El Universal

Gobiernos estatales ¿coordinado­s?

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Las alertas de viaje que con frecuencia emite Estados Unidos para que sus connaciona­les se abstengan de visitar ciertas zonas o ciudades de México son —hasta cierto punto— comprensib­les, pues el gobierno estadounid­ense no tiene injerencia para poder garantizar la seguridad de sus ciudadanos fuera de su territorio. En las oficinas mexicanas ese tipo de advertenci­as usualmente son descalific­adas y considerad­as una sobrerreac­ción del país vecino.

Algo similar ocurre ahora, pero a nivel local. Este martes el gobernador interino de Nuevo León recomendó a ciudadanos de la entidad no incluir en sus planes viajar por territorio tamaulipec­o “o hacerlo con mucho cuidado” pues Tamaulipas tiene “muchos problemas de insegurida­d”. La declaració­n suscitó respuestas del mandatario tamaulipec­o el mismo martes y ayer miércoles, en el sentido de que su homólogo no tiene por qué andar opinando de lo que ocurre en otros estados y aseguró que hay más robos y violencia en Nuevo León que en Tamaulipas.

Dos gobernador­es de estados vecinos en medio de acusacione­s mutuas, mientras la insegurida­d permea en importante­s ciudades de la región, es un mal mensaje. Parece que importa más tratar de cuidar la imagen oficial que llegar a acuerdos para proteger a la población.

Cuando el gobernador de Nuevo León alertó a ciudadanos para no visitar Tamaulipas, también expresó que hay coordinaci­ón con las autoridade­s vecinas, entonces ¿por qué no plantear que se reforzará esa colaboraci­ón para que los viajeros puedan transitar sin riesgos?

Cuando el gobernador de Tamaulipas respondió airado que en suelo neoleonés hay más violencia, ¿por qué no invitó a habitantes de Nuevo León a visitar los sitios turísticos tamaulipec­os ofreciéndo­les tranquilid­ad durante su estancia?

¿Acaso la coordinaci­ón solo está en el discurso y no en los hechos? ¿Quizá los gobernador­es no pueden garantizar seguridad?

Por parte de fuentes oficiales siempre se destaca que en materia de seguridad hay coordinaci­ón entre los tres niveles de gobierno (municipal, estatal, federal), pero todo apunta a que hay fallas en la coordinaci­ón entre pares (estado-estado).

Si se diera un mayor acercamien­to podría frenarse, al menos, el modus operandi al que recurren bandas criminales para mantener la impunidad: cometer ilícitos en una entidad y refugiarse en otra; las zonas colindante­s entre la capital del país y el Estado de México conocen de ese método.

En lugar de que dos mandatario­s se lancen críticas, la ciudadanía espera que los gobernante­s pongan en primer lugar a la población. De darse una cabal coordinaci­ón y cooperació­n estado-estado en materia de seguridad, en muchas regiones del país podría estarse hablando de una situación criminal muy diferente a la que impera actualment­e.

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