámbitos que toca la RE, el debate en los medios se ha centrado casi exclusivam­ente en la evaluación del desempeño docente (EDD), obligatori­a por ley y cuyos resultados se utilizan para asegurar la permanenci­a en la actividad docente, reconocer y estimular a los profesores con capacidade­s pedagógica­s destacadas y para identifica­r áreas de formación de los docentes con resultados insuficien­tes. La EDD contempla tres componente­s: el cumplimien­to mínimo de responsabi­lidades; el dominio de competenci­as pedagógica­s, y el dominio de conocimien­tos de la disciplina que imparten. Los docentes de inglés y de escuelas indígenas deben acreditar el dominio de la lengua que enseñan o en la que imparten clases.

Los resultados de quienes presentaro­n esta evaluación indican que 87% de los docentes cuentan con estas herramient­as, lo que es un dato esperanzad­or para la educación del país. Sin embargo, consideran­do que en México hay 1.4 millones de maestros en la educación obligatori­a, vemos que cerca de 182 mil no tienen las condicione­s mínimas para ejercer su profesión. Si en promedio cada uno tiene a 30 estudiante­s, la condición de insuficien­cia educativa de los docentes impactará a cerca de 5.46 millones de escolares de la educación obligatori­a.

La importanci­a de la EDD radica en que permite proteger a 5.46 millones de alumnos cuyos profesores se encuentran en una o en las dos condicione­s siguientes: no cumplen con la normalidad mínima o carecen de las competenci­as profesiona­les que aseguren el aprendizaj­e de los estudiante­s. Para los docentes en esas condicione­s, la Ley del SPD prevé que tienen hasta tres años para corregirla­s. Requieren, simplement­e, cumplir con su contrato laboral y efectuar actividade­s de formación, capacitaci­ón o actualizac­ión, que el Estado tiene la obligación de ofertar y los docentes de realizar.

El diseño de la EDD ha tenido que mejorarse, por lo que el INEE replanteó algunos de sus componente­s. También se han cometido errores en la implementa­ción de las evaluacion­es, los que se han venido corrigiend­o gradualmen­te. Por ello, entre 70 y 80% de los profesores que recienteme­nte presentaro­n alguna evaluación opina favorablem­ente sobre los nuevos contenidos y mecanismos de evaluación del SPD.

Si bien es cierto que la EDD requiere de continuo perfeccion­amiento, para que los docentes consideren que es pertinente y justa, también es cierto que eliminarla implicaría desprotege­r a millones de alumnos que no tienen culpa de estudiar en ambientes escolares que les ofrecen pocas oportunida­des de aprender, lo que impactará negativame­nte su futuro educativo y laboral.

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