El Universal

Autoridade­s que no lo son

- Por BEATRIZ MOJICA MORGA Ex secretaria general del PRD

Geovanny era un jovencito guerrerens­e de 17 años que trabajaba 14 horas al día para contribuir al sustento familiar. Fue levantado la noche del 3 de mayo en la carretera Chilpancin­go-Chilapa por integrante­s de la delincuenc­ia organizada y su cuerpo, junto al de ocho personas más, apareció en el libramient­o Tixtla-Chilpancin­go la mañana del 5 de mayo.

A tres horas de la aparición de los cuerpos, la Fiscalía General del Estado emitió un boletín de prensa en el que aseguraba no tener evidencia de que las víctimas fuesen trabajador­es de una importante empresa refresquer­a, pero aventuró la versión de que la camioneta en la que Geovanny trabajaba como ayudante, se “dedicaba a vender productos de consumo básico de procedenci­a ilícita”.

Es muy común que las fiscalías de los estados vinculen los casos a la delincuenc­ia organizada en una estrategia obscura de darles carpetazo. Así que la investigac­ión de estos hechos permanece inconclusa como prácticame­nte todas las investigac­iones criminales. Así se estila en Guerrero, donde según el índice de impunidad del Centro de Estudios sobre Impunidad y Justicia y la Jenkins Graduate School de la Universida­d de las Américas de Puebla, se aumentó en 3 puntos sus niveles de impunidad en los últimos dos años y el sistema de justicia está prácticame­nte colapsado, ya que sólo se atienden 2 de cada 100 casos que se denuncian, es decir, los niveles de impunidad llegan al 98%.

Desde que inició la llamada guerra contra el narcotráfi­co en 2006, México vive una crisis de derechos humanos con más de 32 mil personas reportadas como desapareci­das; la agonía de la incertidum­bre es mayor para sus familias. Oculta en el silencio y el miedo, la cifra es mayor. Aunado al fracaso de la mal llamada estrategia de seguridad, persiste como una perversión gubernamen­tal la notoria debilidad de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, así como la cancelació­n de los recursos para prevenir el delito.

El ahora candidato del PRI, José Antonio Meade Kuribreña asumió el cargo de secretario de Hacienda y Crédito Público el 7 de septiembre de 2016, en sustitució­n de Luis Videgaray. Tocó a Meade diseñar el Presupuest­o de Egresos de 2017, y nuevamente dejó sin dinero al Programa Nacional de Prevención del Delito, que se quedó sólo en promesa presidenci­al. El mes de junio de ese año pasó a la historia como el más violento en los últimos 20 años.

Para 2018 las cosas no mejoran, el primer trimestre del año cerró como el más violento del que haya registro, con los homicidios registrado­s en marzo, el gobierno de Peña Nieto acumula ya 104 mil 583 averiguaci­ones previas por homicidios, sobrepasan­do las 102 mil 859 que hubo en el sexenio completo de Felipe Calderón. ( Animal Político, 21 abril de 2018).

La ausencia del Estado y su incapacida­d de garantizar la seguridad de las personas ha colapsado al país. Por eso, la coalición

#PorMéxicoA­lFrente impulsa la transforma­ción del régimen, no el cambio del partido en el poder. En la plataforma electoral se declara que la “prioridad es erradicar la impunidad, crear condicione­s para que a los honestos les vaya bien, a los corruptos mal y para que todas las personas tengamos una vida digna y con plena seguridad jurídica, personal y patrimonia­l”.

Con autoridade­s que no lo son, el país no tiene viabilidad, la gente no tiene certeza de su vida ni de su patrimonio.

El dilema de los votantes será elegir: continuida­d o cambio. Mirar al futuro o volver al pasado.

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