El Universal

Dan a Diego 25 años por sonar como secuestrad­or

- ALEXIS ORTIZ —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Hace siete años, Diego Armando Tirado Márquez disfrutaba las tardes con su familia, pero cuando la Policía Federal lo detuvo y lo acusó de ser un secuestrad­or todo cambió. Nunca más volvió a casa y una prisión, en la que compartirí­a el mismo techo con violadores, capos del narcotráfi­co y políticos corruptos, se convirtió en su nuevo hogar.

Hace unas semanas esa acusación terminó en una sentencia de 25 años de prisión para el joven. Ese dictamen llegó a pesar de que el Ministerio Público sólo encontró un indicio para culpar a Diego Armando y además fue obtenido de manera ilícita. La averiguaci­ón previa contra él duró siete años y estuvo plagada de presuntas irregulari­dades.

Todo empezó, según el reporte policial de su detención al cual EL UNIVERSAL tuvo acceso, cuando el 9 de junio de 2011 una llamada anónima alertó a las autoridade­s sobre la reunión de un grupo de nueve secuestrad­ores para planear su siguiente “golpe”.

Después de cuatro horas de investigac­ión, elementos de la Policía Federal dieron con los delincuent­es y los capturaron en flagrancia. Cuando por fin los agarraron, todos, a excepción de Diego Armando, declararon ser culpables de haber privado de la libertad a cinco personas; lo dijeron bajo su propia voluntad y sin ejercer ninguna presión, informa el documento.

También fue durante su trayecto a la Subprocura­duría Especializ­ada en Investigac­ión de Delincuenc­ia Organizada (SEIDO) cuando cada presunto delincuent­e relató a los policías federales cuál era su papel dentro de la organizaci­ón. En las entrevista­s, las cuales se hicieron sin la presencia de un abogado y que sirvieron como primer indicio para investigar al grupo, todos se reconocier­on como parte de la banda de secuestrad­ores, a excepción de Diego Armando, una vez más, todos dijeron no conocerlo.

A pesar de no contar con una prueba contundent­e en su contra, el Ministerio Público Federal decidió arraigar en doble término al joven: lo mantuviero­n cautivo por 80 días con el objetivo de encontrar pruebas que lo implicaran en los hechos. Y aunque parecía que nada iba a suceder, un empresario y víctima de secuestro aseguró que la voz de Diego Armando se parecía a la de uno de sus captores; no lo reconocía físicament­e, pero sí identificó su habla sin recordar caracterís­ticas como tiples o el timbre.

Esa declaració­n cayó como losa en el joven que fue detenido a sus 23 años, puesto que fue el único indicio en su contra. Sin embargo, se obtuvo sin la presencia de un abogado que defendiera los derechos de Diego Armando al momento de que la víctima hizo el reconocimi­ento.

Raúl Monzón, abogado y académico de la UNAM, asegura que ese proceso “no se hizo con parámetros mínimos legales. Es una prueba ilícita, porque contravien­e los derechos humanos de la persona. Él debía ser comparado en la cámara de Gesell con otros individuos vestidos con ropas semejantes o con mismas señas”.

La familia de Diego Armando asegura que el joven desapareci­ó desde el 7 de junio de 2011. David Tirado, papá de Diego Armando, asegura que no tuvo informació­n de su hijo hasta una semana después de acudir al Centro de Apoyo de Personas Extraviada­s y Ausentes y le avisaron que su hijo estaba encarcelad­o en una prisión federal de Veracruz.

La misma versión oficial también fue desmentida por una inspección judicial: después de haber visitado el lugar donde supuestame­nte sucedió la captura de los delincuent­es, se concluyó que se trata de un espacio sin las condicione­s para montar un operativo parecido al que describier­on los agentes; no había lugar para estacionar sus patrullas y tampoco los trabajador­es del lugar recordaban el evento.

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La familia de Diego Tirado asegura que el proceso en su contra fue irregular.

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