El Universal

De Rueda a Ribera

- Por CARLOS BORBOA @Carlos_Borboa carlos.borboa.s@gmail.com —Carlos Borboa es periodista gastronómi­co, sommelier certificad­o y juez internacio­nal de vinos y destilados.

Semana de exploració­n vínica, de charlas dedicadas a redescubri­r terruños y catas enfocadas a paladear nuevas etiquetas. Las sorpresas, estimado lector, han sido múltiples y variadas. Tenemos tinta para rato. El jueves recibí la visita de Iván M. Galván, gerente de marca de Enotelia. ¿El propósito? Echarle mano a las etiquetas de Valdrinal, Estancia de Piedra y Tomás Postigo, bodegas que desde hace un par de meses representa en México. ¡Sí!, un auténtico viaje sensorial por las denominaci­ones Rueda, Toro y Ribera del Duero.

El encuentro arrancó con un ejemplar de Rueda ligado a Tomás Postigo, enólogo que pusiera en marcha a Pago de Carraoveja­s. Me explicaba Iván que Postigo mantiene un vínculo con la denominaci­ón Rueda desde 2008, año en que decidiera establecer­se por cuenta propia. Con la misma filosofía que practica en Ribera del Duero, vanguardia y precisión técnica, Postigo elabora un Verdejo en la zona de Segovia. ¿Particular­idades? De entrada fermentaci­ón y crianza en barrica de roble francés por ocho meses, que derivan en un vino denso, lleno de fruta blanca madura y notas florales, con perfecto equilibro ácido… ¿Se le antojo? Espere a conocer el tinto. Después del Tomás Postigo Blanco Fermentado en Barrica, Iván apuntó a Valdrinal, proyecto fundado en 2000 por David Cuellar. Esta pequeña bodega controla 25 hectáreas de viñedos de Tinta Fina (Tempranill­o) en los alrededore­s de Aranda del Duero, sobre los que trabaja con un profundo enfoque en la calidad más allá del volumen. Lo probado: el Valdrinal Reserva Vendimia Selecciona­da, un Tempranill­o con 22 meses de roble, plagado de fruta negra madura, especias y balsámicos, con taninos plenos y gran frutalidad. Es cierto, Valdrinal se ubica en la frontera del clasicismo y la modernidad, en la línea que divide a caldos jóvenes, con densos y acentuados aromas de fruta, de grandes reservas. Un vino que da en el clavo.

La tercera parada fue Toro, a través de Estancia de Piedra. No lo sabía, pero esta bodega posee la mayor parcela de viñedo antiguo en toda la denominaci­ón de origen: 40 hectáreas plantadas en 1968, a pie directo tradiciona­l, con uno de los clones más auténticos de Tinta de Toro… ¡Bocarraje es el nombre! De aquí, probamos el Piedra Platino Gran Reserva Selección, monovariet­al de Tinta de Toro con 19 meses de crianza en barrica nueva de roble francés. “Carlos, ¿un puño en la boca?” Todo lo contrario. Detrás de la típica profundida­d cromática, este tinto mostró agradables notas de frutos negros compotados con un fondo de especias, cuero y tabaco. En boca se mostró amable, equilibrad­o y maduro, con acidez vibrante y larga persistenc­ia. Sí, solo el tiempo es capaz de domar la potencia y robustez de Toro.

Para cerrar, Tomás Postigo Tinto. Imagine usted un ensamble de Tempranill­o, Cabernet Sauvignon, Merlot y Malbec elaborado con frutos procedente­s de 37 parcelas de 15 municipios de Ribera del Duero, vinificado­s con levaduras autóctonas, con el propósito de integrar la más profunda expresión ribereña… ¡Ahí le va!

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