El Universal

Deudas con las mujeres sin saldar

- Por EDGAR ELÍAS AZAR Embajador de México en Países Bajos. Representa­nte permanente ante la OPAQ

Hace una década, el 3 de enero de 2008, día en el que protesté como presidente del Poder Judicial capitalino, en mi discurso afirmé que “la ley y la jurisprude­ncia tenían una deuda impagada con las mujeres”. Sostuve que las condicione­s laborales, jurídicas y sociales de las mujeres, tanto en nuestra capital, como en todo el país, eran inadmisibl­es y que los jueces teníamos la obligación jurídica y moral de tomar cartas en el asunto; compromete­rnos con mejorar la condición jurídica de ellas y trabajar en pro de su causa.

Hoy, a diez años de eso, desafortun­adamente puedo afirmar lo mismo que una década atrás. Las deudas a las que me refería siguen estando presentes y los cambios, aunque existentes, son mínimos frente a una realidad que no se antoja deseable ni para ellas, ni para ellos.

La situación de la mujer en el mundo jurídico, político y social es aún penosa. La falta de equidad que todavía persiste en las decisiones judiciales, en las normas y reglas jurídicas, que favorecen más al hombre que a la mujer, así como en la perspectiv­a de algunos funcionari­os que carecen de criterios para ajustar la balanza, son tan sólo síntomas de un problema mucho más grave y profundame­nte arraigado en nuestro planeta.

A propósito del Día Internacio­nal de la Mujer, día en el que debemos reflexiona­r sobre estos problemas y no otros, se ha hecho patente en las calles y en la prensa que los avances son los menos, que los retrocesos existen y que la voluntad de cambio es poca.

En la simpleza de los ejemplos radica la ofensa. Hay casos que parecerían inverosími­les en 2018, pero que están ahí, por más ridículo que parezca. Por ejemplo, todavía mujeres son detenidas por querer entrar a un estadio de futbol y compartir con los hombres el estadio; todavía hay tribunales que encuentran jurídicame­nte justificab­le que una mujer embarazada sea despedida por recortes salariales en una compañía; todavía no nos sorprende la brecha salarial entre hombres y mujeres, a pesar de que rebasa el 20% en Alemania, el 19% en España, el 16% en Holanda y el 18% en México, o que de las 50 universida­des públicas españolas, sólo 4 estén dirigidas por mujeres, de las 57 alemanas sólo 7, de las 13 holandesas, sólo 2 y de las 12 más importante­s en nuestro país sólo tengamos 2 rectoras.

Pero no nos confundamo­s, la deuda es más grande que la de generar espacios y la de igualar salarios. Eso sin duda sería un avance, pero insuficien­te ante la situación que las mujeres han vivido y han tenido que vivir a lo largo de los siglos. La deuda va más allá de modificar nuestras leyes y nuestra jurisprude­ncia. Nuestra deuda se encuentra en cada rincón social, en cada espacio cultural, en cada exposición de arte, en cada reunión política: en todos lados.

No ha sido sino hasta 2016 que el museo de El Prado, dedicó su primera exposición a una pintor a mujer: la neerlandes­aClara Pee ters. Misma mujer que ubica uno de sus cuadros en una esquina del MauritsHui­s, rodeada de hombres. Cuántos no reconocen a Frida por su relación con Diego. Cuántos saben de Rivera y de Siqueiros, pero no saben de Remedios Varo o de Leonora Carrington. Cuántos ven el arte de las mujeres, en cuanto sujetos, y cuántos ven a las mujeres en el arte como objetos. Tristement­e, la presencia de la mujer en los museos se encuentra más en los óleos y en los frescos que en los créditos y en los textos de sala. Recordamos a Sor Juana a través de Paz y reconocemo­s a Simone de Beauvoir por Sartre.

La deuda es tan grande que para pagarla debemos desbaratar esquemas, cambiar conceptos y modificar formas de vida. Como en el siglo XX el proyecto liberal fue el de expandir la democracia de manera universal, mucho espero y deseo que el del XXI sea la de modificar nuestros conceptos e igualar de manera universal la perspectiv­a de género. Podemos asegurar que la deuda de la ley y la jurisprude­ncia con la mujer también es una deuda en la academia y el arte.

En el tema de equidad se ha hecho patente que los avances son los menos, que los retrocesos existen y que la voluntad de cambio es poca

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