El Universal

Policías de Querétaro hacen labor de albañil

Como forma de “castigo”, agentes del municipio de Peñamiller construyen su propio cuartel para ahorrarle dinero al gobierno local, acusan

- Texto y foto: AMÍLCAR SALAZAR EL UNIVERSAL Querétaro

Cada vez que su jefe lo castiga o cuando pierde un volado ante sus compañeros, Melitón (nombre ficticio) se quita el arma de cargo, las botas, el uniforme azul y procede a cumplir tres horas de trabajo como “albañil” del gobierno municipal.

Él es uno de los 35 policías del ayuntamien­to de Peñamiller que construyen, por mano propia y de manera supuestame­nte voluntaria, su cuartel, sobre un predio contiguo a la central de autobuses que les fue donado por un particular.

Desde hace 30 meses, la policía peñamiller­ense se quedó prácticame­nte en la calle: sin oficina ni vestidores, cuando la recién llegada edil, Margarita Hernández Aguilar, ordenó al cuerpo policial dejar el inmueble que arrendaba en el centro histórico, debido a un “ahorro de recursos en rentas”, según consta en un acta de Cabildo de noviembre de 2015.

Para no incomodar a su nuevo comandante, Álvaro Montes, los agentes acataron la orden, accediendo a edificar la nueva sede y a distribuir­se físicament­e en oficinas “prestadas”, que hasta hoy ocupan; algunas en la estación camionera; otras en un juzgado y unas más en un traspatio.

Obras a la mitad

La idea de usar a los policías como alarifes fue de la alcaldesa, quien sólo esperó unos meses a que los agentes levantaran los primeros muros para organizar un acto público en el que se retrató junto a sus subordinad­os, empuñando ella misma una cuchara con mezcla y pegando un ladrillo.

Pero la realidad rebasó a los antes entusiasta­s voluntario­s. Transcurri­dos dos años y medio desde que iniciaron la obra, el avance es de 50%, según pudo comprobarl­o EL UNIVERSAL Querétaro.

Varillas oxidadas, pilas de arena y tabiques en desuso se ven junto al cascarón que un día será la sede policial, pero cuya fecha de inauguraci­ón por parte de la edil se ha pospuesto hasta tres veces en su periodo, según cuenta uno de los guardias.

El atraso de la anhelada obra se atribuye a la falta de “tiempo libre” de los policías. Sin embargo, otra razón que se maneja internamen­te es el “enojo” del mismo personal, que lejos de sentirse reconocido por su apoyo, ahora ve las faenas de albañilerí­a a modo de “trabajo forzado” o por “castigo” de sus superiores.

La última vez que los ciudadanos de Peñamiller vieron a un grupo grande de policías alzando palas y carretilla­s fue a mediados de marzo, en víspera de la visita al municipio del gobernador Francisco Domínguez y de otros miembros del gabinete estatal.

Al margen de aquella ocasión, las jornadas constructi­vas se han venido dando a marcha lenta y en grupos reducidos, con periodicid­ad de hasta tres días por mes.

El nerviosism­o cunde entre los mandos de la tropa, porque al mirar el calendario y todo lo que falta por hacer: pisos, lozas, instalacio­nes, herrería y acabados, temen que la alcaldesa no llegue a cortar el listón inaugural antes de que acabe su gestión.

Carencias policiales

Los 35 elementos de la Dirección de Seguridad Pública de Peñamiller no la han tenido fácil durante la administra­ción (2015-2018) de Hernández Aguilar. Apenas llegó al cargo, la edil sacó a los policías de su cuartel, pero también les congeló salarios, la autorizaci­ón para nuevas plazas y les escatimó gastos de gasolina para las patrullas, entre otras necesidade­s.

Los policías dicen ejercer su trabajo desmotivad­os, al percibir uno de los salarios más bajos de la entidad: 3 mil 200 pesos quincenale­s, además de no contar con seguro médico y con ninguna prestación laboral.

Con 17 mil habitantes e inmerso en las primeras montañas de la Sierra Gorda, Peñamiller posee seis delegacion­es que agrupan a un total de 142 localidade­s, en su mayoría muy pequeñas y dispersas en un encrespado territorio de 797 kilómetros cuadrados, que dificulta la vigilancia.

El cuerpo policial requiere de al menos 20 plazas nuevas para poder patrullar más allá de las dos delegacion­es que hasta hoy alcanza a cubrir.

Peñamiller tiene uno de los menores índices delictivos del estado: 329 delitos del fuero común por año. Sin embargo, regidores señalan “grave ineficienc­ia policial” y afirman que el nulo patrullaje ha facilitado asaltos.

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La idea de usar a los policías como albañiles fue de la alcaldesa Margarita Hernández, quien se tomó una foto con cuchara y cemento en mano cuando los primeros muros del futuro cuartel fueron colocados.

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