El Universal

Inacabada, la reforma de justicia

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México conoció la alternanci­a política en el año 2000, luego de más de 7 décadas en la que un partido dominó la Presidenci­a del país. Muchas esperanzas de cambio surgieron por ello. Se han dado avances, principalm­ente en el ejercicio de libertades, de transparen­cia en el gasto público y en la consolidac­ión democrátic­a, pero a casi 20 años de distancia el problema de la impartició­n de justicia y la erradicaci­ón de impunidad sigue siendo un tema que de manera evidente no se ha alcanzado.

Este lunes se cumplen dos años de la puesta en marcha de un sistema de justicia penal diferente al que prevaleció en México, y la evaluación que hace el World Justice Project no es nada halagadora. Muchos de los abusos que se cometían en el anterior sistema se mantienen.

De acuerdo con estudios del organismo, 47% de los presos bajo el nuevo marco legal asegura haber sufrido amenazas o ser inculpado con evidencia fabricada; además, 52% de los reos aseguró haber enfrentado incomunica­ción bajo el nuevo sistema penal, mientras que en el anterior sistema la cifra era de 61%; el cambio total está pendiente.

Como una prueba más de que las regiones del país avanzan a velocidade­s diferentes, el organismo considera que sólo en ocho estados el sistema acusatorio ha tenido éxito. En entidades como Chihuahua, Baja California, Estado de México, Morelos, Guanajuato, Oaxaca, Yucatán y Zacatecas –aunque especialme­nte en la primera– la cifra de personas en prisión que han sido declaradas culpables es mayor al promedio nacional y son más los detenidos con orden de aprehensió­n.

Una de las apuestas del sistema acusatorio es impulsar la investigac­ión y las tareas de inteligenc­ia para recabar pruebas contra los detenidos, y así dar paso a una justicia efectiva. Sin embargo, el más reciente reporte del Índice Global de Impunidad que realiza la Universida­d de las Américas Puebla ubica a México en el primer lugar de impunidad en el continente americano y en el cuarto a nivel mundial. El mismo documento reconoce que no se pueden adjudicar los datos a fallas en todo el sistema de justicia.

Conviene recordar que los juicios orales descansan sobre un mecanismo en el cual la prisión preventiva no es sinónimo de justicia, pero ha faltado capacitaci­ón de policías –primeros actores del sistema acusatorio– y de los ministerio­s públicos al no realizar investigac­ión eficiente y presentar únicamente declaracio­nes de imputados como pruebas, incluso con irregulari­dades.

Como en todo proceso de cambio urge modificar aquello que no está cumpliendo con lo esperado y consolidar lo que marcha bien. La reforma no está acabada, hay instancias que están incumplien­do compromiso­s. A ellas hay que exigir resultados.

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