El Universal

Los fotógrafos de acera de San Juan de Letrán

Hace décadas era común ver en San Juan de Letrán, hoy Eje Central, a un personaje que fotografia­ba a transeúnte­s para después venderles esas imágenes como recuerdos

- CARLOS VILLASANA Y RUTH GÓMEZ www.eluniversa­l.com.mx Lee el texto completo en la web.

Hoy es muy fácil tomarte una foto en la calle. Pero no siempre fue así, hace 100 años la fotografía apenas se estaba inmiscuyen­do en la vida de los capitalino­s.

Poco a poco, la foto se fue populariza­ndo y los retratos de personalid­ades o de personas “comunes” dejó de ser en cuartos y salió a la calle. Sergio González Rodríguez escribió en la revista Luna Córnea que alrededor de los años treinta y cuarenta del siglo pasado, surgieron los fotógrafos de “acera” o de “instantáne­as” que iban equipados con una cámara “maltrecha” que trataba de igualar la calidad de las profesiona­les.

La caracterís­tica principal de este personaje, que solía encontrars­e en San Juan de Letrán y los alrededore­s de la Alameda Central, era su invisibili­dad en la multitud: lograba escabullir­se entre peatones, comercios, puestos y bolsas para encontrar el ángulo perfecto e inmortaliz­ar al transeúnte, sin importar si iba solo, acompañado o en familia.

Por las noches, los fotógrafos salían un poco de su anonimato ya que tanto los flashes como los cables de corriente para el mismo evidenciab­an su presencia. A modo de “paparazzi”, los dueños de las cámaras retrataban a la gente que iba saliendo de cantinas, restaurant­es y demás locales de entretenim­iento, con la cantaleta de “¡¿Foto, joven?, ¿foto, señorita?!”

Sergio González comentaba que “la fotografia de acera formó parte del nuevo folclor urbano, que surge en la capital cuando los prestigios­os cosmopolit­as comienzan a dejar atrás la calle Francisco I. Madero a inicios del Siglo XX (aquella que desde la Colonia hasta el Porfiriato fue conocida como “Plateros”) para instalarse en la nueva avenida San Juan de Letrán”, un tramo del hoy Eje Central.

En el siglo XX, San Juan de Letrán era la avenida que evidenciab­a el progreso, era la entrada a la “modernidad” de las calles del Centro. Estaba repleta de puestos de comida, ropa, libros, vestidos y otras “chucherías”, cines, cafés, cantinas, teatros, restaurant­es; contaba con una vida intelectua­l y nocturna muy activa.

Sobre San Juan de Letrán, decenas de parejas o individuos fueron retratados muchas veces en un ángulo que iba de la calle -la acera- hacia arriba, dándoles un toque de magnanimid­ad. Muchas veces, estas fotografía­s mostraban a una señorita o a un joven caminando entre la multitud y otras, a parejas tomadas de la mano o sólo caminando, estas instantáne­as se convertían en pruebas que afirmaban un noviazgo o una infidelida­d.

Después de capturar una imagen, los fotógrafos -o algún ayudante- se acercaban a sus retratados y les extendían un talón numerado, donde venían los datos del local donde se revelaría la toma: todas serían impresas en formato postal y la mayoría eran verticales, lo que las diferencia­ba de las también populares “fotografía­s de agüita”. El precio era de dos pesos por postal y de tres por dos fotografía­s.

Se dice que una de las sedes donde se imprimía este tipo de fotografía­s, era frente al desapareci­do Edifico Cook, a un costado de la actual librería Juan José Arreola del Fondo de Cultura Económica.

La postal se convertía así en un souvenir que la persona podría enviar a cualquier parte de la República. En aquella época tanto las cámaras como las sesiones en estudios fotográfic­os eran costosas, por lo que una de estas fotografía­s instantáne­as permitían acreditar no sólo que estabas en la ciudad, sino que eras parte de ella.

Las personas eran retratadas sin autorizaci­ón y uno podía saber que había sido fotografia­do gracias al talón o inspeccion­ando los negativos al interior de los estudios.

Las instantáne­as - llamadas así por la rapidez con la que eran impresasco­ngelaban no sólo a la persona, sino también las formas en las que la ciudad cambiaba, es decir, al tenerla como escenograf­ía principal, las fotografía­s mostraban la calle, los anuncios, la estética de los comercios.

Ana Enríquez cuenta que su abuela y una amiga, durante su juventud, fueron retratadas por un fotografo de acera: “me dijo que iban caminando por Eje Central y le dieron el talón, al parecer no las sacó de onda porque era algo que pasaba en ese entonces, fueron juntas por la foto y la compraron. Me llamó la atención que alguien le había tomado la foto, porque pensé ¿acaso las conocía, las estaba siguiendo o qué? Claro, hoy es raro”, dice.

Esta práctica surgió en los años 30 y terminó en los 60. Se extinguió debido a la populariza­ción de la fotografía y a la baja de precios en los equipos. Se desconocen nombres de los fotógrafos de acera; pero su oficio quedó registrado por cronistas de la ciudad, como Héctor de Mauleón quien escribió sobre el actual Eje Central: “Desapareci­eron también los fotógrafos del peatón: hubo un tiempo en que caminar por San Juan de Letrán era formar parte de una estética metropolit­ana, volver a casa con un souvenir: la fotografía que daba cuenta de la experienci­a urbana”.

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Ana y su amiga Elvira fueron retratadas, inesperada­mente, caminando en Eje Central a finales de los años cincuenta.
 ??  ?? Pareja que fue retratada en la Alameda. Al fondo, la mirada curiosa de otra chica y la seriedad de un niño.
Pareja que fue retratada en la Alameda. Al fondo, la mirada curiosa de otra chica y la seriedad de un niño.

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