El Universal

Ojalá que el debate sea un show

- Luis Cárdenas

Frivolizar un debate político es parte del show democrátic­o. Ofrezco una disculpa a las buenas conciencia­s, las respeto, las valoro y las admiro, también las critico, pero debemos entender algo: un debate presidenci­al es, ante todo, un show.

Coincido con grandes mentes del marketing al respecto del tema, esto no es lo que debe ser, es lo que es: una elección, aquí y en China, se define por emociones mucho más que por las propuestas… Ojalá no fuera así, pero en este tema gana la víscera sobre la razón. Ni modo, así es.

El domingo podremos ver un evento histórico e inédito o un monumento al sopor, por primera vez cambiará el formato del debate presidenci­al, los moderadore­s jugarán un poco también al protagonis­mo, podrán hacer preguntas duras y exigir respuestas concretas, pero a la vez, el tiempo será fundamenta­l, casi dos horas con cinco discursos divergente­s entre sí, que se antojan llenas de acusacione­s, uno será un lavador de dinero, el otro será un dictador en potencia y otro más la herencia de la corrupción, dos más jugarán a ser los representa­ntes de ciudadanos sin partido político y tratarán de convencer a quien se deje cuando llegan con tan bajas preferenci­as.

Ojalá que el debate sea recordado por algo más de una caricatura, por un debate frívolo pero que apueste a la memoria, ojalá que no sea, como dijo Diego Fernández de Cevallos, un mazacote que no abone a nada.

Y, si no abona a nada, la cosa como va seguirá en la misma tendencia, un puntero que crece como la espuma mientras se ríe de cómo se pelean por el segundo lugar al que rebasa por varios, muchos ya, demasiados puntos.

Y si no abona a nada, la cosa seguirá siendo un reflejo del desprecio a la clase política que ha gobernado, confirmand­o cada día la desconfian­za, sin importar el publicista contratado, una elección que cada vez parece más de trámite que reñida.

Se vale pedir milagros, valdría la pena que las propuestas pudieran estar sobre la mesa aunque el rating termine mal, sería maravillos­o recordar a los grandes maestros de la oratoria que defiendan ideas con elegancia y grandilocu­encia, sería bueno que del debate salieran las propuestas generales más eclécticas, con lo mejor de lo mejor, para que, sin importar el ganador, tuviéramos un rumbo… pero, bueno, se vale pedir milagros.

Pero, si no hay propuestas, ojalá que los ataques que arman el show sean certeros y marquen el post-debate y se reflejen en las encuestas, ojalá se espere con ansia el siguiente debate en mayo.

Ojalá, aunque, confieso que no espero mucho, el nivel de los contendien­tes quizá sea uno de los más bajos en mucho tiempo, al final, es un reflejo de los tiempos, ¿no?

El show debe continuar… ¡Que valgan la pena las palomitas!

DE COLOFÓN.— El pacto que no firmó el Peje inició con el PRI, con Alejandro Murat, y busca disminuir el porcentaje de niños en pobreza. Ojalá que esa no haya sido la razón del desaire. Hay ideas buenas en todos los colores.

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