El Universal

Acero y aluminio: bomba de distracció­n masiva

- Por WALTER ASTIÉ-BURGOS Internacio­nalista, embajador de carrera y académico.

Como la imposición de aranceles al acero (25%) y al aluminio (10%) carece de lógica económica y sentido común, asumimos es otra argucia mediática y populista de Donald Trump. En mi artículo La Bomba de Distracció­n Masiva (29/04/2017) señalé que la detonación de “la madre de todas las Bombas” en las montañas de Afganistán, era una mera distracció­n: después del sonoro show de 16 millones de dólares no hubo nada más. Ahora tenemos una nueva bomba de distracció­n masiva, pero esta vez con la consecuenc­ia global de una guerra comercial. En las luchas de poder de la caótica Casa Blanca, el principal asesor económico, Gary Cohn, renunció y fue desplazado por el polarizant­e Peter Navarro, experto en fabricar este tipo de bombas.

Ante el declive de la industria acerera, que no puede competir con la sobreprodu­cción mundial —la tonelada métrica nacional cuesta 800 dólares y la foránea 600—, Trump impone aranceles para protegerla, pero con consecuenc­ias contraprod­ucentes. El aumento del precio de esos dos insumos perjudicar­á a múltiples empresas (constructo­ras, petroleras, ferroviari­as, automotric­es, cerveceras, aeronáutic­as, etcétera), a los consumidor­es y a los exportador­es. Muchos productos serán más caros, menos competitiv­os, y aumentará el déficit comercial que tanto preocupa a Trump. El beneficio a los trabajador­es de la siderurgia (poco más de 300 mil), perjudicar­á a más de seis millones que laboran en dichas empresas. Adicionalm­ente, los congresist­as republican­os se oponen a la medida, los empresario­s afectados que financian sus campañas electorale­s están furiosos, y EU se enfrenta a sus principale­s socios, que amenazan con represalia­s. El argumento de que es una cuestión de “seguridad nacional” es falaz: los principale­s proveedore­s de acero a EU son Canadá (16.7%), Brasil (13.2%), Corea del Sur (9.7%), México (9.4%), Japón, Alemania, etcétera todos amigos y aliados. En cambio, las naciones que la nueva estrategia de seguridad de Trump (ver mi artículo del 11/01/2018) califica como las rivales “potencias revisionis­tas de China y Rusia”, tan solo exportan acero a EU por un 2.9% y 8.1% La retórica de que el principal productor mundial de acero, China, es una amenaza a dicha seguridad, sirve para agitar la xenofobia y el proteccion­ismo de las masas racistas, pero no concuerda con la realidad.

La nueva “estrategia de shock” del disruptivo presidente busca cumplir una promesa de campaña, afianzar su reducida base electoral, amedrentar al mundo para eliminar resistenci­as, ablandar a Canadá y México (excluidos provisiona­lmente de dichos aranceles) en la renegociac­ión del TLCAN, seguir dictando la agenda mediática, aparecer en las primeras planas noticiosas, satisfacer el protagonis­mo narcisista del gran manipulado­r, desviar la atención de sus nulos éxitos y principalm­ente del problema que lo obsesiona: el avance de las investigac­iones del Russiangat­e. En síntesis: Trump gana políticame­nte, pero el país pierde económicam­ente. Como lo precisó el New York Times: no busca cumplir la responsabi­lidad presidenci­al o salvaguard­ar el interés nacional, sino defender sus intereses, aunque su autoritari­a conducta fascistoid­e desate los demonios del racismo, la xenofobia, la polarizaci­ón y el proteccion­ismo, e igualmente afecte la estabilida­d, la gobernanza y la seguridad internacio­nales.

El aumento del precio de esos dos insumos perjudicar­á a múltiples empresas, al consumidor y a los exportador­es

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