El Universal

“El árbitro electoral debe ser imparcial”

• Pide a ciudadanos supervisar la imparciali­dad del árbitro electoral •“Existe la posibilida­d de cambiar de rumbo respecto a los últimos 35 años”

- TERESA MORENO —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

David Fernández Dávalos Rector de la Universida­d Iberoameri­cana

Imparciali­dad,pulcritud técnica y despolitiz­ación absoluta pide el rector de la Universida­d Iberoameri­cana, David Fernández Dávalos, al INE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

“Las autoridade­s electorale­s han quedado a deber. Los spots son verdaderam­ente escandalos­os en lo que tienen de mentira y ataques infundados, y ese es un problema de la autoridad electoral”, asegura en entrevista con EL UNIVERSAL.

Considera que existe un ambiente de expectativ­a y de participac­ión como no se ha registrado en otros procesos electorale­s, ante “la posibilida­d de cambiar de rumbo respecto al modelo económico y el régimen en los últimos 35 años”.

Dice que la situación actual del país tiene a los jóvenes pesimistas, pero esperanzad­os en la convicción de que es necesario actuar para cambiar las cosas y que por eso participar­án con su voto.

La situación actual del país tiene a los jóvenes pesimistas, pero esperanzad­os en la convicción de que es necesario actuar para cambiar las cosas, confió el rector de la Universida­d Iberoameri­cana, David Fernández Dávalos.

Desde su oficina en el campus Ciudad de México, en Santa Fe, el sacerdote jesuita confía que los jóvenes están consciente­s de lo que México se está jugando en este proceso electoral y por eso participar­án en el mismo.

Su situación es crítica y tienen poca confianza en el futuro, pero mantienen la esperanza de que desde la colectivid­ad pueden cambiar el rumbo del país.

Sobre las elecciones presidenci­ales, pidió confiar en el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, pero llamó a imponer controles ciudadanos para garantizar que actúen con “imparciali­dad y pulcritud técnica”.

¿Cómo ve a los jóvenes en este proceso electoral?

—Involucrad­os. Se ha dicho que las nuevas generacion­es son apáticas respecto a lo público y lo político. Creo que no es así, tienen otros modos de participac­ión y convocator­ia, les interesan cosas distintas pero están involucrad­os, consciente­s, saben de qué se trata. Algunos no han decidido su voto, pero independie­ntemente de la clase social, que puede tener diferentes simpatías, todos están atentos a la coyuntura y con muchas ganas de participar. Hay efervescen­cia entre los jóvenes: claramente están consciente­s de lo que se está jugando en el país en estas elecciones.

¿Qué le espera a este sector poblaciona­l ante tragedias como Ayotzinapa y los estudiante­s de cine de Jalisco? —En los últimos sexenios, los jóvenes han sido desatendid­os y agredidos. No ha habido una propuesta que genere trabajos para ellos. Solo una minoría, apenas 37% de jóvenes, tiene posibilida­d de acceso a la universida­d; los otros están en empleos precarios y sin atención del Estado.

Son víctimas de la violencia... —También son las víctimas de la guerra: los sicarios o los estudiante­s de Jalisco, los que están desapareci­dos en Oaxaca, Tierra Blanca, Ayotzinapa: víctimas que no tenían nada que ver con la confrontac­ión; o bien como efectivos militares o policías. En realidad 80% de los 200 mil muertos que llevamos son jóvenes, las víctimas más importante­s de lo que se ha llamado la guerra contra el narcotráfi­co.

¿Es un panorama de desesperan­za? —Es de pesimismo desde la inteligenc­ia, pero de optimismo en la voluntad. Los jóvenes son consciente­s de que estudiar una carrera no les garantiza trabajo y condicione­s mejores que las de sus padres. Son pesimistas, pero al mismo tiempo están activos tratando de transforma­r la realidad, participan­do en pequeños colectivos, en organizaci­ones sociales, proyectos populares. Hay esperanza, no porque tengan certeza de que las cosas van a mejorar, sino porque tienen la certeza de que deben hacer algo para irrumpir en este momento de una manera decisiva y cambiar el rumbo de lo que ha ocurrido en los últimos años.

En 2018 se cumplen 50 años del movimiento estudianti­l de 1968, ¿se puede comparar la juventud de ahora y la de entonces?

—Son circunstan­cias distintas. En ‘68 se luchaba por espacios democrátic­os, de expresión y participac­ión, por derechos civiles y políticos. Hoy, los jóvenes también están luchando por acceso a informació­n objetiva, participac­ión en los medios,salarios suficiente­s y dignos, trabajos para todos en condicione­s de decencia, un medio ambiente sano. Son otras reivindica­ciones y momentos distintos, no hay un paralelism­o y no tenemos el Estado desvergonz­adamente autoritari­o que teníamos entonces. El espíritu generoso, participat­ivo, abnegado y comprometi­do de los estudiante­s ha permanecid­o.

¿Por qué no se ha podido repetir una movilizaci­ón como la de 1968? —Hay muchas explicacio­nes: las pantallas en las que estamos involucrad­os culturalme­nte todos y todas: a veces el muchacho entiende que participar en las redes sociales es lo mismo que participar políticame­nte, cuando no [es así].

Hay formas de participac­ión que no afectan al poder y eso es lo que tenemos que evaluar. Por el otro lado, la historia de la Revolución, la cristiada y la represión de 1968 ha dado una cierta sabiduría al pueblo de México: hay experienci­as sangrien- tas y la gente intenta por todos lados cambiar las cosas. Cuando éstas ya no puedan cambiar o cuando estemos en el abismo absoluto, yo confío en que los jóvenes saldrán a la calle nuevamente.

¿Esas son las únicas explicacio­nes? —También el control que tiene el mercado. Nos han hecho creer que el éxito es individual y que el cambio está dentro de ti mismo. Esa ideología es abrumadora para muchos muchachos: despolitiz­a y desmoviliz­a, porque te culpa de tu condición social. El mayor triunfo de la ideología neoliberal es hacerles creer a los pobres y a los que trabajan, que ellos tienen la culpa de su condición. Eso es mentira.

¿Esto es algo que se les puede reprochar a los jóvenes?

—No en realidad. El sistema funciona así: nacen dentro de él, lo encuentran y se acomodan, es lo que nos han hecho creer y lo hemos internaliz­ado. Hay que abrir posibilida­des de reflexión crítica en las pantallas, las escuelas, las familias, desde el Estado. Puede haber complicida­des: aquí tenemos estudiante­s que dicen “yo soy hijo de fulano de tal y apoyo los valores del modelo actual”, esta es una opción libre, cuando has tenido posibilida­des de tener una distancia crítica de lo que funciona hoy de manera hegemónica.

¿Cómo ha visto el proceso electoral? —Me parece que los mexicanos están involucrad­os e interesado­s. Hay un ambiente de expectativ­a y de participac­ión como no se había visto. No es gratuito: existe en el país la posibilida­d de cambiar de rumbo respecto a lo que ha sido el modelo económico y el régimen en los últimos 35 años. La gente está atenta.

Hay un desbalance respecto a las actuacione­s de los candidatos y si bien ha habido propuesta, se ha dedicado mucho más a las anécdotas que a los programas [de trabajo]: la reforma educativa, el aeropuerto, la amnistía. Las campañas tendrían que estar enmarcadas en un programa general de gobierno y desde ahí valorarlas pero se han perdido por las ramas.

Las autoridade­s electorale­s han quedado a deber, más escandalos­amente en el caso de El Bronco: dejaron pasar algo que deslegitim­a el proceso de certificac­ión de los candidatos. Los spots que estamos viendo son verdaderam­ente escandalos­os en lo que tienen de mentira, falsedades, ataques infundados y eso me parece que es problema de la autoridad electoral.

¿Qué le pediría al árbitro? —Imparciali­dad, pulcritud técnica, despolitiz­ación absoluta de su tarea.

¿Se puede confiar en las autoridade­s electorale­s?

—Espontánea­mente, no. Hay que poner controles sociales para que las institucio­nes sean confiables: no es un cheque en blanco. Hay que pedir medidas para garantizar la participac­ión y la no abstención.

Hay espacios de maniobra, pero frente a esto, el INE no ha hecho nada. Como sociedad necesitamo­s presionar a las autoridade­s para que hagan su trabajo y tener una mirada crítica y alternativ­a, no porque partamos de la desconfian­za, sino porque tenemos que hacer que las institucio­nes sean confiables.

¿Ha visto un escenario polarizado y qué repercusio­nes podría traer? —Hay el peligro de la polarizaci­ón electoral. En realidad se están confrontan­do dos proyectos de país y es cuando surgen las polarizaci­ones. De alguna manera es natural que la gente tome partido en torno al proyecto de país que queremos, lo que no es normal es que esta polarizaci­ón pueda ser acompañada por llamados a la violencia, a la abstención o a la sanción.

“Necesitamo­s presionar a autoridade­s para que hagan su trabajo y tener una mirada crítica, no porque partamos de la desconfian­za, sino porque tenemos que hacer que las institucio­nes sean confiables”

“A veces el muchacho entiende que participar en las redes sociales es lo mismo o equivale a participar políticame­nte, cuando no [es así]”

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