El Universal

La difícil ruta hacia el poder

- JOSÉ MELÉNDEZ Enviado

••• La Habana.— Después de 59 años, tres meses y 19 días de revolución cubana, Miguel Díaz-Canel se convirtió en el quinto cubano que, sin ostentar el apellido Castro, ejercerá la jefatura de Estado de Cuba.

Luego de la victoria revolucion­aria de 1959, la presidenci­a de Cuba fue ejercida por los cubanos Manuel Urrutia Lleó, del 2 de enero al 17 de julio de ese año, y Osvaldo Dorticós Torrado, del 17 de julio de 1959 al 2 de diciembre de 1976. Pero el poder real siempre quedó depositado en los hermanos Castro Ruz. Por un lado, dominó Fidel, comandante en jefe de la revolución, y por el otro, controló el general Raúl.

Nacido en 1908, Urrutia rompió con Fidel en julio de 1959 por un conflicto sobre su exigencia de convocar a elecciones generales, se refugió en la embajada de Venezuela en La Habana y se exilió en Estados Unidos, donde murió en 1981. Dorticós, nacido en 1919, se mantuvo leal a la revolución y se suicidó en 1983.

Como líder cubano indiscutib­le y con el timón del poder sobre Urrutia y Dorticós, Fidel fue primer ministro del 16 de febrero de 1959 al 2 de diciembre de 1976 y ocupó, del 3 de octubre de 1965 al 19 de abril de 2011, el verdadero mando: primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC). A diferencia de la cúpula germen de la revolución, Díaz-Canel nació después de 1959 —cumplió 58 años el viernes— y nunca fue parte de la generación de los barbudos que, victorioso­s tras una guerra de guerrillas desde 1956 que registró sus etapas bélicas cruciales en el oriente y centro de Cuba, irrumpiero­n triunfante­s en La Habana en enero de 1959 al mando del comandante.

A ese bloque inicial pertenecie­ron guerriller­os famosos y ya fallecidos, como el argentino-cubano Ernesto Che Guevara de la Serna (1928-1967) y los cubanos Camilo Cienfuegos Gorriarán (1932-1959) y Juan Almeida Bosque (1927-2009). También son parte los comandante­s de la revolución sobrevivie­ntes, como Ramiro Valdés Menéndez, vicepresid­ente de los dos consejos (cumplirá 86 el 28 de este mes), y Guillermo García Frías, de 89.

Muchos aspiraron al cargo que ahora ocupa Díaz-Canel y se quedaron en el camino por conspirar en cuarteles, traicionar en secreto o intrigar a espaldas del liderazgo histórico, que siempre repitió que “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”.

Entre esos nombres están Hubert Matos (1917-2014), protagonis­ta en octubre de 1959 de la primera rebelión contra Fidel; Roberto Robaina, defenestra­do en 1999 por tratos irregulare­s con extranjero­s, así como Felipe Pérez Roque y Carlos Lage Dávila, ambos caídos en desgracia en 2009 al descubrirs­e que hacían burla de Raúl. Robaina, Pérez Roque y Lage son hoy capítulos políticos del olvido interno.

Así, y tras sortear múltiples obstáculos y trampas, Díaz-Canel entró en 2013 —al amparo de los dos Castro— en la ruta hacia el poder, al que finalmente llegó.

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Desde el triunfo de la revolución, en 1959, hasta su muerte, en 2016, Fidel Castro fue el líder moral indiscutib­le de Cuba.
Líder histórico. Desde el triunfo de la revolución, en 1959, hasta su muerte, en 2016, Fidel Castro fue el líder moral indiscutib­le de Cuba.

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