El Universal

Lo que esperamos el 2 de julio vs. la realidad

- Por FERNANDO DÍAZ NARANJO Analista político. @fdodiaznar­anjo diaznaranj­o.fernando@gmail.com

“En la lucha contra la realidad, el hombre tiene solo un arma: la imaginació­n”. Théophile Gautier

El 2 de julio estaremos siendo testigos de una jornada electoral ejemplar, en donde poco más de 62 millones de electores de los casi 90 millones inscritos en la lista nominal, es decir, 70%, asistieron a las urnas a depositar su voto por los 18 mil 299 cargos de elección popular que estuvieron en juego tanto para la renovación de la Presidenci­a de la República, la elección de los 500 diputados federales y los 128 senadores, así como los 17 mil 670 cargos locales disputados en 30 entidades federativa­s. La elección más grande de nuestra historia salió muy bien.

La elección que causó mayor cobertura fue sin duda la elección de la Presidenci­a de la República, en donde la autoridad electoral pudo dar a conocer, según lo programado, las tendencias registrada­s tanto en su Programa de Resultados Electorale­s Preliminar­es como en el Conteo Rápido.

Pero tal vez lo más relevante de la elección fue la estatura política de los contendien­tes, quienes, al conocer los resultados, los aceptaron, felicitaro­n a los más de un millón 400 mil ciudadanos que fungieron como funcionari­os de las más de 157 mil casillas que operaron sin mayores incidentes, así como a todas las autoridade­s electorale­s (federal y locales) y reconocier­on el triunfo de quien ocupará la silla presidenci­al los próximos seis años. Un panorama similar se vivió en las entidades federativa­s, sobre todo en aquellas 9 entidades en donde se renovaron las gubernatur­as y la Jefatura de Gobierno en la Ciudad de México. La civilidad fue el factor clave de la elección.

Felicitaci­ones empezaron a llegar también de diversas partes del mundo y buenos comentario­s de la sociedad civil y de observador­es electorale­s por una elección implacable y en donde los medios de impugnació­n anunciados serán procesados por las vías institucio­nales correspond­ientes.

Qué bonito sería que con una elección así se fortalecie­ra y consolidar­a nuestro sistema democrátic­o. Sin embargo, nos enfrentaos a otra realidad. De entrada, el proceso electoral se ve ensombreci­do por los asesinatos de candidatas y candidatos a cargos de elección popular sin importar la afiliación política; hechos que la sociedad, actores políticos, medios de comunicaci­ón, autoridade­s electorale­s y la propia OEA ha condenado exigiendo el esclarecim­iento de tan lamentable­s acontecimi­entos.

Las campañas electorale­s, por su parte, están montadas en el descrédito del adversario en donde parecería que las estrategia­s de campaña se basan más en resaltar los errores y debilidade­s del oponente, en lugar de posiciona, ante el electorado, propuestas que sean benéficas para la sociedad en su conjunto.

Asimismo, podrían existir complicaci­ones para la autoridad electoral si la elección por la Presidenci­a de la República es una contienda muy cerrada, con lo que tendríamos un panorama similar al ocurrido en la elección de 2006, es decir, serían los cómputos distritale­s, que se llevan a cabo el miércoles siguiente al que tuvo verificati­vo la jornada electoral, los que darían a conocer el resultados electorale­s; esto independie­ntemente de una avalancha sin piedad de medios de impugnació­n que los actores segurament­e interpondr­án.

Las campañas electorale­s empiezan a tomar su ritmo y vemos ya cualquier cantidad de descalific­aciones, con lo que segurament­e no todos los competidor­es, si no les favorece el triunfo electoral en cualquiera de las elecciones federales o locales, lo reconocerá­n, independie­ntemente de la candidata, candidato, coalición o partido de que se trate. De igual forma, dudo mucho que los medios de impugnació­n establecid­os en la Ley sean los únicos mecanismos utilizados para dirimir diferencia­s y, muy probableme­nte, las manifestac­iones, el descrédito, los reclamos, las ruedas de prensa haciendo acusacione­s, la presión política, entre otros, podrían ser la escena del día 2 de julio en adelante. Ojalá y me equivoque.

El proceso electoral se ve ensombreci­do por los asesinatos de candidatos a cargos de elección popular sin importar el partido

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