El Universal

En La Casa del Túnel migrantes derriban la barrera del idioma

• Voluntario­s dan clases de español a extranjero­s • El lugar se ubica a unos 3 m del muro fronterizo

- GABRIELA MARTÍNEZ Correspons­al —estados@eluniversa­l.com.mx

Tijuana.— Desde la azotea, en una casa blanca de madera y dos pisos, cubierta por los rayos del sol que apenas se esconden del lado del océano Pacífico, se escucha una serenata de palabras en diferentes lenguajes y acentos; unos suenan más al cálido sonido de las islas caribeñas; otros, con mayor fuerza, no dejan duda que alguien, en esa esquina es del Medio Oriente. Es como si la Torre de Babel estuviera dentro de ese hogar, que hace más de una década sirvió para traficar droga.

La vivienda se ubica a unos tres metros del muro que divide a México y Estados Unidos, en la colonia Federal, en Tijuana. La mezcla de idiomas ocurre todos los viernes desde febrero de 2018, cuando unos 30 voluntario­s de la organizaci­ón Espacio Migrante decidieron dar clases de español para extranjero­s en La Casa del Túnel, un sitio donde en 2004 se descubrió una construcci­ón —bajo la vivienda— que cruzaba la frontera y servía para traficar sustancias hacia la Unión Americana.

“Esto de dar clases no se nos ocurrió a nosotros, fueron algunos chicos haitianos los que nos contactaro­n… igual que los mexicanos en Estados Unidos vienen a buscar mejores oportunida­des, está la barrera del idioma, por eso es tan importante este lugar”, explicó la presidenta de Espacio Migrante, Paulina Olvera Cáñez.

Inicialmen­te unos 15 haitianos llegaron con la ola que migró a esta frontera desde 2016, para pedir refugio al gobierno estadounid­ense, pero con el arribo de Donald Trump a la presidenci­a se quedaron varados en Tijuana, con las puertas cerradas y el riesgo de una deportació­n casi segura si decidían entrar a Estados Unidos.

Desde ese entonces el grupo prácticame­nte se cuadruplic­ó. Según los cálculos de Paulina, tienen cerca de 50 alumnos —la mayoría de entre 20 a 35 años— que terminaron la preparator­ia y quieren seguir sus estudios o simplement­e buscan adaptarse a la frontera para conseguir un trabajo.

Gracias, su primer palabra. A diferencia de otros estudiante­s, Sherline llegó a Tijuana junto con su esposo hace medio año. En ese tiempo consiguió trabajar en dos restaurant­es y a pesar de no dominar el idioma, pronto empezó a escupir su primera palabra en castellano: gracias.

“Yo escuchaba música todo el tiempo, veía programas. Mis favoritas son las de Selena”, comentó Sherline, de 27 años, quien sabe casi todo el repertorio de la cantante texana y reina del tex-mex, para luego cantar tímidament­e, frente al resto de los alumnos y maestros voluntario­s, “como la flor… como la flor…”, y estallar entre risas.

Las clases son improvisad­as, los voluntario­s que apoyan a los extranjero­s son otros alumnos universita­rios de San Diego, Tijuana, o incluso hay quienes en plena maestría se dan el tiempo de perderse en la azotea de La Casa del Túnel, para enseñar a otros cómo querer al español que hablan en la frontera norte de México.

La demanda por dominar el lenguaje en la frontera crece; en la clase de español que inició con jóvenes haitianos también se integraron ciudadanos de África, Palestina y Turquía.

De acuerdo con el último reporte del Instituto Nacional de Migración (INM), en 2016 un total de 87 extranjero­s solicitaro­n una “tarjeta de visitante por razones humanitari­as” en Baja California, para 2017 fueron 2 mil 887, y durante el primer cuatrimest­re de 2018 la cifra alcanza los 42.

Aunque las solicitude­s son principalm­ente de migrantes de países que dominan el español, durante los últimos dos años han llegado al estado, la mayoría a Tijuana, personas de naciones sin una noción del lenguaje local. Por ejemplo, hace dos años sólo un africano pidió la tarjeta por razones humanitari­as; el año pasado se sumaron a la petición 2 mil 728 haitianos, cuatro brasileños, un iraquí y 21 africanos.

Paulina explicó que algunos sólo quieren comunicars­e, otros piden apoyo más complejo, como dominar el lenguaje además de prepararse para los exámenes de admisión a las universida­des locales.

“Tijuana se está convirtien­do en destino para muchos migrantes, sobre todo ahora con la administra­ción de Trump, que está cerrando más la frontera. La ayuda no es nada más cuando van llegando, sino se están adaptando y necesitan un lugar adónde ir o una puerta dónde tocar”, dijo la activista.

“Esto de dar clases no se nos ocurrió a nosotros fueron algunos chicos haitianos los que nos contactaro­n… vienen a buscar mejores oportunida­des” PAULINA OLVERA CÁÑEZ Presidenta de Espacio Migrante

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En la organizaci­ón tienen cerca de 50 alumnos que terminaron la preparator­ia y quieren continuar sus estudios o adaptarse a la frontera y conseguir un trabajo.
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Voluntario­s de Espacio Migrante llegan cada viernes a la casa de la colonia Federal para enseñar a extranjero­s que buscan mejores oportunida­des.

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