El Universal

Aumento de tasa de interés

- Por ROGELIO RAMÍREZ DE LA O Analista económico. rograo@gmail.com

El aumento de la tasa de interés es potencialm­ente más desestabil­izador para la economía que el mismo Tratado Norteameri­cano de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). Una razón es que esta tasa tuvo siete años a nivel de cero desde 2008 y aún hoy es sólo de 2% en la tasa de fondos federales estadounid­ense, de corto plazo; sólo 3% en los bonos de 10 años, y en Europa apenas de 0.5% en los mismos bonos. El potencial de aumento es muy alto.

Otra razón es que la liquidez que ha estado disponible en exceso y de manera creciente en los mercados desde 2008 se irá retirando gradualmen­te y con ello hará subir el costo del crédito.

Si lo anterior fuera todo, sería suficiente como problema. Pero no es todo, pues lo prolongado del estímulo monetario hace que cualquier retiro de fondos prestables o aumento de tasa de interés tenga efectos muy fuertes entre monedas y países. Estos ya los estamos viendo.

El costo del dinero se mantuvo muy bajo entre 2008 y hoy en Estados Unidos, y sigue muy bajo en Europa y Japón. Pero este ciclo ya terminó, cuando el mismo Banco Central Europeo anunció que a fin de 2018 comenzará a reducir su propio estímulo monetario. El estímulo consiste en la compra de valores gubernamen­tales o algunos otros en el mercado para sostener sus precios, mantener la tasa de interés baja y evitar pérdidas en los portafolio­s de los tenedores, entre ellos los grandes fondos de pensiones.

En el mercado global hay muchos inversioni­stas que han ganado mucho dinero con este ciclo monetario, pero que hoy están sobrere accionando al cambio de ciclo. Por los volúmenes de recursos que manejan, sus reacciones amplifican el efecto del encarecimi­ento de la tasa de interés sobre países, monedas y expectativ­as.

Los estímulos monetarios de los bancos centrales evitaron que la economía global se hundiera en una depresión desde 2008. Pero hay que tener claro que la recuperaci­ón no ha sido amplia ni parece tan sólida como era deseable, pues no hay recuperaci­ón autososten­ida de la demanda ni de la inversión de largo plazo. Aunque ha habido inversión en años recientes, gran parte ha sido para que empresas con muchos recursos adquiriera­n otras y consolidar­an su presencia dominante en banca, seguros, bienes de consumo, tele comunicaci­ones, medios de comunicaci­ón y muchas otras.

Y aun estas empresas con mucha liquidez también han usado mucha deuda. Además, muchos gobiernos también aumentaron su deuda, bajo el mismo razonamien­to del costo bajo del dinero. Aun así, el desempleo sigue alto, excepto en Estados Unidos, y no hay aún aumento palpable de salarios.

Brexit, precedido por las crisis de Grecia y de la periferia de la Unión Europea desde 2010, la elección de Italia, las crisis en Brasil y Argentina y otros indican el descontent­o que enfrentan muchos gobiernos en donde no ha habido recuperaci­ón palpable.

El alza de tasas por la Reserva Federal y el anuncio del fin del estímulo monetario europeo vienen a confirmar que hay un nuevo ciclo monetario con aumentos en el costo del dinero y que muchos deudores públicos y privados van a encontrars­e fuera de lugar. Tendrán que hacer ajustes en sus economías con recortes de gastos, cuando no han dado la atención que prometiero­n a su población.

México no tiene un gran problema de deuda pública, aunque sí causó alarma hace tres años al rebasar el 50% del producto interno bruto —de ahí el programa de reducción de deuda aún hoy vigente, el cual, sin embargo, redujo el crecimient­o—. En contraste, el sector privado en México sí adquirió mucha deuda y va a resultar golpeado.

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