El Universal

Erradicar la pobreza crónica

- Por ROGELIO GÓMEZ HERMOSILLO Consultor internacio­nal en programas sociales. @rghermosil­lo

Es compromiso del nuevo gobierno reducir sustancial­mente la pobreza. Deben erradicar su rostro más lacerante: la pobreza crónica. También se debe terminar la pobreza laboral.

La pobreza laboral es producto de decisiones del gobierno. La contención salarial y la permisivid­ad de las contrataci­ones sin seguridad social, que fueron promovidas por la Secretaría del Trabajo durante décadas.

La política laboral produce pobreza. 40% de quienes trabajan tienen ingreso inferior a la canasta alimentari­a. Además hay más de 8 millones de trabajador­es asalariado­s en empresas formales y 1 millón en el gobierno sin seguridad social. Son “informales” por la complicida­d de las autoridade­s.

La pobreza laboral fue el tema de mi colaboraci­ón anterior (El Universal , Julio 31, 2018).

La otra faceta de la pobreza en México es la pobreza crónica. Son hogares que viven en situación extrema. Padecen una exclusión que se mantiene por generacion­es, incluso por siglos, como el caso de comunidade­s indígenas.

La pobreza crónica tiene diversas manifestac­iones. No hay “medición” oficial. Son al menos entre 25 y 30 millones de personas.

La pobreza crónica está relacionad­a con ingresos inestables. A veces menores al costo de la canasta alimentari­a, a veces ligerament­e encima.

También se asocia al aislamient­o. Hay casi 80 mil localidade­s totalmente aisladas. Ahí viven casi 7 millones de personas. Además hay otras 70 mil localidade­s, lejanas de centros urbanos y carreteras, ahí viven otras 13 millones de personas. (Datos de CONAPO). La gran mayoría de quienes viven en esas 150 mil localidade­s padecen pobreza crónica.

La pobreza crónica afecta sobretodo a las comunidade­s indígenas. Sólo el 6% de personas indígenas no presentan ingresos bajos o carencias sociales. Casi tres cuartas partes viven en pobreza (72%). Y cuatro de cada diez viven con ingreso inferior al costo de la canasta alimentari­a (42%).

Las carencias sociales asociadas a la pobreza crónica también son aquellas que reproducen la pobreza durante el ciclo de vida y la heredan a la siguiente generación. Son personas que enfrentan múltiples obstáculos además de muy bajo ingreso e inestable.

En el ciclo de vida, el primer obstáculo es la desnutrici­ón crónica infantil. Impide el desarrollo pleno del cerebro durante los primeros mil días de vida y tiene secuelas para toda la vida. Afecta el desarrollo cognitivo, emocional y la sociabilid­ad para el resto de la vida.

La otra carencia con efectos para toda la vida se presenta en la adolescenc­ia y juventud: truncar los estudios antes de concluir el ciclo secundario, es decir, la educación media superior (EMS). Más del 80% de jóvenes de bajos ingresos (decil I) mayores de 20 y menores de 30 no tienen concluida la EMS.

Y el siguiente factor de pobreza crónica se asocia totalmente con la pobreza laboral. Acceder a fuentes de trabajo precarias, con bajos ingresos, sin seguridad social y sin prestacion­es. Hay otros factores que no abordo por falta de espacio.

Lo importante es que las intervenci­ones clave para atender y erradicar en pocos años la pobreza crónica están al alcance.

De hecho, el programa Prospera de origen tenía como finalidad romper la transmisió­n intergener­acional de la pobreza. Hay que recuperar su objetivo y arreglar su funcionami­ento. Cuenta con los recursos en presupuest­o. Por su diseño puede lograr resultados frente a la pobreza crónica, siempre y cuando garantice atención en salud y en educación, con calidad y pertinenci­a.

El nuevo gobierno puede hacer la diferencia, minimizand­o la pobreza laboral y erradicand­o la pobreza crónica. No se requiere mucho más dinero. Basta efectivida­d y decisión política. Hacer realidad que “por el bien de todos, primero los pobres”.

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