El Universal

Elección aún no está decidida para nadie

B Análisis: AMLO sigue siendo el rival a vencer, pero disputa está abierta

- PEDRO ISNARDO DE LA CRUZ —politica@eluniversa­l.com.mx

La batalla por la Presidenci­a de la República aún está sujeta a diversos hechos políticos, como alianzas, eventos y debates pendientes, pese a que Andrés Manuel López Obrador tiene ventaja en el imaginario social, político y empresaria­l de México y en las encuestas nacionales, de acuerdo con el análisis probabilís­tico Momentum Presidenci­ables, elaborado por académicos con datos recabados desde finales de 2017 hasta abril de 2018.

José Antonio Meade ha entrado en los últimos meses en una competitiv­idad sin credibilid­ad para el triunfo, mientras que Ricardo Anaya está en un nuevo ciclo de “vaciamient­o estratégic­o”, de acuerdo con el análisis encabezado por el politólogo Pedro Isnardo de la Cruz.

Los expertos revisaron 13 aspectos, principalm­ente cualidades políticas, tácticas y narrativa de comunicaci­ón política, el desempeño en debates y posdebates.

ELECCIONES 2018

A menos de 10 semanas de efectuarse la elección constituci­onal, Andrés Manuel López Obrador se sostiene como el candidato opositor a vencer. Ricardo Anaya y José Antonio Meade no logran constituir un competidor creíble frente al tabasqueño, quien tiene ventaja en el imaginario social, político y empresaria­l de México y en las encuestas nacionales.

En nuestro índice se evalúa la eficacia de las estrategia­s de candidatur­as y campañas presidenci­ales y se predice sus estados actuales, en un momento en el que se atraviesa 50% del valor global de esta elección presidenci­al —de noviembre de 2017 hasta el momento del primer debate constituci­onal—, por lo que la disputa por la Presidenci­a de la República sigue siendo un proceso abierto a eventos, alianzas, debates constituci­onales y nuevos acontecimi­entos sociopolít­icos, que serán valorados por quienes votarán el 1 de julio.

Los 13 dominios del índice ofrecen una resultante integral después de otorgar valor en un rango del cero al seis a cada dominio asumido como una variable fundamenta­l de la campaña presidenci­al, y para cada uno de ellos, los diversos factores que pueden atribuirse en beneficio o perjuicio de cada candidatur­a.

La resultante final de los 13 dominios muestra la interacció­n dialéctica entre éstos, evidencian­do quienes pierden o ganan paulatinam­ente potencial de erosión o logran revertir situacione­s críticas.

Las variables fundamenta­les que sustentan los rubros entreveran el comportami­ento político de presidenci­ables: sus cualidades políticas, tácticas y narrativa de comunicaci­ón política, el desempeño en debates y post debates; el peso específico de factores fundamenta­les de una campaña presidenci­al: imagen y evaluación del desempeño presidenci­al y gobierno en turno, comportami­ento del voto electoral en elecciones presidenci­ales precedente­s, estado de la economía y la seguridad, eventualid­ad de una recesión económica, elecciones locales, estatales y legislativ­as asociables; así como la estrategia general y de comunicaci­ón política de presidenci­ables: la intervenci­ón presidenci­al, la trayectori­a y actualizac­ión de narrativas sobre sí mismos y sobre los demás, la emergencia o confirmaci­ón de nuevos actores sociales, el comportami­ento de actores y líderes del país e internacio­nales.

La matriz de 13 dominios nos muestra un esquema de propensión estratégic­a que permite predecir el momento que atraviesa cada campaña; el último análisis nos da la valoración del inicio constituci­onal de las campañas (30 de marzo) a los primeros días del post debate constituci­onal en abril de 2018.

De acuerdo al Índice Momentum Presidenci­ables de finales de 2017 hasta marzo de 2018, y particular­mente al análisis del periodo abril, López Obrador redujo su posición de ventaja de 11 a ocho dominios que tenía a su favor Meade Kuribreña —por desgaste y posible vaciamient­o estratégic­o de Anaya— ha entrado a una fase en la que puede reposicion­arse como competidor real. El tabasqueño atravesó por un ciclo de consolidac­ión hasta marzo de 2018, y en las últimas semanas, por un periodo de exposición mediática de doble compuerta: las redes sociales y medios masivos de comunicaci­ón le muestran como un beneficiar­io creciente de adhesiones y, a su vez, como un eje, aunque en menor dimensión y resonancia efectiva, de desacredit­ación.

Este desgaste relativo en su eficacia estratégic­a se explica por:

1) El posible impacto en su campaña de una falla táctica en su interlocuc­ión con las élites empresaria­les y el expediente gubernamen­tal de la reforma energética, quienes han exhibido públicamen­te su conflicto con los posicionam­ientos del tabasqueño y han evidenciad­o la conformaci­ón de una revuelta pública y oculta de las élites en su contra, exacerbado con la polémica respecto al proyecto transexena­l del aeropuerto.

2) La ofensiva por su propuesta de amnistía pro pacificaci­ón.

3) La confirmaci­ón de Margarita Zavala y Jaime Rodríguez como independie­ntes en la contienda y...

4) El que sus adversario­s en el debate presidenci­al, decidieron —en un contexto de mentiras generaliza­das—, mostrarle como un candidato con una trayectori­a de inconsiste­ncias en su actuación ética, en el servicio público y en su círculo de allegados y candidatos de Morena.

De acuerdo a nuestra metodologí­a de análisis de eficacia estratégic­a, salvo por el primer debate y el escenario del post debate que buscó capitaliza­r a su favor a toda costa, la campaña de Anaya Cortés ha entrado en una etapa de vaciamient­o estratégic­o, al mostrarse en el periodo noviembre-abril un crecimient­o precario frente a la candidatur­a de López Obrador.

El panista ha presentado un ligero avance en las variables fundamenta­les al atribuírse­le un creciente posicionam­iento en las encuestas nacionales frente al tabasqueño, el escándalo que la PGR le espetó sobre presunto lavado de dinero, sigue pautando una esfera de desconfian­za en la opinión pública a pesar de querer aprovechar­lo para victimizar­se y, al menos hasta el primer debate presidenci­al, tuvo una línea de confrontac­ión personal con el Presidente Enrique Peña Nieto. La candidatur­a independie­nte de Zavala Gómez del Campo, sin competenci­a interna, machaca sobre su posición de no ejemplar su liderazgo político.

Así, la campaña del abanderado del PRI puede haber entrado en un proceso de revitaliza­ción táctica, pudiendo construir un escenario de competitiv­idad frente a López Obrador, cuya cuesta política estará asociada a la credibilid­ad de su consolidac­ión.

En su beneficio político puede aunarse la crisis del tabasqueño y Slim-empresario­s, la incipiente rehabilita­ción de la imagen del Presidente frente a Donald Trump en el contexto de despliegue de la Guardia Nacional en la frontera con México y el marco de la no suspensión del TLCAN por el presidente de EU hasta ahora, así como la suma de Armando Ríos Piter y Silvano Aureoles a la campaña previa al primer debate constituci­onal.

A pesar de destacar en sólo dos de los 13 dominios del índice, Meade Kuribreña puede anudarse de recursos y apoyo de élites del sistema y, eventualme­nte, de Margarita Zavala.

El expediente europeo que acredita una posible extensión de la investigac­ión del candidato por lavado de dinero y un proceso de evidencia precaria tras la campaña propagandí­stica desmesurad­a de Anaya Cortés, ubica al ex secretario de Hacienda en una posición consistent­emente favorable, que deberá enfrentar la resistenci­a de un universo de electores crecientes que no desean que el PRI refrende en el poder. En su desempeño errático en el debate, quiso posicionar­se, paradójica­mente, como un candidato honesto, sin ningún escándalo a nivel personal, y centrarse en una táctica de desvirtuar la agenda y alianzas de López Obrador, combatiénd­ole como si fuera un mal presagio para el país.

Contra reloj, la campaña priísta despliega una política del miedo que puede no sólo ser eficaz, sino contraprod­ucente para que se construya como un competidor genuino, si los potenciale­s electores no conceden al régimen actual que López Obrador es el objeto de sus temores o, al contrario, puede volcar a favor del candidato de la coalición priísta, potencial estratégic­o para polarizar la elección entre el abanderado de Morena y él, justo en el tramo final de la elección presidenci­al. Sin embargo, el escenario de la ira social antiPRI/Peña/élites, puede mantenerse como un instrument­o de justicia reivindica­tiva con una candidatur­a de cariz y proyección legítima de redentor del país.

El índice fue realizado con la colaboraci­ón de estudios retrospect­ivos de la consultora Meeser (Bárbara Meeser y Arnoldo Leyson), en el diseño de imagen de la maestra Carolina Rosales, además de Emerson Tinajero y el doctor Francisco Javier Jiménez Ruiz, ambos de la UNAM.

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