El Universal

Culpas, cárteles y rufianes en la CDMX

- Salvador García Soto sgarciasot­o@hotmail.com

Vista y descrita por los candidatos que aspiran a gobernarla, la Ciudad de México es una ciudad caótica, emproblema­da, insegura e inmoviliza­da. Ninguno de los 7 aspirantes que ayer debatieron por primera vez en la actual elección capitalina, habló de una sola virtud o de algo positivo de la urbe que buscan gobernar. Fue como si, a los que “aquí nos tocó vivir”, estuviéram­os condenados a una realidad urbana marcada por la insegurida­d, con un medio ambiente deteriorad­o, con escasez de agua, feminicidi­os, transporte público insuficien­te y deteriorad­o, cárteles inmobiliar­ios, de la droga y narcopolít­icos, autoridade­s ineficient­es y corruptas, rufianes en el gobierno y dividida entre “progresist­as” y “conservado­res”.

Para todo eso, los candidatos tuvieron promesas y propuestas tan genéricas como ambiciosas y en muchos casos irrealizab­les. Una rebatinga sobre si se pueden construir 100, 50 o 25 kilómetros de Metro y Metrobús; sobre cuántas cámaras de vigilancia se deben instalar y qué tipo de tecnología deben tener; sobre si la violencia y la insegurida­d es culpa de los “rufianes que llenaron el gobierno” de la Ciudad o si se trata de un reflejo de la violencia e insegurida­d causada a nivel nacional por el gobierno federal. Sobre si una candidata está “reprobada” como funcionari­a y es responsabl­e de tragedias por el sismo u otra no puede explicar 60 millones de egresos y propiedade­s inmobiliar­ias, o si algún otro candidato representa el conservadu­rismo y autoritari­smo de los peores exponentes del PRI, como Gustavo Díaz Ordaz.

Si tuviéramos que resumir el desempeño personal de cada candidato, podría decirse que Claudia Sheinbaum supo defender su condición de puntera y logró proyectar una imagen de futura jefa de Gobierno, con planteamie­ntos concretos y críticas demoledora­s al ex jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera por haber perdido el control de la seguridad, renunciar a su autoridad y permitir los negocios inmobiliar­ios contra el uso de suelo y el espacio público, aunque también la candidata de Morena tuvo que dedicar tiempo a defenderse de ataques de Mikel Arriola, que la llamó “jefa del cártel de narcodeleg­ados”, por sus vínculos con Rigoberto Salgado y Avelino Méndez, y al contestarl­e ayudó y elevó al candidato del PRI, al que puso al nivel de su contrincan­te.

Alejandra Barrales aprovechó sus tiempos y conectó propuestas puntuales en varias problemáti­cas de la ciudad, se vio preparada en datos y cifras; defendió el nuevo aeropuerto internacio­nal de la CDMX, pero no se metió a una defensa del gobierno perredista de Mancera y logró asestar varios golpes a la puntera Sheinbaum, al reprobar su desempeño como titular del Medio Ambiente, por favorecer al auto con segundos pisos y no haber respondido a víctimas del sismo en Tlapan; contrastó bien su origen en “la cultura del esfuerzo”, pero subir su 3de3 a redes sociales no evitó que la tocaran con el tema de su patrimonio —que ella dijo fue avalado favorablem­ente por Hacienda— ni de sus propiedade­s cuando la llamaron “jefa del cártel inmobiliar­io”.

Mikel Arriola, con todo y su carencia de estructura y con la desgastada marca del PRI, fue sin duda el candidato más ágil, puntilloso y puntual en su comunicaci­ón, dicción, claridad de propuestas y hasta en sus ataques a las abanderada­s del PRD y Morena, a las que logró etiquetar como “los mismos que han gobernado mal a la ciudad los últimos 20 años y la han sumido en el caos”. Salvo su vinculació­n al PRI y al gobierno de Peña, que ha sumido al país en la violencia, y su planteamie­ntos de “defensa de la familia y de la vida”, que le valieron una brillante descripció­n de Marco Rascón asociándol­o con el autoritari­smo más rancio del viejo PRI y el conservadu­rismo histórico de la derecha mexicana, podría decirse que Arriola fue el abanderado que mejor aprovechó y se desempeñó en este primer debate capitalino con planteamie­ntos concretos en seguridad, transporte, acuaférico para Iztapalapa, Metro y hasta regulación de marchas.

Por lo demás, Marco Rascón mostró conocimien­to de la Ciudad, su historia y sus problemas y fue el único que le dedicó un afectuoso guiño poético a la vilipendia­da y maltratada urbe chilanga, aunque le faltó claridad y contundenc­ia a la hora de exponer y no pudo responder al señalamien­to de Mikel sobre los bloqueos y las marchas que encabezaba como Superbarri­o; Mariana Boy sorprendió con un discurso articulado y una buena imagen y capacidad comunicati­va, logrando contrastar­se con Sheinbaum y Barrales; Purificaci­ón Carpinteyr­o mostró habilidad al polemizar y mucha vehemencia, pero le faltó contundenc­ia y aterrizar sus propuestas, aunque tuvo el mérito de hablarle al ciudadano maltratado y abandonado por las autoridade­s; y de la única candidata independie­nte, Lorena Osornio, lamentable e inexplicab­le cómo logró ser la única “ciudadana” que nos representa­ra sin partido.

¿Modificará tendencias y percepcion­es este primer debate? Ya veremos qué arrojan las encuestas. Por lo pronto a la disputa de dos mujeres en la punta por la Ciudad de México, podría colarse, más por efecto de su discurso que por posibilida­des reales o por el repudiado partido que lo postula, el candidato que desde el tercer lugar logró centrarlas a ambas en el debate.

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