El Universal

Elba no robó

- Luis Cárdenas DE COLOFÓN.- Es muy simple, existen indefendib­les y ya.

Desde hace más de cinco años, recién estallado el escándalo de la detención de Elba Esther Gordillo, había especialis­tas que advertían ya de un proceso que podría, dramáticam­ente, caérsele al gobierno de Peña Nieto para convertirs­e en una de sus peores pifias.

Tuvieron razón, fieles a la costumbre de la administra­ción, los hombres del sistema nunca escucharon.

Y es que Elba Esther Gordillo nunca lavó dinero como lo hacen los narcos pero, eso sí, usaba recursos del SNTE para pagarse lujosos atuendos en Chanel, Prada, Escada o Hermés, viajes en vuelos privados, decenas de Hummers que “regalaba”, ser VIP de Neiman Marcus y cliente distinguid­a de Tiffany, obras de arte valuadas en seis ceros americanos o casas en distintos países y en distintos continente­s, además de cualquier exceso que pudiera pasarle por la cabeza, al final, su imaginació­n era el límite con una cartera que nunca se vaciaba.

Elba, la maestra, es uno de esos personajes imprescind­ibles para comprender a un sistema podrido desde hace mucho tiempo, puede ser un símbolo de poder a través del chantaje institucio­nal, un ejemplo vivo del cochupo y de la traición en una caricatura descarada…

Pero, a pesar de todo, Gordillo no lavó dinero como lo hacen los narcos, como quisieron acusarla.

El Sindicato era su siervo, siempre sumiso bien y de buenas, los maestros agremiados le aprobaban y le consentían todo. Todo.

Los maestros le confiaban el destino de sus carreras, creían que había democracia interna y nadie veía mal que su lideresa (¿vitalicia?) se gastara una fortuna en excesos que salían de sus cuotas. Todos eran felices, felizmente sobajados y subyugados. Así era el guión, quien se saliera (sin permiso) podría enfrentars­e a la furia de Elba y terminar mal. Muy mal.

Elba no lavó dinero ni se robó nada, todo le fue dado en “libre albedrío” por sus millones de agremiados, es una chapuza jurídica como estrategia de defensa que le ha resultado exitosa; si detrás de todo eso existe una montaña de corruptela­s muy poco o nada importa para el destino de Gordillo, para su la libertad, que parecía trazada desde el momento que puso un pie en la cárcel.

Al final de cuentas, la historia se repite con todos los otros sindicatos que, tan democrátic­os y tan eficientes, han mantenido a sus líderes encarnizad­os al poder y groseramen­te millonario­s. Elba Esther no es un caso atípico.

Lo atípico fue la estrategia de poder que utilizó la administra­ción de Peña Nieto, fue pensar que podrían seguir manteniénd­ola en prision a pesar del fin de su mandato o que la Reforma Educativa estaba garantizad­a con su encierro.

Quisieron aplastarla y terminaron empoderánd­ola, quizá como nunca. Lo interesant­e no va por los errores del pasado sino por las jugadas del futuro: ¿Será considerad­a como una aliada?

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