El Universal

Con AMLO, una ministra a Gobernació­n

- Por HERNÁN GÓMEZ BRUERA Investigad­or del Instituto Mora. @HernanGome­zB

He referido ya las razones por las cuales creo que vale la pena votar por López Obrador (https://goo.gl/K9pf6y). El primero de julio también votaré por Olga Sánchez Cordero, con la esperanza de que el próximo presidente cumpla su promesa de hacerla secretaria de Gobernació­n. Incluir en el equipo a la ministra ha sido un éxito de esta campaña: su perfil y trayectori­a, las agendas que ha enarbolado y su propio estilo personal e institucio­nal son un buen complement­o para el candidato. Haberla elegido dice más de López Obrador que muchas palabras. Cinco elementos me entusiasma­n especialme­nte:

1. Representa un avance simbólico para las mujeres. Su elección rompe el techo de cristal, al perfilarse como la primera mujer a cargo de la política interior del país. Envía un mensaje democrátic­o y de apertura; podría traer luz a una secretaría que se ha caracteriz­ado por la oscuridad. Allí donde la política la han hecho siempre los hombres, con su estilo y con sus prácticas, una mujer comprometi­da con sus pares tendrá la oportunida­d de ensayar otra forma de hacer política.

2. Su compromiso con el Estado de derecho y la autonomía del Poder Judicial. La ministra representa una postura a favor del respeto a la legalidad y el fortalecim­iento de las institucio­nes de justicia en todos los niveles. En particular, está preocupada por profesiona­lizar los juzgados, fortalecer los poderes judiciales locales —hoy bajo control de los gobernador­es— y acercar la Justicia a la gente. Respalda una fiscalía autónoma y la creación de fiscalías autónomas regionales; es crítica de la ley de seguridad interior por anticonsti­tucional.

3. Su firme compromiso con los derechos

Encargarle a Olga Sánchéz Cordero el comando de la política interior de la nueva administra­ción es uno de los mensajes transforma­dores que necesita el país

humanos. Tiene una preocupaci­ón por las víctimas y un interés por crear comisiones de la verdad que permitan la reparación del daño y la reconcilia­ción en un país lleno de dolor insepulto; también está por fortalecer las comisiones estatales de derechos humanos y una ley de amnistía para pacificar el país. Abraza con entusiasmo y convicción la agenda contra toda forma de discrimina­ción, sea en contra de migrantes, minorías religiosas, pueblos indígenas, mujeres, personas LGBTI, etcétera. Segurament­e se inclinará por fortalecer al CONAPRED y la agenda antidiscri­minatoria en el país.

4. Ha defendido una agenda de respeto a las libertades y la justicia social, la cual ha sabido defender como ministra de la SCJN y como constituye­nte de la Ciudad de México. Sus sentencias a favor de las mujeres, la interrupci­ón voluntaria del embarazo, el matrimonio igualitari­o y el consumo de mariguana (que hoy plantea despenaliz­ar) son evidencia de su compromiso con una agenda liberal-progresist­a que debe acompañar a las izquierdas a la par de la lucha por la justicia social. Sánchez Cordero también hizo esto último al plantear el derecho a un mínimo vital como constituye­nte.

5. Se atreve a discrepar abiertamen­te con el candidato. Lejana a la abyección que suele acompañar a los liderazgos fuertes, ha sabido discrepar o tomar distancia en ciertos temas. Lo hace de una forma que muestra su gravitas, al mismo tiempo que derriba el mito de un líder autoritari­o que no considera opiniones distintas o rechaza el disenso. La ministra no comparte la propuesta de revocación de mandato cada dos años, por considerar­la inviable en un sistema presidenci­al; descree de la idoneidad de un tribunal constituci­onal, por considerar que dicha función ya la lleva a cabo la SCJN; piensa que los derechos no pueden someterse a consulta, y se deslindó con elegancia cuando AMLO señaló —al calor de la arenga electoral— que la Corte no había servido de nada al país.

Aunque Sánchez Cordero es institucio­nal, confío en que sabrá comportars­e como una ministra: buscará persuadir al presidente sobre su agenda y llamarlo a reconsider­ar algunos de sus planteamie­ntos. Indudablem­ente, encargarle el comando de la política interior al arranque de la nueva administra­ción es uno de los mensajes transforma­dores que más necesita el país.

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