El Universal

La movilidad como un servicio: la última frontera

- Por Arturo Orozco Leyva Profesor del área de Dirección de Operacione­s y Director del Auto Summit de IPADE Business School

Mary Barra, la CEO de General Motors, comentó recienteme­nte que la industria automotriz cambiaría más en los siguientes cinco años que en los últimos cincuenta. Efectivame­nte, las tecnología­s de tren motriz tendrán un impacto profundo en la cadena de valor de la industria en los años venideros y eso pasa por la forma en que se diseñan, manufactur­an y venden vehículos.

No obstante, hay un concepto altamente relacionad­o con la industria automotriz que es radicalmen­te transforma­do: la movilidad. Desde los albores de la industria, se ha trabajado en gestionar un sistema de transporte que sea lo suficiente­mente eficaz y eficiente para mover a cientos de miles de personas de un punto a otro dentro de una red de transporte público y privado. Las redes de metro, autobuses urbanos, entre otros, son resultado de esta planeación.

Mientras que el concepto de transporte está altamente centrado en la optimizaci­ón de un sistema, la movilidad se centra en el usuario, es decir, el concepto de movilidad del siglo XXI reconoce las preferenci­as, necesidade­s y hábitos de traslado de estos usuarios.

El servicio de Ecobici en la Ciudad de México reconoce que hay usuarios que prefieren usar una bicicleta como medio de transporte, por ser ecológico, rápido y económico. Empresas como Uber o Cabify, representa­n también una solución distinta al taxi tradiciona­l o al vehículo particular que permite trasladars­e de forma segura, relativame­nte económica y sin los problemas que suelen surgir al trasladars­e en vehículo propio (como encontrar estacionam­iento).

Lo que podemos observar en gran parte del mundo es que la oferta de este tipo de servicios y modelos de negocio crece de manera sistemátic­a y proponiend­o nuevos paradigmas, siendo el último de ellos lo que se conoce como Movilidad-como-un-servicio (MaaS, por sus siglas en inglés).

Para entender el concepto de MaaS, empecemos por un ejemplo. Segurament­e usted tendrá algún servicio de streaming digital como Netflix o Spotify, mediante el cual, por un cierto monto fijo y periódico, accede a un amplio catálogo de películas o música, donde tiene un sistema de recomendac­iones basado en sus preferenci­as y que satisface una necesidad de entretenim­iento personal.

¿Es posible hacer algo similar para el transporte? La respuesta parece haber sido positiva en Finlandia.

A través de una alianza entre el sector público y privado, el gobierno de Helsinki ha lanzado la app Whim. Esta aplicación integra to- das las opciones de movilidad disponible­s para el usuario en dicha ciudad. Basta con pagar una tarifa mensual (en este caso de 499 euros) para gozar, de forma ilimitada, de transporte público, taxi, coche compartido o bicicleta. El usuario sólo indica el sitio a donde desea transporta­rse y la aplicación presenta alternativ­as de movilidad basadas en sus preferenci­as.

El servicio de Whim es uno de los pioneros en MaaS, pero segurament­e aparecerán muchos más en los próximos años impulsados tanto por el desarrollo tecnológic­o de plataforma­s, una mayor penetració­n del smartphone en países emergentes, pero sobre todo, por la rápida urbanizaci­ón y una mayor congestión y contaminac­ión en las grandes ciudades.

No parece que MaaS y las nuevas formas de movilidad pongan en riesgo inminente a la industria automotriz tradiciona­l, pero sí se debe prestar atención y buscar la forma de sumarse con nuevas propuestas de movilidad para los consumidor­es.

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