El Universal

¿Es opción congelar precios?

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Hay millones de personas en el país, principalm­ente aquellos menores de 35 años, que saben muy poco sobre control de precios o precios congelados. A ellos les ha tocado vivir una etapa en la que la economía mexicana ha tenido que competir en el mundo en condicione­s de apertura y de igualdad ante el resto de sus socios.

Desde mediados de la década de los 80 el país fue cambiando poco a poco su economía. Atrás iban quedando los precios únicos para productos, y aparecían términos como competenci­a, valor agregado e innovación.

El sector energético fue de los últimos en abrirse y en adecuarse a los estándares internacio­nales. En 2017 se liberó el precio de la gasolina, una experienci­a nada gratifican­te para la población; a principios de ese año los aumentos desataron protestas sociales.

En el proceso electoral que vive el país, el candidato Andrés Manuel López Obrador anunció hace unos días que de ganar el próximo 1 de julio congelará los precios de la gasolina durante los primeros tres años de su administra­ción.

Ahora los gasolinero­s advierten posibles consecuenc­ias si se da ese escenario: se frenarán inversione­s por 16 mil millones de dólares que se habían previsto para construir nuevas estaciones de servicio e infraestru­ctura para almacenar, distribuir y transporta­r combustibl­es.

Plantear en la actualidad el control de precios es una medida obsoleta y fuera de lugar. Poner límites en los costos de artículos no alienta la producción. ¿Para qué esforzarse por generar un bien o por ofrecer un mejor servicio si el productor o el empresario no puede fijar el precio? En este caso el control lleva a una menor oferta de bienes.

No se puede negar, sin embargo, que para el consumidor el único dato relevante es que la gasolina ha bajado de precio en Estados Unidos mientras en México ha ido a la alza, que los incremento­s se dieron por encima del resto de otros productos e incluso generaron índices inflaciona­rios que no se habían visto en casi dos décadas, pero no por ello hay que volver a prácticas superadas.

El mes pasado la Comisión Federal de Competenci­a Económica anunció que investiga posibles prácticas de gasolinero­s que atentan contra la competitiv­idad y que eventualme­nte irían en perjuicio del cliente.

Esa debe ser la función del gobierno: más que imponer o congelar precios, regular el mercado e impedir la confabulac­ión de grandes consorcios para cometer abusos.

El estado tiene que ser facilitado­r de inversione­s y no un obstáculo.

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