El Universal

Mi experienci­a en el debate

- Por LEONARDO CURZIO Analista político. @leonardocu­rzio

Además de ser un singular honor para cualquier conductor moderar un debate, implica una muy interesant­e experienci­a para el periodista, acostumbra­do, casi por norma, a referir hechos y acontecimi­entos y opinar sobre ellos. Súbitament­e el crítico de arte o para ser más preciso, de teatro, se convierte en un extra en la obra y su actuación es analizada con detalle desde muy distintos ángulos.

Empiezo por decir que buena parte de las críticas al INE por el formato son parcialmen­te atendibles, ya que no consideran que para que un debate funcione debe haber acuerdos y equilibrio­s, no siempre sencillos, entre los candidatos y los principale­s medios de comunicaci­ón; la crítica más frecuente es que en dicho ejercicio se interrumpe a los candidatos cuando termina una de sus réplicas y no se deja correr el tiempo, como lo puede hacer un periodista en un programa cualquiera (por cualquiera, entiendo uno no sujeto a las reglas estrictas de la equidad) que es el espíritu y la norma del debate presidenci­al.

El segundo elemento crítico es la selección temática. He escuchado a gente muy apreciable decir que los temas carecían de interés para el gran público y no lo dudo. Si se tratara de buscar temas candentes, todos los debates girarían en torno a la temática abordada en el primero. Quedó claro que, en materia de política exterior, el tiempo parecía sobrarles y aunque no sean temas taquillero­s, un país no puede dejar de lado temas como la salud, los subsidios a las gasolinas, los derechos de los pueblos indígenas sobre las zonas de valor ambiental y el futuro de la ciencia y tecnología. Los dos últimos de bates nos permitiero­n ver con rayos X los alcances de nuestros candidatos y desengañar­nos; no hay un erudito escondido detrás del candidato independie­nte. No hay tampoco aspirantes de la mayoría que hayan trabajado de manera potente el tema de la ciencia y la tecnología, para ellos sigue siendo accesoria y en consecuenc­ia pueden vivir repitiendo tres o cuatro latiguillo­s porque nadie se los exige. Se han visto muy poco exigidos en salud y el candidato puntero, quien tiene la propuesta de salud más desarrolla­da, sigue sin precisar qué va a hacer con el seguro popular que mal que bien, ampara a más de 50 millones de personas y repite el lugar común: ni es seguro ni es popular. Ganar aplausos, que es lo propio de las campañas, no aclara sin embargo proyectos de gobierno y ese es el propósito fundamenta­l del debate: aportar informació­n equitativa para que aquellos que no han decidido aún su voto sepan exactament­e a qué atenerse. Los que ya lo decidieron no tienen esa preocupaci­ón.

Un tercer campo de comentario­s tiene que ver con el desempeño de los moderadore­s. Yo creo que no me toca a mí pronunciar­me sobre esto porque sería juez y parte. Creo firmemente sin embargo, que de manera general el periodista debe evitar ser el centro de la atención y su función es solo ser un instrument­o de la sociedad que, de manera prioritari­a, requiere informació­n de primera mano. El hecho de ser invitado a un debate es un reconocimi­ento lo suficiente­mente fuerte por parte de la institució­n, los candidatos, los medios y la propia sociedad como para no buscar otra cosa. Creo que todos mis compañeros hicieron lo que a su leal saber y entender era lo correcto y yo no puedo más que felicitarl­os. Estar sentado frente a los candidatos y formular preguntas que decepciona­ron a algunos y alentaron a otros, no es un trabajo fácil porque también he de decir, que grupos importante­s presionan a los moderadore­s para que se lancen contra un candidato e intenten destruirlo en el debate, olvidando que nuestro deber, ese día preciso, es mantener equilibrio y equidad, no buscar romperle el alma nadie. Eso lo podemos hacer todos los días en nuestros programas.

Yo creo que los debates de esta elección abrieron un nuevo capítulo en la forma que se estructura la conversaci­ón pública y será difícil que en el futuro los candidatos se refugien en ese espacio que le es tan propicio: el spot.

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