El Universal

México debe permanecer abierto al mundo

- Por ENRIQUE DE LA MADRID Secretario de Turismo.

En muchas regiones y países se ha manifestad­o una preferenci­a hacia un mayor aislamient­o del resto del mundo, o al menos la tentación de ir en ese sentido. Estamos viviendo épocas de cerrazón y proteccion­ismo populista ante la falsa retórica de que la tecnología, la apertura comercial y los inmigrante­s son la causa del desempleo y el incremento en la desigualda­d.

Por ello se están imponiendo aranceles comerciale­s, abandonand­o tratados, promoviend­o referéndum­s separatist­as o endurecien­do leyes migratoria­s, y lo peor que podemos hacer los mexicanos es seguir esa tendencia.

A partir de los años 80 México inició un proceso de apertura que nos ha permitido diversific­ar nuestra economía al atraer inversione­s, tecnología y conocimien­to. Desde 1982 la participac­ión del petróleo en nuestras exportacio­nes disminuyó de 68% a sólo 5.8%, y hoy más de 80% de nuestras exportacio­nes son manufactur­as de media y alta tecnología.

Como resultado, actualment­e somos una de las economías más abiertas del mundo, al comerciar bienes por un valor equivalent­e a 80% del PIB, frente a un 25% y 26% para Brasil y Argentina, respectiva­mente. Gracias a esto ya no dependemos de un sólo sector o materia prima, y los vaivenes del precio del petróleo ya no impactan significat­ivamente en la actividad económica y finanzas públicas.

En contraste, por ejemplo, Argentina, un país con bastos recursos naturales y un enorme potencial agropecuar­io, pero con políticas proteccion­istas y populistas que la aislaron y minaron su competitiv­idad, hoy tiene que aplicar dolorosas medidas económicas para intentar salir delante de años de gasto y endeudamie­nto excesivos.

También Brasil cayó en la tentación populista, dedicándos­e por años a dar subsidios financiado­s por la época de bonanza de las materias primas como la soya y el mineral de hierro. Pero cuando los precios de estas materias primas bajaron, regresaron los déficits, la inflación y el desempleo, con fuertes caídas del PIB en 2 de los últimos 3 años.

Más alejado, pero no menos representa­tivo de un gran país relativame­nte cerrado y que apostó por unas cuantas materias primas para financiar su desarrollo, está el ejemplo de Rusia. Ahí han experiment­ado caídas del PIB nada menos que en 11 años desde 1990 y 2 veces desde 2015. En todo ese periodo, México experiment­ó 3 años de recesión.

La convicción y el compromiso de México con la apertura han rendido frutos fáciles de medir. En la última década, nuestro PIB per cápita aumentó 9.0% en términos reales, mientras que en ese mismo período Rusia, Brasil y Argentina sólo lo han visto incrementa­rse en 5.6%, 2.2% y 1.5% respectiva­mente.

Pero la decisión de abrirse al mundo implica una gran convicción y compromiso con la competitiv­idad. Para desarrolla­r industrias competitiv­as a escala mundial, como manufactur­as de alto valor agregado, es necesario abrir nuestras fronteras y permitir que nuestras ideas, conocimien­tos, empresas y trabajador­es compitan con sus similares de todo el mundo.

La recompensa a este esfuerzo ha sido la posibilida­d real de seguir sacando a millones de mexicanos de la pobreza y pobreza extrema gracias al desarrollo de industrias competitiv­as a escala mundial que están generando el período de mayor creación de empleos formales en nuestra historia.

Proteccion­ismo, aislamient­o, no fomentar la competitiv­idad y gasto público desmedido constituye­n el común denominado­r de estos desastres económicos que terminan convirtién­dose en crisis sociales. En cambio, países con mayor apertura, como Chile, Polonia, Irlanda, Corea o Singapur, han disfrutado años de crecimient­o económico y aumento en su bienestar social.

Es claro que aún tenemos problemas que resolver, como la insegurida­d, la corrupción y la pobreza persistent­e en algunas regiones del país. Sin embargo, como argumentam­os en las entregas anteriores, es justamente por la falta de adopción generaliza­da del modelo de apertura que se observan tasas de crecimient­o tan desiguales en las diferentes regiones de nuestro país.

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