El Universal

La Bestia mueve cientos de ilusiones de centroamer­icanos

• Con panorama adverso migrantes llegan a Hermosillo; buscan refugio en EU

- AMALIA ESCOBAR Correspons­al

Hermosillo.— Cada vez falta menos. Más de 3 mil kilómetros de fatiga son el rostro de la esperanza para la familia Rivera, que en el lomo de La Bestia busca cumplir su sueño americano; desde Honduras hasta San Diego, California, donde les ilusiona un futuro prometedor.

Los seis integrante­s de la familia de Carlos, de 37 años, forman parte de los más de mil migrantes que el 25 de marzo salieron de Chiapas. Ha sido un viaje tan lento como inseguro, con temperatur­as tan frías que “calan” los huesos y tan cálidas que los tiene aletargado­s por deshidrata­ción, sobre vagones donde se trasladan desde mercancías diversas hasta chatarras comprimida­s.

Literalmen­te, han pasado sus últimos días al borde del abismo. Ellos cuentan que en el trayecto de Obregón a Hermosillo, un hombre perdió un dedo y otro se quemó con el vapor que emanaba de un furgón.

Carlos carga una bandera hondureña, en su trayecto grita a los cuatro vientos: “Soy catracho”, pero a pesar de su orgullo patrio, abandonó su país para buscar un bienestar para su esposa Evangelist­a, de 36 años, y sus hijos Angel José, de 9; Ashin, de 12; Carlos, de 14, y Kevin, de 15.

“Viajamos sin un peso, no traemos nada, comemos lo que nos da la gente, si hay una tortilla, alcanza para

“Mi familia y yo viajamos sin un peso, no traemos nada, comemos lo que nos da la gente, si hay una tortilla, alcanza para seis, aquí todos somos uno” CARLOS RIVERA Migrante hondureño

seis, todos somos uno”, expresa al comentar que en su país fue asaltado y amenazado de muerte; allá no hay quien preste, nadie tiene.

Mientras lo entrevista EL UNIVERSAL, uno de sus hijos es atendido por los paramédico­s de la Cruz Roja, en la Estación de Ferromex. Bajó débil y deshidrata­do a causa de la travesía desde Guadalajar­a.

Sus palabras expresan la ilusión de que sus hijos estudien en Estados Unidos y él, contar con un trabajo, platica y, de pronto, su rostro pierde la dureza y las lágrimas ruedan por sus mejillas, lamenta que sus hijos estén pasando esta experienci­a tan dura, pero es lo único que puede hacer por sus vidas.

Aprieta la bandera hondureña y con ella se ventila la cara, la repasa en su rostro y luego la humedece al tallar sus ojos. ¡Gracias México!, expresa Carlos, quien forma parte de la Caravana 2018, Viacrucis “Migrante en Lucha”.

Lorena, de 23 años, madre de dos niñas, originaria de San Pedro Sula, se bajó de La Bestia y agotada se sentó en una barda de la estación ferroviari­a, ahí vio jugar a sus dos hijos de cinco y tres años. Viaja con su esposo; también van con todo para solicitar amnistía humanitari­a a Estados Unidos.

Enrique Brown Pérez, coordinado­r estatal de Socorros de la Cruz Roja, quien recibió a la caravana, reportó que los migrantes llegaron con cansancio físico, problemas de salud e infeccione­s respirator­ias. Diez niños de entre dos y cinco años fueron trasladado­s al Hospital Infantil del estado por posible neumonía; tres adultos fueron hospitaliz­ados por distintas causas de neumonía, hermorragi­a y heridas lacerantes.

Alrededor de 500 personas llegaron en el tren a la estación de Hermosillo, se espera que en las próximas horas arriben desde Guadalajar­a seis camiones donde se trasladan mujeres y niños, para unirse en esta capital y emprender juntos en el lomo de La Bestia, el viaje hacia Tijuana, frontera con San Diego, California.

 ??  ?? Cansados y con problemas de salud por las condicione­s en que viajaron en el tren, los migrantes llegaron a Hermosillo. A pesar de su orgullo patrio, el hondureño Carlos abandonó su país por buscar mejor vida para su esposa y sus hijos.
Cansados y con problemas de salud por las condicione­s en que viajaron en el tren, los migrantes llegaron a Hermosillo. A pesar de su orgullo patrio, el hondureño Carlos abandonó su país por buscar mejor vida para su esposa y sus hijos.
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