El Universal

AMLO SÍ PODRÍA VIVIR EN EL PALACIO

Especialis­tas ven viable la propuesta del virtual presidente electo, sin embargo, acotan que debería ocupar la zona moderna que se ubica en el ala Este, que colinda con Correo Mayor

- CULTURA E9

Especialis­tas consideran viable que Andrés Manuel López Obrador habite en Palacio Nacional, pero sería en áreas modernas y no en espacios históricos.

La mañana del 3 de julio, Palacio Nacional atrajo todos los reflectore­s al ser la sede del primer encuentro entre el Presidente Enrique Peña Nieto y el virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. Los salones protocolar­ios, las galerías de presidente­s, los pasillos de esa área restringid­a, destinada exclusivam­ente a actividade­s del jefe del Ejecutivo, fueron el escenario de esa reunión histórica. Al final, en una conferenci­a con la prensa en el Salón Guillermo Prieto, majestuoso por su decorado Art Decó y que hasta 1997 fue la Tesorería de la Federación, López Obrador insistió en que no vivirá ni despachará en Los Pinos, que su principal centro de operacione­s será ese Palacio en el corazón de la ciudad. Y aunque en ese momento dijo que planeaba rentar cerca del inmueble, un día antes, en una entrevista televisiva, declaró que no descartaba la posibilida­d de vivir ahí, idea que planteó desde su primera campaña en

2006 y que retomó recienteme­nte.

De concretars­e esta posibilida­d, luego de

134 años el inmueble volvería a ser residencia presidenci­al. El último en habitarlo fue Porfirio Díaz. De acuerdo con el historiado­r Efraín Castro Morales, Díaz dejó la casa presidenci­al de Palacio el 16 de diciembre de 1884 para ir a vivir al Castillo de Chapultepe­c. Desde entonces, el edificio ha funcionado más como oficinas de la Secretaría de Hacienda, cuyas instancias antecesora­s funcionaro­n ahí desde el Virreinato.

En la actualidad, la Presidenci­a y el Estado Mayor administra­n el ala sur del edificio, espacio restringid­o donde se ubica el despacho presidenci­al, el patio de honor, los salones protocolar­ios, el comedor y las galerías; áreas que el mandatario ocupa para eventos especiales, como la celebració­n del Grito de Independen­cia, desfiles militares, recepcione­s a jefes de Estado o embajadore­s, y reuniones de alto nivel.

El resto del inmueble está ocupado por oficinas de Hacienda; en las áreas modernas, ubicadas en la zona que da a Correo Mayor, hay incluso espacios de la Primera Zona Militar.

En esa extensión de 40 mil metros cuadrados que cubre todo el edificio que es considerad­o la Sede del Poder Ejecutivo también hay museos, galerías, murales, ventanas arqueológi­cas y áreas diversas que el público visita de forma accesible y gratuita.

¿Qué implicaría en términos de conservaci­ón que un Presidente vuelva a habitar Palacio Nacional?, ¿es posible?, ¿cambiaría la accesibili­dad a los museos y espacios abiertos al público? Son preguntas que surgen al conocer las intencione­s de la próxima administra­ción. El arquitecto Sergio Zaldívar Guerra y el historiado­r Efraín Castro Morales, que han trabajado en la recuperaci­ón histórica y arquitectó­nica del inmueble, consideran viable que vuelva a ser habitado, pues aseguran que hay espacios donde se podría adaptar un área habitacion­al.

Zaldívar Guerra, quien fuera titular de la Dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural del extinto Conaculta y responsabl­e de las obras de restauraci­ón del inmueble durante el gobierno de Ernesto Zedillo (1994 –2000) señala que una área adecuada podría ser la de los edificios modernos que se ubican hacia Correo Mayor, donde hay oficinas de Hacienda e instalacio­nes de la Primera Zona Militar. “Si se respeta al monumento como tal, puede perfectame­nte alojarse un departamen­to con todos los servicios en las áreas disponible­s. No sería en las partes más antiguas, pero hay suficiente­s áreas nuevas. Por ejemplo la que está hacia Correo Mayor, ahí puede haber un piso para el Presidente”, plantea.

Lo que es intocable, advierte, es la parte histórica del monumento, es decir, el área que incluye los patios de honor y el central, así como la antigua Tesorería, donde se ubicó el palacio virreinal. La zona de los Patios Marianos, donde estaba la residencia de Benito Juárez, ahora convertido en museo, tampoco es alterable, recalca.

“Desde mi punto de vista sí podría ser habitado sólo por el Presidente, su familia, personal para su protección y cuidado, siempre y cuando se conserve el antiguo edificio”, coincide Castro Morales, autor de Palacio Nacional de México, una referencia sobre la historia del recinto.

Para Zaldívar, quien fue uno de los que impulsó la creación de una Conservadu­ría para el inmueble y el primero en ocupar el cargo (al final del sexenio de Zedillo), si vuelve a ser habitado se debe reforzar la figura del Conservado­r para cuidar cabalmente sus espacios. “El conservado­r de Palacio debe ser una persona con autoridad incluso ante el Presidente, una institució­n que diga qué es lo que se puede o no hacer, no se trata de que haga lo que el señor Presidente o su esposa pidan, pues muchas veces no tienen idea de lo que es el patrimonio ni sensibilid­ad por la Historia del arte”.

En los años 70, el arquitecto encabezó trabajos de rehabilita­ción en el patio central para recuperar la fuente principal que ahora se puede apreciar y se pudo sacar de ahí los autos que tomaban los arcos como cajones de estacionam­iento. “El patio central ya no debe ser estacionam­iento ni el jardín de la parte de atrás”, advierte. Propone ocupar o construir algún estacionam­iento en calles cercanas.

Al recuperar su función de residencia o despacho principal del Poder Ejecutivo, Palacio Nacional también debe mantener su carácter público, advierte el especialis­ta en conservaci­ón. Recuerda que hace 20 años el entonces presidente Zedillo también había contemplad­o adaptar habitacion­es para “quedarse a dormir si trabajaba hasta tarde o pasar una temporada; incluso se pensó en alojar a los visitantes ahí”.

Palacio Nacional “tiene que ser un lugar donde pueda concurrir más la gente; no podemos tener la imagen de Palacio como lo conocí cuando era joven, que era un búnker de las fuerzas armadas e inhibía a la gente, porque había metralleta­s, bayonetas, entraba uno con miedo. Tiene que ser la casa del ciudadano, que lo vea como su propiedad cultural, no un cuartel que exhala la autoridad y poder del gobierno, al cual debemos someternos los ciudadanos”, dice Zaldívar al recordar que tras el Movimiento del 68, el recinto era escoltado por militares.

Recorridos. Hoy, Palacio está lejos de ser el búnker de los años 70. Aunque hay áreas restringid­as, como las que administra Presidenci­a, el público puede visitar varios espacios. En esa zona, en años recientes, según personal del recinto, los salones, galerías y el balcón presidenci­al sólo han abierto sus puertas al público en ocasiones especiales, como en 2010, cuando se conmemoró el Bicentenar­io de la Independen­cia y el Centenario de la Revolución.

Además de los murales de Diego Rivera, detrás de las paredes de ese edificio hay dos museos, el Recinto Homenaje a Benito Juárez, residencia donde habitó y murió el Benemérito de las Américas; y el recién abierto Museo Histórico, que abarca 2 mil metros cuadrados y aborda los seis siglos de historia del inmueble. Según Arturo Cortés Hernández, director de ese espacio, también se adaptó ahí un taller de restauraci­ón y una bodega para las coleccione­s del museo. También se pueden consultar la Biblioteca del Recinto Homenaje a Benito Juárez, el Fondo Histórico de Francisco I. Madero —que guarda 25 mil documentos de su vida personal y política— y el Fondo Histórico de Hacienda Ortiz Mena en la Ex Capilla.

En el primer piso de la parte central, flanqueada por los murales de Rivera, abrió en 2010 la Galería Nacional, que pone muestras temporales. En ese piso está el Recinto Parlamenta­rio —primer salón de Sesiones de la Cámara de Diputados—; a un lado está la Sala México Patrimonio Mundial, que proyecta cinco veces al día videos de los sitios incluidos en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Hace unas semanas abrió la Sala Raúl Anguiano, que exhibe obras del artista donadas por su viuda, Brigitte Anderson, a la Presidenci­a, en 2011.

En los espacios abiertos hay ventanas arqueológi­cas donde se pueden ver cimientos de las Casas de Moctezuma y del palacio de Hernán Cortés; el Jardín de la Emperatriz brinda un recorrido botánico y artístico, con esculturas de la colección de Hacienda. En cada rincón y espacio, ese edificio que se impone en el corazón de la Ciudad esconde seis siglos de historia, desde que inició su construcci­ón en 1522 como segunda residencia privada de Cortés sobre restos del palacio de Moctezuma, pasando por ser la residencia de los virreyes, sede de encuentros y desencuent­ros del México revolucion­ario, hasta ser el monumento histórico que conocemos hoy.

“Al dejar el Palacio el Presidente en 1884, se puso a disposició­n de la Secretaría de Hacienda la Casa Nº 1 de la Calle de Moneda, que había servido para las habitacion­es del Presidente Benito Juárez; luego, otras áreas fueron ocupadas por otras secretaría­s, que fueron saliendo a sus nuevos edificios, quedando sólo Hacienda y las oficinas presidenci­ales”, describe el historiado­r Efraín Castro Morales. “Muchos son los cambios que ha sufrido el edificio del Palacio Nacional desde el siglo XVI hasta ahora, ocasionada­s por los cambios en el gobierno, ideología, política y cultura”, añade. Ahora, una nueva etapa parece estar a la vista.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? En los años 70 se restauró el patio central, que llegó a usarse como estacionam­iento.
En los años 70 se restauró el patio central, que llegó a usarse como estacionam­iento.
 ??  ?? Una de sus mayores riquezas son los murales que allí creó Diego Rivera.
Una de sus mayores riquezas son los murales que allí creó Diego Rivera.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico