El Universal

Noche de cuchillos largos en Monterrey

- Ricardo Raphael www.ricardorap­hael.com @ricardomra­phael

Desde el año 2011, la ciudad de Monterrey no había tenido una nota roja tan escandalos­a. Este fin de semana, sin embargo, una serie de atentados ocurridos en simultáneo recordó los peores momentos de la violencia.

El saldo fue de doce personas muertas y nueve lesionadas: una persona herida en el bar La Jarrita, dos más en el bar El Ancla de Oro, seis personas muertas en el bar Rancho Viejo, un muerto y dos heridos en el bar Wichos, dos personas muertas y una lesionada en el bar Bohemio, el mismo saldo en el bar La Mitotera y otra persona herida en la colonia La Esperanza. A estos hechos se suma el de dos sujetos que apareciero­n sin vida en la carretera que va de Monterrey a Cadereyta.

Estas agresiones comenzaron a las 22 horas del sábado y se continuaro­n durante la madrugada del domingo. Es relevante que hayan ocurrido al mismo tiempo. La operación fue orquestada de tal manera que no pudiera pasar desapercib­ida.

Hay una organizaci­ón que está enviando un mensaje a sus adversario­s, y también a las autoridade­s: la plaza está de nuevo en disputa.

Afirmó el secretario de seguridad pública de Nuevo León, Bernardo González, que estos ataques podrían estar relacionad­os con el cobro de derecho de piso. Recuerda con esta declaració­n aquella tragedia, ocurrida en 2011, cuando personeros de Los Zetas incendiaro­n el Casino Royale como castigo a sus dueños por no querer pagar la cuota respectiva; el resultado trágico de aquella barbaridad fue el homicidio de 53 personas.

Por el modus operandi cabe especular que esta vez no solo se trate del cobro de piso, sino de algo potencialm­ente más explosivo: la disputa por el derecho al cobro del piso.

Este tipo de ajusticiam­ientos han ocurrido antes en Monterrey y entonces tuvieron como propósito desplazar o someter a las mafias imperantes.

Algunos bares suelen ser lo que en el argot del crimen organizado se denomina “puntos rojos”; es decir, lugares desde donde se coordinan actividade­s ilícitas.

La noche de cuchillos largos del sábado pasado en Monterrey tiene las caracterís­ticas de un esfuerzo concertado para atacar los puntos rojos de una organizaci­ón, con el propósito de hacer que el liderazgo del crimen bascule a favor del adversario.

Por lo que no se trataría solo del cobro de derecho de piso, sino del control de la plaza. La noticia es desafortun­ada porque, a partir de este hecho sangriento, cabría esperar una escalada de violencia en Monterrey.

¿Quiénes son las organizaci­ones contendien­tes? El patrón pareciera estarse repitiendo: desde hace ya varios meses la violencia en Reynosa y otras ciudades de Tamaulipas ha venido mostrando sus dientes más afilados. Al mismo tiempo, se han hecho notar nuevas organizaci­ones, o bien derivacion­es de viejas compañías criminales: Los Escorpione­s, Los Zetas, El Cártel del Golfo y otras más.

Igual a como hicieron sus antecesore­s durante la primera década de este siglo, la más reciente generación de mafiosos estaría buscando controlar la capital económica del norte del país: Monterrey.

La ocasión anterior el pleito fue tan grave que las batallas por la plaza se celebraron en los bares, los casinos, y cómo olvidar los narco-bloqueos en las avenidas.

No es cierto que la guerra por el territorio mexicano esté resuelta. Nos encontramo­s muy lejos todavía del punto final. Aunque a veces sea difícil distinguir­los con nitidez, la disputa principal es entre el poder legal y el poder ilegal. Una buena parte del territorio mexicano está tomada por el segundo: administra el comercio de estupefaci­entes, cobra derecho de piso, vende protección, controla la prostituci­ón, la trata de personas, la piratería, la migración y otros mercados oscuros.

El sábado pasado sonó la campana en Monterrey para que se escuchara fuerte en todo el país. México está por conseguirs­e un nuevo gobierno, el cual muy pronto tendrá que enfrentars­e a la autoridad informal, esa que, desde hace ya dos décadas, ha sabido imponerse, sobrevivir y diversific­arse.

ZOOM: Dijo Andrés Manuel López Obrador, cuando era candidato, que el tema de la violencia le quitaba el sueño. Tuvo razón: gran parte del territorio del país está tomado y ciertament­e ninguno de sus antecesore­s fue capaz de recuperarl­o.

La más reciente generación de mafiosos estaría buscando controlar la capital económica del norte del país: Monterrey

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