La buena vibra del polaco errante
Ser un trotamundos llevó a Krzysztof Chmielewski a compartir varios momentos gratos con varios mexicanos durante su travesía, con quienes compartió sus historias, comida y hasta un trago.
EL UNIVERSAL habló con algunos de las personas que conocieron a Chmielewski en diferentes puntos que recorrió el polaco, quienes lo recuerdan como una persona sencilla y cordial.
“Siempre hay algo más en la vida”, fue la lección que le dejó Chmielewski a Salvador Oviedo. Aseguran que “era un aventurero al que no le importaba ser rico, lo que le interesaba era conocer el mundo”.
La pareja es dueña del restaurante “De Mila y Shavita” en el municipio de Huatabampo, en los límites de Sonora y Sinaloa, donde el pasado 24 de enero se reunió con el extranjero. Salvador recuerda que le ofrecieron agua y lo invitaron a comer tamales, frijoles y una taza de café. El viajero agradeció los alimentos y a cambio compartió parte de sus aventuras.
En el municipio de Ciénega de Flores, Nuevo León, Eduardo y su compañero de tráiler tuvieron contacto con Krzysztof. Los traileros son cautelosos para dar “aventón” a las personas, pero Krzysztof les inspiró confianza.
Eduardo recuerda le tocó ir de copiloto y le invitó una cerveza al polaco, la cual aceptó con gusto. Antes de dejarlo en Nuevo Laredo, Tamaulipas, Eduardo le advirtió al ciclista que Reynosa era peligroso y tuviera cuidado.
A Pedro, otro trailero mexicano, Krzysztof le confió su deseo: escribir un libro que narrara sus recorridos experiencias con la gente y sus costumbres.
El chofer coincidió con el ciclista en varias ocasiones. Primero en Sinaloa. Luego en Guadalajara, donde Pedro le advirtió que en Tierra Caliente había ocurrido el asesinato de un ciclista de origen americano. La última vez fue en la Ciudad de México. El polaco le contó que probó el chile y que no le había gustado porque le quemaba.