Un nuevo paradigma del desarrollo rural
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) representan el más amplio consenso alcanzado por la humanidad sobre el tipo de desarrollo al cual aspiramos. Establecen un mínimo civilizatorio sobre las oportunidades y niveles de bienestar a los cuales cada ser humano tiene derecho y definen las obligaciones de la humanidad respecto de nuestro planeta y sus generaciones futuras.
Se trata de erradicar la pobreza extrema y el hambre, combatir la desigualdad y la injusticia y solucionar el cambio climático en todos los países y para todas las personas.
Al definir los ODS en 2015, los líderes de 193 naciones aprobaron también un plan de acción para alcanzarlos: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con metas e indicadores para medir su progreso.
Para lograr la gran mayoría de dichas metas e indicadores, es indispensable avanzar en una profunda transformación de las sociedades rurales y de las formas en que nos relacionamos con el campo. Casi ocho de cada diez de los indicadores de la Agenda 2030 están íntimamente vinculados a lo que suceda con las sociedades rurales, y dos de cada diez sólo se pueden lograr en y con el campo.
Pero sin profundas transformaciones rurales será imposible cumplir las ambiciosas metas de la Agenda 2030.
Los ODS representan un profundo cambio respecto del paradigma que nos guió desde la postguerra, según el cual el desarrollo consistía en dejar atrás lo rural y abrazar, en cambio, la urbanización y la industrialización. Los ODS, por el contrario, contienen metas que solo serán alcanzadas redefiniendo el papel de las sociedades rurales, incluyendo sus vínculos con el mundo urbano, y promoviendo el desarrollo y acceso al mercado de los pequeños productores.
Si en el siglo pasado el desarrollo consistía en superar la ruralidad, en el siglo 21 el desarrollo solo será sinónimo de progreso humano si resulta en sociedades rurales más plenas, con un mayor ejercicio de derechos básicos y una mayor capacidad de aportar a nuestro destino común en este planeta.
La idea de que el campo es un mundo estático y adverso al cambio se contradice con la realidad: las sociedades rurales de América Latina y el Caribe han vivido profundas transformaciones, especialmente a partir de la década de 1980. Sin embargo, en la mayoría de nuestros países, la transformación rural no ha sido socialmente incluyente, y tampoco ha sido ambientalmente sustentable. Las desigualdades no son sólo económicas y sociales, sino también sectoriales, territoriales, étnicas y de género.
El nuevo paradigma de desarrollo rural debe impulsar transformaciones estructurales para acercarnos a las metas de los ODS.
Para impulsar este tipo de desarrollo los cuatro principales organismos multilaterales dedicados al mundo rural, la FAO, el FIDA, el IICA y el PMA convocaron a los países de la región al evento Las Sociedades Rurales y la Agenda 2030, en Santiago de Chile el 17 de abril, como parte del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible.
Su objetivo es tan simple como importante: hacer presente que, sin un nuevo tipo de desarrollo rural, no hay ninguna posibilidad de desarrollo sustentable, no sólo para los habitantes rurales sino para cualquier persona en este planeta.