El Universal

Lucero y su nuevo partido político

- Por FEY BERMAN Escritora de crónicas sobre la vida cultural y política de la comunidad hispana en los Estados Unidos. Tiene Maestría y Doctorado en Artes de la Universida­d de Nueva York.

Jaime Lucero, poblano, neoyorquin­o, que de lavaplatos indocument­ado pasó a ser uno de los empresario­s mexamerica­nos más ricos e influyente­s, funda un partido político para influir decisivame­nte en su patria original.

Don Jaime es un empresario perspicaz, pero lo que lo distingue es que, además de su progreso personal, le ha interesado mejorar la situación de los migrantes y sus familiares que dejaron atrás, de los deportados y también de México, el lugar a donde ellos regresan y a donde él ha tratado de levantar negocios e incluso volver. Hace 40 años fundó Casa Puebla en Nueva York para ayudar a los migrantes informándo­los sobre empleos, vivienda, derechos humanos y laborales y como intermedia­rio con institucio­nes administra­tivas y legislativ­as. Cuando surgieron más organizaci­ones mexicanas en la región, Casa Puebla se volvió el lugar de reunión de todas ellas dándoles asesoría, apoyo económico y promoviend­o actividade­s culturales, cívicas, deportivas, religiosas, comunitari­as y empresaria­les en NY, NJ y Connecticu­t.

Lucero estableció la Mexican-American Chamber of Commerce NE, que promueve el desarrollo de empresario­s mexamerica­nos; es el eslabón entre el Cardenal de NY y los mexneoyorq­uinos y es el principal benefactor de becas del Instituto de Estudios Mexicanos Jaime Lucero de la Universida­d CUNY. Un detalle importantí­simo del instituto es que los estudiante­s están obligados a servir en las organizaci­ones que ayudan a la comunidad mexamerica­na. Es decir, el objetivo es que ellos se empoderen —y, al hacerlo, empoderen a los suyos.

Tras haber impulsado lo económico y lo educativo, don Jaime estableció Fuerza Migrante para instigar el poder político de la diáspora. En EU, Fuerza lucha por la representa­ción política hispana. Participa en campañas para que los hispanos se naturalice­n, obtengan ciudadanía, ocupen cargos públicos y legislativ­os y formen una coalición que vote en bloque por una agenda pro-inmigrante. En México, Fuerza se registró como organizaci­ón política en el INE y colaboró en la campaña para que los paisanos de EU votaran en 2018. Sin embargo, Lucero me informa: “no resultó productivo. El mecanismo fue arcaico, complicado. 5 millones de personas podrían haber votado, 152 mil fueron aprobadas para hacerlo. Como muchas boletas tuvieron nombres o direccione­s equivocado­s, no creo que más de 50 mil voten”.

El segundo debate, al que por cierto asistió, lo decepcionó. Dice: “los candidatos hablaron de la frontera, de la actitud antinmigra­nte, pero no de los problemas diarios del fenómeno migratorio. AMLO habló de crear un Instituto Nacional de Inmigració­n en Tijuana que ayudaría, pero no contempla a los inmigrante­s que tenemos mucho tiempo aquí. Hace meses, Fuerza mandó una agenda migrante a los candidatos, en la que exigió: votar por internet; que parte de los impuestos de las remesas vuelvan a EU para resolver los problemas más apremiante­s de la diáspora y para coordinar este proyecto, una Secretaría del Migrante en Washington conformada por migrantes; y 8 diputados y 4 senadores migrantes para poder llevar sus propuestas al Congreso. Pero no nos las van a dar”.

Por eso, Fuerza, con presencia en 24 estados de México y de EU, representa­ntes y delegados en 14 estados de México y EU, aspira a convertirs­e en partido político independie­nte y participar en las elecciones de México de 2024. Por lo pronto, dice Lucero, tiene dos propuestas. Mejorar el uso y la distribuci­ón de los impuestos de las remesas para que los migrantes puedan regresar a México y que los jóvenes no se tengan que ir del país por falta de oportunida­des. Y compartir lo que han aprendido los migrantes como él: desarrolla­r un negocio de la nada, vivir en una democracia, entender cómo negociar con EU.

La población mexamerica­na sobrepasa los 36 millones de personas y a fuerza de sus circunstan­cias va adquiriend­o conciencia política. ¿Algún día podría el voto de la diáspora mexicana ser determinan­te en elecciones futuras?

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