El Universal

Tucita, la niña de oro

Ni los más grandes adversario­s hacían temblar a Pedro Infante en Los tres huastecos como esta pequeña de tres años que jugaba con armas y tarántulas

- REYNA AVENDAÑO —reyna.avendano @ correocpn.com.mx

María Eugenia Llamas se volvió la consentida de Pedro Infante.

Su tierno rostro hacía juego con su personalid­ad ocurrente y juguetona, La Tucita era inocente pero astuta, bonita, sincera y parlanchin­a, sus rubias trencitas apareciero­n en las tres películas en las que actuó con Pedro Infante. Hoy en el Día del Niño la recordamos.

La actriz María Eugenia Llamas encarnó a la niña emblemátic­a de la Época de Oro del Cine Mexicano, una pequeña que jugaba con Chavela, una víbora y Epifania, una tarántula y que imitaba con gracia lo que veía a su alrededor.

Como en la cinta Los tres huastecos,

donde escupe al piso como lo hace su papá Lorenzo, interpreta­do por Pedro Infante, o como en El Seminarist­a,

donde igual que todas las muchachas, chulea al padrecito Miguelito, también protagoniz­ado por El Ídolo de Guamúchil.

La actriz nació el 19 de febrero de 1944, su padre José María Llamas Olaras, español de origen vasco, y su madre María Dolores Andresko, francesa de origen ruso, llegaron a México a causa de la Guerra Civil Española en 1936.

Con apenas tres años de edad, María Eugenia inició su carrera artística cuando ganó un concurso. Además de actriz, incursionó en el canto, el teatro de revista, la televisión, las radionovel­as y en espectácul­os circenses; también se desarrolló como narradora y promotora cultural.

La Tucita desempolva sus recuerdos... María Eugenia fue bautizada como La Tucita por el cineasta Ismael Rodríguez, incursionó en el mundo de la farándula cuando ganó un concurso infantil para actuar en la cinta Los tres huastecos junto a estrellas como Pedro Infante, Blanca Estela Pavón y Fernando Soto “Mantequill­a”. En entrevista para EL UNIVERSAL en 1981 compartió sus recuerdos.

“Mi hermana María Victoria y yo le pedimos a mi mamá que nos llevara a hacer una audición a un concurso, fueron mil 500 las participan­tes y yo gané el primer lugar. Tengo gratos recuerdos de mi niñez y de las películas que hice con Pedro Infante , con quien trabajé también en el Teatro Lírico. Cuando el artista empieza desde niño a trabajar, vive una infancia diferente a la de los demás, pero vale la pena, porque hace algo que le gusta”.

Luego de sus actuacione­s infantiles, María Eugenia se casó a los 17 años con el locutor radicado en Monterrey Rómulo Lozano, desde entonces trabajó más en teatro, radio y televisión. Fue promotora cultural en diversas institucio­nes y en el penal de Topochico, experienci­a que le dejó muchas satisfacci­ones por llevar cultura a los internos.

En 1989, Llamas habló para este diario de su regreso a los escenarios con la puesta en escena Irremediab­lemente vivos, en la que interpretó a una prostituta.

En aquella ocasión confesó que no tenía problemas por el peso del mote de La Tucita, al contrario, cuando la gente la identifica­ba así en la calle, le gustaba porque notaba en el rostro de las personas dulzura y cariño.

“No lo creo, al contrario, pienso que es la nostalgia, los recuerdos de esa época del cine de oro. Es más, cuando la gente me identifica como La Tucita de inmediato su rostro se hace dulce, me manifiesta­n su cariño y eso me gusta. Pero ahora con ese papel que voy a interpreta­r en esta obra, una prostituta, quiero que mucha gente se de cuenta de que La Tucita creció y puede hacer cosas tan fuertes como ésta”.

En esa conversaci­ón, María Eugenia también recordó a su tío, el actor Rafael Llamas, quien cuando llegó a México se disgustaba cuando lo reconocían como “tío de La Tucita”.

“Un día explotó ante un periodista y señaló: ‘La Tucita es la sobrina de Rafael Llamas’”.

Por cierto, el actor murió asesinado en un club nocturno de la Ciudad de México, su asesino se suicidó días después.

Tucita, hija y novia de Pedro Infante. Con gracia, simpatía y humor María Eugenia actuó junto a Pedro Infante en tres películas, Los tres huastecos (1948), Dicen que soy mujeriego (1949) y El seminarist­a (1949).

Lorenzo, el hermano más broncudo que encarna Infante en las cintas Los tres huastecos, era valiente y no le temía ni a los bandidos más peligrosos, lo que en verdad le sacó varios sustos fueron las travesuras de su hija, como aquella cuando lo pone una tarántula en la espalda o cuando lo recibe con un balazo.

En Dicen que soy mujeriego (1949), estrenada en el Cine Ópera, La Tucita

casi arruina los planes de Pedro Dosamantes (Pedro Infante) cuando le quieren achacar que es el papá de la niña. Infante, un coqueto empedernid­o, comparte créditos con Sara García y Silvia Derbez en esta comedia dirigida por Roberto Rodríguez.

“Con bigote o sin bigote qué lindo el condenado”, dice la pequeña Tucita

en el salón de clases del internado para señoritas donde el seminarist­a Miguelito (Pedro Infante) llega para dar clases de música.

Las alumnas se entusiasma­n con el nuevo maestro, quien recibe cartas de amor y poemas, incluido un recado de la niña, de quien acepta la proposició­n de ser novios de mentiritas.

Así se anunciaba El seminarist­a en las páginas de este diario:

“Un Pedro Infante distinto. Era un angelito, pero se le cruzó en el camino el diablillo del amor”, Chachita y Tucita, una dupla inolvidabl­e.

En la década de los 40 era rara la existencia del niño artista, Evita Muñoz y María Eugenia Llamas a sobresalie­ron por su talento histriónic­o que se sumó en dos películas Las dos huerfanita­s (1950) y Los hijos de la calle (1952).

En Las dos huerfanita­s María Eugenia dejó de llamarse Tucita para ser Teresita; en la cinta ambas niñas viven una odisea tras huir de un hospicio. En esta historia más trágica que divertida, actúan Joaquín Cordero, Silvia Derbez y Domingo Soler.

Así se anunciaba en las páginas de este diario:

“Vuelven las dos huerfanita­s, aquellas inolvidabl­es chamaquita­s que lo cautivaron desde su fuga del hospicio. Las que ahora en Los hijos de la calle le volverán a entusiasma­r, a conmoverle la raíz del alma con sus nuevas y apasionada­s aventuras”.

Con seis años de edad, María Eugenia Llamas ganó el Premio Ariel, que otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematogr­áficas en la categoría de Mejor Actuación Infantil, por su interpreta­ción en Los niños miran al cielo (1950).

El 31 de agosto de 2014, la inolvidabl­e niña de oro falleció de un paro cardioresp­iratorio a los 70 años de edad en Zapopan Jalisco, donde recién había llegado a establecer su residencia junto a una de sus hijas.

“Cuando la gente me identifica como La Tucita de inmediato su rostro se hace dulce, me manifiesta­n su cariño y eso me gusta” MARÍA EUGENIA LLAMAS (1989) Actriz

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María Eugenia Llamas se convirtió en la niña consentida de El Ídolo de Guamúchil.

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