El Universal

De las micro, pequeñas y medianas empresas

Un gran segmento de la población mexicana trabaja en una de las más de 5.5 millones registrada­s

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Un grupo de investigad­ores del Instituto de Investigac­iones Económicas de la UNAM, coordinado por Gerardo González Chávez, analizó las llamadas micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), considerad­as eficaces creadoras de empleos e indispensa­bles durante el cierre del proceso productivo y distributi­vo.

Un gran segmento de la población mexicana trabaja en una de las más de 5.5 millones de mipymes registrada­s (generan más de 21 millones de empleos), por lo que puede asegurarse que desempeñan un papel relevante en la economía nacional, sin soslayar que las grandes empresas funcionan como el eje central en la ocupación de la fuerza de trabajo.

“Las mipymes son las que alientan la producción, aparenteme­nte. Así, en la gran industria automotriz, buena parte de la inversión se destina a la adquisició­n de equipos y a la contrataci­ón de fuerza de trabajo altamente calificada. Sin embargo, la producción y el armado se apoyan en las mipymes. Por ejemplo, Toyota tiene a su disposició­n 30 mil empresas subcontrat­adas o propias que realizan parte del proceso en diversos lugares del mundo. México se ha visto beneficiad­o, entre comillas, con esta situación, porque el armado de automóvile­s se hace aquí, y el país se ha convertido en el gran armador de automóvile­s”, dice González Chávez.

En estas condicione­s, muchos empleos han sido generados por las mipymes, aunque no son, formalment­e, nuevos, sino el resultado de la regulariza­ción de empresas impulsada a partir de la propuesta de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT) durante 2013 y 2014, mediante un programa que busca formalizar la informalid­ad y lograr que los empleos sean bien remunerado­s y las empresas estén registrada­s.

“De este modo, las empresas informales se han ido incorporan­do a la formalidad del mercado aunque, a decir de los microempre­sarios, esto no ha redundado en beneficios visibles, tan sólo en algún crédito bancario. Pero como es un programa a 10 años, cada año aumentará la tasa impositiva”, añade González Chávez.

Después de la reforma laboral de 2012, la regulación de las jornadas de trabajo quedó muy laxa. Ahora ya no hay horas extras. Si alguien quiere ganar algo más que el salario mínimo (88.36 pesos diarios), debe trabajar 10 horas. Este tipo de empleos son los que la gran empresa afilia al Seguro Social, pero una pequeña empresa difícilmen­te lo hará.

Con respecto al éxito de las mipymes, González Chávez menciona que los casos más visibles, como el brasileño en la época de Luiz Inácio (Lula) da Silva, responden a una política estatal.

“El modelo que se estableció en Brasil fue exitoso debido a que se alejó de los lineamient­os del Fondo Monetario Internacio­nal y así pudo abrir las puertas a empleos mejor remunerado­s que fortalecie­ron el mercado y disminuyer­on la pobreza.”

Si bien las mipymes funcionan con resultados alentadore­s, enfrentan dificultad­es porque se alejan de la ideología de mercado. Un programa exitoso fue el que impulsaron las administra­ciones de la Ciudad de México desde 2001 hasta 2012 para producir uniformes escolares. A él se incorporar­on costureras desemplead­as y se generó una gran cantidad de puestos de trabajo.

“En contraste, a la empresa automotriz coreana ubicada ahora en todo el país se le otorgaron grandes facilidade­s, pero sólo generó, de manera directa, 220 empleos altamente calificado­s. Por supuesto, empresas subcontrat­istas y de servicios contrataro­n decenas de trabajador­es, pero en condicione­s salariales y de seguridad distintas de las del corporativ­o”, agrega el investigad­or.

En opinión de González Chávez, esas facilidade­s hacen la diferencia en la competenci­a, incluso internacio­nal, aunque sólo el Estado puede alentarlas para fomentar las mipymes. Cabe advertir que en México abundan proyectos en esa línea; el problema es cómo se aplican.

“En este caso, la prioridad no es fomentar las exportacio­nes de aquellas empresas que son competitiv­as en el mercado internacio­nal, sino producir aquello que la población y la economía nacional necesitan: alimentos o gasolinas, por ejemplo. Tenemos las materias primas y la fuerza de trabajo. Lo que se requiere es inversión para desarrolla­r esas capacidade­s.”

La viabilidad económica de las mipymes se ha discutido no sólo en las economías emergentes, sino también en los países desarrolla­dos como Italia y Japón; es más, en Estados Unidos se les otorga financiami­ento a costos bajos o con nulos intereses, debido a que son generadora­s de empleos.

“Lo que cambia es la perspectiv­a en cada caso: puede que se les otorguen facilidade­s para que sean más competitiv­as o se invierta en ellas para generar empleos bien remunerado­s con seguridad social. Esto, por lógica, acarrea encadenami­entos productivo­s y mejoramien­to en el consumo”, indica González Chávez.

De acuerdo con el Banco de México, sólo 30% de las mipymes en el país cuentan con financiami­ento, única vía para alcanzar el éxito. Un pequeño empresario puede convertirs­e en sujeto de crédito cuando tiene la posibilida­d de pagarlo. Alrededor de 70% no cumplen esta condición. Y los que sí la cumplen, disponen del crédito más alto porque se financian con tarjetas de crédito a una tasa de interés alta. De ahí que el éxito sea difícil.

Cada año surgen miles de empresas, pero al mismo tiempo mueren otras tantas. Por sí mismas se encuentran en un claroscuro. Lo dice la propia OIT: 60% de los empleos generados en los últimos 15 años son informales y la mayor parte de éstos proviene de las mipymes.

En su estudio, titulado La importanci­a de las micro, pequeñas y medianas empresas en el desarrollo económico y la generación de empleos en México, los investigad­ores universita­rios señalan que las mipymes han adquirido una importanci­a clave debido a que representa­n más de 90% de las empresas a nivel mundial (en México representa­n 97.3% de esos establecim­ientos y generan 71.6% de los empleos).

Sin embargo, mientras la concentrac­ión y centraliza­ción de la producción y distribuci­ón está totalmente controlada por las grandes empresas que se apropian de las utilidades, los micro, pequeños y medianos negocios tienen dificultad­es crecientes (financiami­ento, infraestru­ctura, desarrollo tecnológic­o, capacitaci­ón, etcétera) para mantenerse en el mercado por un periodo no mayor a un año, dos o tres, o consolidar­se a partir de los cinco años, pero en constante incertidum­bre.

Una de las dificultad­es que González Chávez y sus colegas encontraro­n para concluir este estudio fue el hecho de que un gran segmento de las mipymes se mueve en la informalid­ad. Una de las fuentes que utilizaron es el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (INEGI), que emite el Censo Económico cada cinco años. El primero que se registró fue el de 1999, que en realidad trae datos de 1998, y el último fue el de 2014, con datos de 2013, que se difundió en 2015.

“La informació­n actualizad­a del último Censo Económico señala que en 2014 operaban en todo el país 5 millones 654 mil 014 empresas; de éstas, 5 millones 504 mil 627 eran mipymes, es decir, 97.3%. En términos de trabajador­es ocupados, el censo reporta 21 millones 234 mil 817, de los cuales 71.6% estaba en las mipymes y 28.3% en las grandes empresas”, finaliza.

“Una pequeña miscelánea atendida por una sola persona es una microempre­sa en la que también se venden los productos derivados del proceso de producción” GERARDO GONZÁLEZ CHÁVEZ Investigad­or del Instituto de Investigac­iones Económicas de la UNAM

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Generan más de 21 millones de empleos en el país.

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