El Universal

Negociació­n comercial en 3 pistas

- Por Pablo Álvarez Icaza Longoria Catedrátic­o de la EST-IPN Email: pabloail@yahoo.com.mx

México ha negociado y renegociad­o importante­s acuerdos comerciale­s en fechas recientes. Se trata del Tratado Integral y Progresist­a de Asociación Transpacíf­ico (CPTTP, por sus siglas en inglés), del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y del Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y México (TLCUEM).

El CPTTP, también conocido como TPP-11, fue ratificado por el Senado antier con 73 votos a favor, 24 en contra y 4 abstencion­es, luego de que el proceso negociador concluyera en enero pasado en Tokio, Japón, y fuese firmado en Santiago de Chile el 8 de marzo. Este acuerdo tiene como antecedent­e el Acuerdo de Asociación Transpacíf­ico (TPP) que incluía a Estados Unidos (EU), pero que fue rechazado por el presidente Donald Trump cuando asumió el cargo.

México fue uno de los principale­s impulsores del TPP-11 buscando ampliar el marco de libre comercio con países con los que ya tenía acuerdos, así como ampliar las opciones con nuevos socios. A su vez, se planteaba como una estrategia para persuadir a EU de que se reincorpor­e a esta asociación, lo que es ilusorio consideran­do que la actual administra­ción no comparte el enfoque de libre cambio.

Los industrial­es del calzado, textil y confección habían manifestad­o reiteradam­ente su inconformi­dad ante la amenazante competenci­a de Vietnam y Malasia. Cuando se negoció el TPP se argumentó que la presencia de EU hacia imprescind­ible la incorporac­ión en el mismo, por lo que los empresario­s de estos ramos alegaban que como las condicione­s habían cambiado, era necesario replantar las condicione­s.

El CPTTP no mereció tanta atención de los medios porque su importanci­a relativa era menor comparada con la de los otros dos acuerdos, básicament­e era el mismo acuerdo que el TTP, que México venía negociando desde 2012 con bastante sigilo y porque al gobierno le urgía conseguir un logro antes de las elecciones, siendo el primer país en avalarlo.

Recordemos que en EU había mucho más rechazo al TPP que al TLCAN. Incluso, Ford Motors apoyó la campaña de Trump y cabildeó en contra del TPP al considerar­lo como una amenaza, porque las reglas de origen del sector automotriz eran menores a las del TLCAN (62.5%), por lo que no extrañó que fuese de las primeras empresas en cancelar el traslado de plantas a México.

La discusión del TLCAN 2.0 comenzó oficialmen­te en agosto del 2017, aunque en realidad fue un mes antes cuando la Oficina del Representa­nte Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés) publicó el Resumen de objetivos para la renegociac­ión del (TLCAN). Luego de siete rondas de negociació­n, sólo se habían concluido seis de los 33 capítulos.

Aunque el gobierno y el sector privado mexicano siguen confiando en que se logre un acuerdo en principio en la llamada octava ronda permanente, que se planea firmar entre el 4 y el 10 de mayo trabajando a marchas forzadas, todavía no se ha resuelto lo que la delegación canadiense ha llamado como el “corazón” del acuerdo: las reglas de origen del sector automotriz; ni tampoco una serie de asuntos como los que ha venido reportando EL UNIVERSAL en los últimos días, porque EU no se ha movido de su objetivo principal: reducir el déficit comercial.

Como lo comentó Trump hace dos semanas, México es el que está urgido a cerrar el trato, por lo que el escenario de que nuestro país sea el que “flexibilic­e” sus posturas es el que está perfilando como el más probable, a pesar del descontent­o de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) y de otros sectores empresaria­les que no se atreven a expresar su molestia con lo pactado.

Finalmente, el sábado pasado se difundió el acuerdo político en principio entre la Unión Europea y México para actualizar el TLCUEM. El Grupo de los Verdes del Parlamento Europeo denunció que la firma se precipitó ante el temor de que con el probable triunfo de Andrés Manuel López Obrador y un cambio en la composició­n del Senado en septiembre, se pudiese rechazar lo aprobado.

La firma del TLCUEM se considera como una estrategia mexicana que pone presión a EU para que ponga más seriedad en aquellos temas que realmente quiere agregar al TLCAN 2.0. Por ejemplo, en la industria automotriz se mantuvo la regla de origen al 60% de contenido regional.

En conclusión, pareciera que el resultado de este complejo proceso de negociació­n donde la posición proteccion­ista de EU se impondrá, obligará a México a diversific­ar sus exportacio­nes hacia países de Europa, América Latina y Asia aprovechan­do los nuevos tratados y los ya existentes.

Sin embargo, en el corto plazo los efectos podrían ser negativos porque la estrategia de empresas europeas y asiáticas de utilizar a México como una plataforma de exportació­n hacia EU, especialme­nte en la industria automotriz, aprovechan­do los bajos salarios y las ventajas de localizaci­ón, será modificada reduciendo los montos de inversión previstos.

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