Guillermo Fadanelli
Desconfianza crítica
1.— Primera parte (pueden obviarla y pasar a la segunda parte).
..... Cuando me pregunto, a solas y a mí mismo, “¿podría haber sido de otra manera?, ¿los hechos que forman mi pasado o mi historia pudieron haber sido distintos?, ¿tuve en algún momento la posibilidad de elegir?” A tales preguntas me respondo, fastidiado y escéptico, “No, no podría haber sido de otra forma. Soy lo que soy y no existe ninguna prueba lógica o sensata que me indique que las cosas podrían haberse dado de otra manera. El podría haber sido otro es una hipótesis imposible de comprobar, pues para hacerlo tendría que volver al pasado y ensayar otros caminos o tomar decisiones distintas (y al hacerlo el mundo entero cambiaría conmigo). Nadie es capaz de afirmar o probar que su vida e historia tuvo la posibilidad de ser distinta a lo que ya es. ¿Quién es tan bruto o dichoso como para alardear a este grado?”. No los molestaré mucho más con estas preguntas personales y que sólo a mí me importan, pues no sé hasta qué punto los demás comprenden —al grado de sentirla— tal perturbación o zozobra. Sé que comprenden lo que significa el destino, el determinismo o la tragedia, sí, pero el individuo se encuentra solitario y abandonado ante tales preguntas: no posee nada más que el lenguaje y el miedo; el mito de un origen, de una maternidad, de un vientre o esfera seminal, y una fe salvaje que lo mantiene con vida o entusiasmo. Los científicos, por ejemplo, poseen esa clase de fe enérgica y estimulante al mismo tiempo. Sin embargo, llegar a esta conclusión (yo no podría haber sido distinto) no me proporciona tranquilidad ni descanso: el agobio persiste, la conciencia se ríe de ella misma, y yo continúo tomando decisiones como si en verdad algo tuviera la oportunidad de cambiar dentro de lo que llamo mi propia historia. Sólo el arte posee la estructura necesaria para cobijar a quien no puede imaginarse un pasado o un futuro distinto; sólo la creación o experiencia artística y en apariencia inútil, pero abierta a la locura y a la introspección, a la expresión trágica y a la auscultación de lo que uno es, resulta capaz de llegar al fondo del asunto: y el fondo del asunto es nada menos que la superficie, el vulgar espejo, la monótona balada del devenir cotidiano.
2.— Segunda parte (pueden obviarla y pasar a la primera parte).
Debido a que me resulta imposible saber qué pasa en la mente de otras personas distintas a mí, entonces me inclino por realizar un acuerdo con ellas, un acuerdo que nos ofrezca una oportunidad para sobrevivir de la mejor forma posible mientras andemos por allí con vida. Tal declaración hace explícito que considero la colectividad como algo distinto a la especulación íntima del uno mismo o del individuo en soledad. A mí me puede llevar la chingada, pero no al país. Eso que acabo de llamar “la mejor forma posible de sobrevivir” está siempre por verse y medirse. Hay quien cree que robar y humillar es una buena forma de habitar el mundo, mientras que otros creen justo lo contrario. Ahora hay en México un nuevo presidente electo, López Obrador (debió ocupar ese puesto hace 12 años), y a su cercano alrededor se revela una verdadera pizza hawaiana política en la que encontramos condimentos de toda clase: desde hombres y mujeres expertos y capaces en los campos de algún conocimiento, fervorosos seguidores románticos, militantes de cepa, políticos honrados unos y villanos otros, economistas brillantes unos y pálidos otros, empresarios hábiles en mantener las estructuras de monopolios antediluvianos, hasta hombres de negocios, oportunistas e incluso dudosos líderes sindicales y futbolistas famosos. ¿Y a mí qué me importa? De todas formas yo siempre he bregado a la contra y no se me olvida que lo primero que se tiene que hacer es restaurar la democracia, la seguridad pública y la credibilidad de las instituciones que proporcionan bienestar y regulan el poder de los abusivos. Ahora es cuando comienza la política real y la elección de un gabinete, grupo o sistema de hombres y mujeres afines a una intención ética que esté a la altura de una sociedad en crisis y a un acuerdo global que beneficie a las mayorías, que aquilate el servicio de algunas minorías, y que alivie la evidente inequidad social. 2017 fue el año en el que sucedieron más homicidios en las dos últimas décadas, y este año corre en esa misma dirección. Las muertes debidas al narcotráfico pueden solucionarse a partir de una legislación inteligente. La capacidad de fortalecer un gobierno requiere de la complicidad y acción real de una sociedad por lo regular atemorizada y desconfiada. La educación pública y el aprecio a las artes y a la cultura como formas reales de estimular la posibilidad crítica de los individuos tiene que afianzarse. Yo no simpatizo con una persona o un partido, sino con la dirección de sus acciones y la calidad de éstas para aliviar en algo la carga de quienes trabajan honradamente, no asesinan ni humillan o pisotean seres humanos, y además creen que habitan un país de verdad. Una democracia restaurada y sólida es la primera obligación para quienes toman puestos de gobierno en esta época funesta.
3.- Tercera parte (esta sí que no pueden obviarla).
Cultivar la desconfianza crítica; y exigir acciones eficaces e inmediatas para sobrevivir y aminorar el sufrimiento.