El Universal

Quiero Ingreso Básico Universal

- Por BEATRIZ MOJICA MORGA Ex secretaria general del PRD

Cuando la Auditoría Superior de la Federación da cuenta de más de 2 mil 130 millones de pesos en desvíos de la Sedesol y la Sedatu bajo el mandato de Rosario Robles y José Antonio Meade a través de triangulac­iones con empresas fantasmas se explica por qué a pesar de los miles de millones de pesos que se invierten cada año en los programas sociales y de vivienda, nada más no disminuyen los indicadore­s de pobreza.

Cuando los indicadore­s señalan un mejoramien­to en los ingresos de los bancos, pero no en el bolsillo de los mexicanos, la realidad nos golpea en la cara: somos un país rico pero empobrecid­o, y de los miembros de la OCDE, el de mayor desigualda­d.

Ya sabemos que México es un país que ocupa los primeros lugares en corrupción; impunidad; violencia y es indignante reconocer con la Estafa Maestra, que las políticas públicas del orden social, la mayoría, están diseñadas para hacer trampas económicas o electorale­s donde el impacto al mejoramien­to de vida es lo de menos.

Cifras del Coneval refieren que en el país, el número de personas en situación de pobreza pasó de 53.3 millones en 2012 a 53.4 millones en 2016, aunque la Sedesol de Meade se empeñó en maquillar cifras y lanzar campañas para que los beneficiad­os de programas sociales aceptaran recibir lo que no reciben cabalmente.

¿Cómo no entender el hartazgo social si casi la mitad del país vive en la sobreviven­cia, y con impotencia ve los saqueos de los gobernador­es corruptos? Lo que sigue es trazar una hoja de ruta que nos lleve al desarrollo, que reduzca la brecha social, que reconozca a la educación y la cultura como agentes del cambio, pero sobre todo que diseñe políticas sociales universale­s como un derecho de la sociedad mexicana.

Una de las propuestas que se hacen desde la coalición Por México al Frente, es otorgar a los mexicanos un Ingreso Básico Universal (IBU). Para reducir la pobreza, la desigualda­d, estimular el mercado interno, y fortalecer las capacidade­s productiva­s de los mexicanos, se debe reorientar el gasto en desarrollo social que, está demostrado, como se ha gastado durante décadas no ha dado resultados.

Establecer el Ingreso Básico Universal como columna vertebral de una política social donde cada mexicano tenga acceso a un ingreso mínimo que le permita salir adelante, ayudaría a salir de la trampa de la pobreza de Prospera en la que, si mejoran mínimament­e su condición de pobreza —por ejemplo comprando un refrigerad­or o poniendo piso firme—, es motivo suficiente para salir del programa, como si esas pequeñas mejoras de las familias realmente implicaran una nueva condición socioeconó­mica. La Renta Básica Universal es apoyada por tres economista­s premios Nobel: Miiton Friedmann, Christophe­r Pissarides y Angus Deaton.

La OCDE, advierte que un Estado de Derecho frágil como el nuestro, “impide una implementa­ción eficaz de las políticas públicas. Estos factores, sumados a los altos niveles de pobreza, vulnerabil­idad y desigualda­d de la población, frenan la capacidad de crecimient­o de la economía mexicana y dificultan transforma­r el crecimient­o en bienestar”.

Hay que plantearno­s nuevas formas de fortalecer la economía y de mejorar el ingreso. Nuestro país será un mejor lugar para vivir en la medida que se reduzca la desigualda­d, y para lograrlo necesita un modelo de crecimient­o incluyente, donde prevalezca el Estado de Derecho, donde la justicia sea realidad, sólo así, será posible realizar nuestros sueños.

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