Entre lo alcanzado y lo que falta
La histórica cumbre, dice Trump, fue todo un éxito. Ese discurso era ya evidente mucho antes de que la reunión hubiese ocurrido. No había forma de que el presidente estadounidense presentara los hechos como cualquier otra cosa que un logro inusitado. Al margen de eso que ya sabíamos, sin embargo, vale la pena efectuar un balance más frío, comprender qué es lo que se logra, qué es lo que debe esperar y, sobre todo, cuál es el potencial de éxito de este proceso que inicia.
Primero, es indispensable reconocer que el solo hecho de que la cumbre haya sucedido es ya un desarrollo muy positivo. Hace sólo unos meses estábamos inmersos en una dinámica de ensayos nucleares, pruebas con misiles, amenazas mutuas y predicciones acerca de un conflicto armado en la península. En estos momentos, en cambio, la discusión gira en torno a las posibilidades reales de la desnuclearización, a los tiempos y a las posibles concesiones de las partes. Los problemas pueden empezar cuando buscamos traducir ese logro, que es real, en ganancias de mucho mayor alcance, puesto que para que éstas apenas se vislumbren, falta mucho camino. Menciono algunos temas que deberán ser atendidos.
El primero es la necesidad de acortar la brecha en las percepciones y concepciones en cuanto a cómo se llegó a esta cumbre, y cuáles son las metas a alcanzar. Para Trump y algunos miembros de su equipo, lo que ha ocurrido es que Kim llega a Singapur debido a la “presión máxima” ejercida por esta administración. Para Kim, es su nueva posición de fuerza la que le permite plantarse en la mesa. El tema importa porque en la medida en que Pyongyang encuentre que el lugar que siente que merece sea respetado, en esa medida podemos esperar progreso en estas negociaciones. Asimismo, para Kim es necesario reducir la brecha entre cómo él entiende lo que significa la “desnuclearización de la península”, y cómo lo entiende Trump.
En ambos sentidos la cumbre arroja, para el líder norcoreano, resultados rápidos, sin haber cedido más de lo que ya había cedido antes de llegar a Singapur. La declaración conjunta reconoce que las negociaciones se encuentran apenas en la etapa de construir confianza, con miras a “promover la desnuclearización” de la península. Kim busca establecer que mientras se observen beneficios tangibles para su país, en esa medida Pyongyang adoptará pasos encaminados hacia dicha desnuclearización. Adicionalmente, Washington accede a suspender sus ejercicios militares en la península.
Estas señales nos permiten, lejos del ruido político, pensar en un largo calendario de negociaciones que deberán incluir temas como: (a) desmantelamiento y remoción de armas nucleares ya existentes; (b) detener el enriquecimiento de uranio; (c) inhabilitar los reactores; (d) cerrar los sitios para ensayos nucleares; (e) eliminar la producción de combustible para bombas de hidrógeno; (f) destruir las armas biológicas; (g) destruir las armas químicas; (h) detener el programa de misiles; (i) un régimen permanente de inspecciones internacionales para verificar todos estos puntos; y no menos importante, (j) asegurar que Pyongyang suspenda su intercambio y comercio internacional de armas y tecnología nuclear con actores estatales y no estatales a nivel global (NYT; FA; 2018). Si se avanza en algunos de esos rubros, pero no en los demás, los progresos en las negociaciones se podrían estancar o revertir. De igual modo, resulta evidente que los anteriores no son pasos que se pueden cumplir en unas semanas o meses, sino en años. Por último, será necesario incorporar a esta compleja ecuación, los intereses y necesidades de otros países involucrados como Corea del Sur, Japón y China.
En suma, un balance frío que busque alejarse del ruido mediático y político, podría arrojar señales positivas acerca de la cumbre de Singapur, si se entiende que lo alcanzado es una etapa inicial, importantísima, pero apenas el principio de un largo proceso. En esta etapa, Trump parece estar teniendo que aceptar que Kim, lejos de ser un joven sumiso que “ruega de rodillas” por un lugar en la mesa, cuenta con fuertes cartas para exigir y extraer. Sin demasiado escándalo, el día de ayer, esto se acaba de confirmar.