El Universal

¿Hubo un ataque químico en Siria?

- Por Francisco Gil-White Catedrátic­o del ITAM y autor de “El Colapso de Occidente: El Siguiente Holocausto y sus Consecuenc­ias”, edita la revista web HIR: www.hirhome.com

Adiario hay niños baleados, sepultados, incinerado­s o detonados en Siria y el mundo sigue. Pero si un niño muere —presuntame­nte— en ataque químico, el mundo se detiene. Y exige respuesta. ¿Magia? No. Una saturación mediática insiste en el “horror” de las armas químicas y eso condiciona.

Con tal condiciona­miento, usar dichas armas sería regalar coartada política a la respuesta militar de tus enemigos. ¿Por qué habría Bashar al-Assad de hacerlo? Aunque usted lo considere un “monstruo”, ¿eso lo vuelve estúpido? Va más allá de una mala estrategia. Para atacar civiles con armas químicas, Al-Assad tendría que ser un monstruo muy bruto. ¿Por qué? Porque un monstruo quiere más muertos, pero las armas químicas, dice un análisis de Vice, “no son muy efectivas para matar”.

En la historia oficial de la Primera Guerra Mundial explican que, si bien ahí los soldados, atorados meses en las trincheras, eran presa ideal, “el gas logró tan solo éxitos locales, nada decisivo; hizo a la guerra más incómoda sin conseguir otro objetivo”.

Hoy día, el reto táctico de las armas químicas es el mismo. Por lo general se envían con bombas, artillería o misiles que destruyen una buena parte del agente químico. “El menor cambio de viento, humedad o del sol puede afectar mucho su potencia”. ¡Y una brisa caprichosa bien pudiera devolverla­s contra el emisor! Luego entonces, quien diga que Al-Assad lanza armas químicas para matar —porque lo llama “monstruo”— lo llama “imbécil”.

¿O será que —por el horror que sentimos— Al-Assad las use como herramient­a de guerra sicológica? En ese caso estaría presumiend­o, avisando a sus enemigos que bien pudiera usarlas de nuevo. Pero Al-Assad niega categórica­mente las acusacione­s.

Ojo: yo no defiendo a Al-Assad. Pero una inteligenc­ia mediana le basta para apreciar lo obvio: cualquier uso de armas químicas sería, a cambio de casi nada, un regalo de propaganda al enemigo.

Aquel enemigo podrá regalarse lo mismo con una calumnia efectiva, poderoso incentivo. Pero ya puedo escuchar la objeción: fueron los Cascos Blancos (Defensa Civil Siria) quienes acusaron. Ellos no mentirían, ¿o sí?

Se entiende el escepticis­mo. Los Cascos Blancos, loados en un documental de Netflix ganador del Oscar, tienen el respaldo, entre otros, de George Clooney, Justin Timberlake, Hillary Clinton, y el ministro británico de relaciones exteriores. Críticas también las hay, pero Wikipedia insiste que las produce una campaña ruso-iraní de desinforma­ción.

No iremos a decir que Wikipedia, Clinton, el gobierno británico, y Hollywood están todos mal, ¿o sí? Sí lo digo. Me basta la siguiente informació­n (ni un detalle viene de fuentes rusas o iraníes).

Según el New York Times, Raed Saleh, líder de Cascos Blancos, se puso “lívido” cuando Estados Unidos bombardeó posiciones yihadistas en Siria y exigió que mejor golpearan a Al-Assad. Se supone que sólo quiere salvar civiles, y que no toma partido, pero esto me parece un sesgo pro yihadista.

Eso se investiga: ¿Hay acusacione­s de este grupo contra yihadistas? Ponga usted (entrecomil­lado) “cascos blancos acusan” en Google y verá que, durante años, han acusado “al gobierno sirio,” “al régimen de Al-Assad,” “a las tropas gubernamen­tales” (todos sinónimos de Al-Assad), y “a Rusia” ¿Y a los yihadistas? Ni una vez. Curioso, ¿no? Porque los yihadistas atacan civiles todo el tiempo, es su doctrina.

Y con dicha doctrina, ¿habrían de tolerar a voluntario­s buenistas salva civiles? Para nada. Pero mire usted: Cascos Blancos opera en territorio de Frente Nusra, yihadistas afiliados con Al-Qaeda, el famoso grupo terrorista.

¿Sería Cascos Blancos un testaferro de Al-Qaeda? Eso explicaría un video en internet donde vemos a personal de Cascos Blancos celebrando con yihadistas de Frente Nusra; y otros videos (varios) ¡donde participan con yihadistas en ejecucione­s públicas!

¿Sabía usted que a Raed Saleh, líder de Cascos Blancos, le negaron entrada a Estados Unidos cuando viajó para recibir un premio? ¿Qué pasaría? ¿Se olvidarían de avisar al personal de aeropuerto de hacerse mensos cuando apareciera el nombre de Saleh en listas terrorista­s?

Una cosa es segura: convertir las acusacione­s de Cascos Blancos en “noticia” —y, peor aún, en sustento de política militar— es un atropello.

Usar armas [químicas] sería regalar coartada política a la respuesta militar de tus enemigos. ¿Por qué habría Bashar al-Assad de hacerlo?

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