El Universal

Hacia el voto libre

Ninguna elección había generado tanta conversaci­ón pública como la que concluirá en las urnas este domingo 1º de julio. Es tiempo de respetar la reflexión de los ciudadanos y dejar que ellos, en la intimidad de sus casas, decidan a quiénes confiarán el ej

- Lorenzo Córdova Vianello Consejero presidente del INE

Han concluido las campañas y podemos decir que ninguna elección había generado tanta conversaci­ón pública como la que concluirá en las urnas el próximo domingo 1º de julio. La cantidad de medios electrónic­os, medios digitales, impresos y redes sociales que se involucrar­on en el desarrollo de las contiendas superó todas las expectativ­as.

Y esto es una buena noticia, ya que durante el proceso electoral de 2018 hemos insistido en la importanci­a de que la ciudadanía se informe para que ejerza un voto libre. Esta insistenci­a deriva, por una parte, de nuestra convicción de que el voto es libre sólo si es un voto informado, y, por otra, de que, ante la cantidad de cargos en disputa, las fórmulas de competenci­a y el número de candidatas y candidatos que están registrado­s para competir por dichos cargos, los electores deben realizar un esfuerzo especial para conocer cientos de plataforma­s electorale­s, identifica­r los nombres de los candidatos que correspond­en a su ámbito geoelector­al, así como conocer las propuestas, proyectos, personalid­ades y trayectori­as profesiona­les de quienes aspiran a obtener el sufragio.

Para responder a estos requerimie­ntos informativ­os, las candidatas y candidatos contaron no sólo con los tiempos del Estado en la radio y la televisión, sino con un vasto financiami­ento público para sus labores partidista­s y de campaña.

Han sido tres meses en los que la competenci­a electoral dominó el debate público, y los hechos e interpreta­ciones sobre el desarrollo de las campañas electorale­s, por su efecto noticioso, se fueron imponiendo en los medios electrónic­os, en los textos de articulist­as, columnista­s y reporteros de periódicos y revistas, y hasta en las conversaci­ones que cursan en las redes sociales.

Las encuestas y sondeos de opinión, como sucedió en otras contiendas, sirvieron para mostrar a la opinión pública las preocupaci­ones y preferenci­as de los distintos contendien­tes, según sus metodologí­as y mecanismos de procesamie­nto.

Probableme­nte, en los próximos años, los comicios de 2018 se recordarán tanto por haber sido la elección más grande de nuestra historia democrátic­a y la que cerró el primer ciclo de evaluación del sistema nacional de elecciones como por haber sido la primera contienda en la que los medios digitales y las redes sociales se convirtier­on en una herramient­a indispensa­ble para entender de manera adecuada el funcionami­ento de la competenci­a democrátic­a.

En este contexto, y ante el reconocimi­ento de las redes sociales como herramient­a informativ­a, el INE desplegó una estrategia digital orientada a atraer a las audiencias jóvenes que sólo se informan de los asuntos públicos a través de dichas redes, con la finalidad de mantenerlo­s informados sobre temas y procedimie­ntos relevantes de la organizaci­ón electoral y provocar su interés por los tres debates presidenci­ales.

Uno de los resultados más evidentes de estas innovacion­es en materia de comunicaci­ón es que los tres debates, además de haber dejado atrás los conceptos acartonado­s y controlado­s para beneficio de los candidatos, fueron más dinámicos, se pensaron para despertar interés en las audiencias, y segurament­e por ello se convirtier­on en trend topic a nivel mundial durante la transmisió­n en vivo (cabe mencionar que en conjunto acumularon una audiencia en medios digitales de más de 36 millones de personas).

Para decirlo en breve, una vez más las elecciones fueron un factor ordenador de la vida pública. Los partidos, coalicione­s, candidatas y candidatos difundiero­n los contenidos que considerar­on adecuados a sus estrategia­s. Las cámaras y organismos empresaria­les, así como las organizaci­ones de la sociedad, las institucio­nes de educación, contribuye­ron a la deliberaci­ón democrátic­a y ejercieron su derecho a la libertad de expresión. Con la propaganda difundida durante los 90 días de campañas, podría decirse que se ha hecho lo posible para que la sociedad esté informada.

Por ello, a tres días antes de la jornada electoral y en cumplimien­to de lo establecid­o en nuestra legislació­n, es tiempo de que los contendien­tes guarden silencio; que los medios se abstengan de difundir encuestas de opinión y que los gobiernos eviten promover los actos de sus gobiernos. Es tiempo de respetar la reflexión de los ciudadanos y dejar que ellos, en la intimidad de sus casas, decidan a quiénes confiarán el ejercicio del poder político para los próximos años. El tiempo de la propaganda concluyó. Es tiempo de reflexión y de prepararse para ejercer el voto libre.

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