Uruguay en CDMX
“Los reencuentros son un fenómeno tan complejo que solo deberían producirse tras un largo aprendizaje o simplemente prohibirse”, afirma la novelista Amélie Nothomb. Hace unos días pude reencontrarme, en el más estricto sentido de la palabra, con Uruguay y sus vinos. Le cuento.
La semana pasada aterrizó en la CDMX el Tannat Tasting Tour 2018, esfuerzo dirigido por Wines of Uruguay y la Embajada de la República Oriental del Uruguay con el apoyo de la Asociación de Sommeliers Mexicanos. La exhibición, dedicada a mostrar la riqueza vitivinícola del país sudamericano, reunió a 14 bodegas en las instalaciones de la Hacienda de los Morales.
“¿Tannat?”. Sí, querido lector, hablar de Uruguay es hacer referencia a esta cepa, introducida a territorio uruguayo alrededor de 1870 por el vasco francés Pascual Harriague y considerada la insignia del país sudamericano. También es apuntar a fascinantes expresiones de Cabernet Franc, Merlot, Petite Verdot, Riesling, Albariño…
Empecemos por el principio. Emplazado en la misma latitud que Argentina, Chile, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, Uruguay posee un terruño privilegiado para la producción vitícola. Clima templado, con inviernos fríos y veranos cálidos, así como una notable influencia marítima en sus territorios más australes, y suelos que van de arcillosos a pedregosos, favorecen la maduración plena de la vid. Vinos tintos y blancos, por igual, conservan una atractiva e inusual frescura. Si bien existen infinitas expresiones en torno a la Tannat, ( dicen los uruguayos que hay un Tannat para cada corte de carne), es posible destacar dos perfiles dominantes: los Tannat más jóvenes, voluminosos, francos en aromas, con gran expresión frutal y taninos sólidos, y los Tannat con crianza, sutiles y complejos, con taninos aterciopelados y matices de fruta cocida y especias. Pero no todo son monovarietales, ¡no! Esta cepa también ofrece excelentes resultados al mezclarse con Cabernet Franc, Merlot, Cabernet Sauvignon, Tempranillo o Petit Verdot.
¡Etiquetas!, ¡etiquetas…! Vale la pena mencionar a Bracco Bosca Winery, bodega con cinco generaciones de sustento enológico, hoy dirigida por Fabiana Bracco. De su portafolio sobresalen Ombú Tannat y Ombú Reserve Tannat: el primero un monovarietal sin paso por barrica, repleto de frutos rojos, con acidez vibrante y taninos contundentes; el segundo, un Tannat con seis meses de roble francés, sedoso, con acidez balanceada y largo final de fruta y especias.
De Montes Toscanini hay que apuntar al Gran Tannat, monovarietal con 18 meses de barrica, potentísimo en aromas, estructurado, con taninos maduros y bien persistente; uno de esos tintos indispensables para acompañar carnes.
Por último, Isla de Lobos. Aquí dos etiquetas cautivaron mi atención; 1) Tannat Reserva, con ocho meses de barrica francesa y americana, súper frutal y vibrante. 2) Tardío Catamayor, un licor de Tannat con aromas de palanqueta, chocolate, melaza… ¡todo un postre!