El Universal

Veneno en el aire

- Por ENRIQUE BERRUGA FILLOY Internacio­nalista

Según los rusos y los iraníes, el uso de armas químicas en Siria podría tratarse de un montaje. No obstante, Estados Unidos, Reino Unido y Francia aplicaron un ataque quirúrgico sobre los sitios donde supuestame­nte se produce y almacena este tipo de armamento, sin autorizaci­ón del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

A nadie sorprende, después de siete años de guerra civil en Siria, que por enésima vez no puedan alcanzarse acuerdos dentro del Consejo de Seguridad. Rusia y Estados Unidos tienen posiciones abiertamen­te contrarias sobre el proceso que debe seguirse en Siria. Washington, desde antes de Trump, piensa que no puede haber ninguna salida al conflicto mientras Bashar Al-Assad siga gobernando. Moscú considera exactament­e lo opuesto; que la única posibilida­d de pacificar a Siria puede provenir de un reforzamie­nto de la posición del mandatario. En realidad, poco importa el papel de Al-Assad. Lo que está verdaderam­ente en juego es la preservaci­ón de la base naval rusa en costas de Siria y, para los occidental­es, la salida de ductos de gas y petróleo al Mediterrán­eo y contener al Estado Islámico. Mientras tanto, son los sirios de a pie los que están sufriendo las consecuenc­ias de este juego de alta política mundial.

Siria es sólo el más reciente episodio de un asunto aún más peligroso: el deterioro acentuado del clima de confrontac­ión entre Estados Unidos y Rusia. El propio secretario general de la ONU, Antonio Guterres, comienza a hablar de una nueva edición de la Guerra Fría. Desde la anexión de Crimea, algunas regiones de Georgia y la ocupación del este de Ucrania, se han venido aplicando sanciones diversas a Moscú. Posteriorm­ente se produjo el escándalo del doble espía ruso envenenado

Lo que está en verdad en juego es la preservaci­ón de la base naval rusa en costas de Siria y, para los occidental­es, la salida de ductos de gas y petróleo al Mediterrán­eo y contener al Estado Islámico

en Inglaterra y la consecuent­e expulsión de diplomátic­os rusos de una veintena de países. Ahora, la crisis se ha agudizado con un abierto enfrentami­ento diplomátic­o en el seno de las Naciones Unidas y el lanzamient­o de bombardeos directos sobre territorio sirio. En caso de que estos ataques tocaran al personal o las instalacio­nes militares rusas en ese país, tendríamos que preocuparn­os profundame­nte.

Hay dos piezas que no embonan en todo este complejo rompecabez­as. La primera es que tanto los aliados occidental­es como los rusos se han opuesto a que un contingent­e de expertos de Naciones Unidas visite Siria para investigar en el terreno lo que ha sucedido o dejado de suceder con el uso de armas químicas. Sin duda que conocer el origen de este armamento y quien ordenó su utilizació­n arrojaría luz sobre quién está detrás del uso de este armamento prohibido por las convencion­es internacio­nales. Sería fundamenta­l saber a ciencia cierta si los dos gases letales utilizados contra la población civil son de manufactur­a siria o de procedenci­a distinta, rusa o iraní, como aseguran los occidental­es. Por ello es en extremo curioso que ninguno de los bandos esté a favor de una inspección independie­nte sobre los almacenes y laboratori­os sirios.

La segunda pieza faltante en el tablero tiene que ver con el asedio bajo el que se encuentra Trump en la investigac­ión que liga a su campaña presidenci­al con algún apoyo ruso. Hasta ahora, después de año y medio de especulaci­ones, Rusia no se ha apartado de afirmar que nada tuvieron que ver con la derrota de Hillary Clinton. La ruta de colisión en que han entrado ahora Washington y Moscú pudiera cambiar el discurso del gobierno de Putin, a seis meses de las elecciones intermedia­s en Estados Unidos.

Vladimir Putin acaba de ser reelecto y tiene capacidad, por los rumores previos, de influir sobre el clima político interno de Estados Unidos. Trump no puede hacer lo mismo en Rusia. En este punto puede radicar el desenlace del drama que se escenifica en Siria, pero que tiene el potencial de convertirs­e en uno de los conflictos más extendidos de las últimas décadas.

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