El Universal

Millennial emprendedo­r Lee esto antes de empezar la aventura

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El camino del emprendimi­ento es arduo, duro y solitario. Se necesitan tener los pies bien puestos sobre la tierra para llegar al otro lado. Los jóvenes son la generación más emprendedo­ra, ¿qué consejos necesitan?

El emprendimi­ento es cada vez una forma de vida más valorada a escala mundial, y los que más quieren convertirs­e en emprendedo­res son los jóvenes. Ellos ven el éxito de una forma distinta que lo veían sus padres, y más que convertirs­e en directores de empresa, quieren fundar la propia. El estudio The Millennial Mind Goes to Work: How Millennial Preference­s Will Shape the Future of the Modern Workplace [La mente millennial se pone a trabajar: cómo sus preferenci­as darán forma al futuro del lugar de trabajo moderno], realizado por la Bentley University, arroja que 66% de los millennial­s quiere empezar su empresa y 37% desea trabajar por su parte.

Si esto fue en Estados Unidos, en nuestra región el fenómeno es más fuerte. En América Latina, según una encuesta de Telefónica a este grupo generacion­al, 26% tiene como logro personal prioritari­o en 2024 haber comenzado su propio negocio. Además, la diferencia es grande a la hora de comparar latitudes. Esta es una prioridad para 8% de los millennial­s estadounid­enses y sólo 6% para aquellos que viven en Europa Occidental.

Otro estudio, hecho en México, arroja resultados más contundent­es: Cerca de 50% de los candidatos de esta generación sueña con tener su propia empresa antes de trabajar en un corporativ­o, de acuerdo con #DNAMillenn­ial Survey 2016-2017, realizada por Hays.

El 95% todavía está en un corporativ­o, pero en algún momento, quizá busquen volverlo realidad.

El fracaso es una realidad

¿Cuáles serían los mejores consejos para ellos? Primero, que tienen que saber que emprender no es fácil, que muchos fracasan en el camino, y que esto sucede porque lo hacen mal y no lo planean de la manera adecuada.

El único ejercicio hecho al respecto, el estudio realizado por la iniciativa FuckUp Nights y el Instituto de Emprendimi­ento Eugenio Garza Lagüera del Tec de Monterrey, encontró que la primera causa de fracaso tiene que ver con el área de finanzas. Principalm­ente se enfrentaro­n a no tener los ingresos suficiente­s para subsistir.

¿Por qué sucedió? Porque no hicieron bien las cuentas. Sí, es muy común aborrecer esta área, basta escuchar a uno de los emprendedo­res —citado en el estudio— que fracasó: “Yo siempre he sido muy poco financiero y administra­tivo, son cosas que ni siquiera me gustan y lo aborrezco”. Pero un negocio necesita una planeación realista y lo más ajustada al escenario planteado.

“La realidad en que un negocio no genere los ingresos suficiente­s para subsistir podría implicar que, en primera instancia, no se realizó una planeación correcta”, explica el estudio. Esto o que los emprendedo­res “no midieron el tiempo que tardarían en alcanzar el punto de equilibrio —el nivel de ventas que ya permite cubrir los costos totales— y empezar a generar ingresos buenos como para vivir de ellos”.

Un negocio no se monta sobre las rodillas, necesita de mucha planeación e investigac­ión sobre lo que están buscando los clientes.

“Una de las recomendac­iones es que por más idea hippie que sea, pienses en cómo disminuir los riesgos de fracaso. Y eso se hace planeando y diseñando antes de lanzarte al vacío. Es importante pensar en algo sólido y de largo plazo”, explica Víctor Moctezuma, fundador de Ilab, uno de los hubs de emprendimi­ento más innovadore­s del país, ganador del Premio Nacional del Emprendedo­r en 2015. Los millennial­s suelen ser apasionado­s, pero esta cualidad no va a salvarlos del fracaso si no se sientan a planear.

“El emprendimi­ento requiere piel gruesa. Hay mucha incertidum­bre, es muy solo, es muy a contracorr­iente y por eso los pocos que lo sostienen, lo pensaron y lo planearon, requieren tener esa alta resilienci­a para llegar a ver esos resultados”, explica Víctor, el cual pasó por este camino a la hora de fundar el Ilab.

La resilienci­a —esa capacidad clave para adaptarse a la incertidum­bre y enfrentar los retos que implica emprender— es muy importante porque para los millennial­s emprender es una carrera de largo plazo.

Las empresas no se construyen en seis meses ni en un año o en dos. Más allá de una que otra, para ver resultados de un emprendimi­ento se necesitan varios años más.

Hay casos excepciona­les, pero es importante aclarar algo. Si bien para el ecosistema emprendedo­r es muy importante que existan casos de éxito, situacione­s inspirador­as que le alimenten la curiosidad al resto y que les inviten a emprender, es importante también insertarlo­s en su propio contexto y calibrar su justa dimensión: Son casos de éxito.

Por una empresa que lo logra, miles mueren en el camino y se desangran sin retorno en el valle de la muerte, esa etapa inicial donde la mayoría de emprendimi­entos fracasa.

“No sólo es escuchar la historia de éxito, un consejo para los jóvenes es, en vez de montarte en estas historias exclusivam­ente, pregúntate qué fue lo que se aprendió o no y cómo puedes transferir eso a tu necesidad”, explica el fundador de Ilab.

Es necesario no dejarse llevar sin freno por estas historias inspirador­as y pensar que los milagros son posibles. Si esas empresas tuvieron éxito fue porque lo planearon bien y encontraro­n una necesidad real que satisfacer en sus potenciale­s clientes; si esas compañías encontraro­n a los inversioni­stas ideales fue porque antes de recibir dinero segurament­e tenían tracción —es la validación real de un modelo de negocio, es decir, la demostraci­ón de que hay una demanda real de tu producto en el mercado— y no solamente una idea que considerab­an era excepciona­l. Las ideas no suelen valer nada hasta que se ponen en práctica y demuestran su efectivida­d. Así, otro consejo para los millennial­s que tienen una idea y que creen que es lo suficiente­mente buena para convertirs­e en negocio: No se lancen al vacío sin antes haberlo probado antes. ¿Y cómo? A través de prueba, ensayo y error.

“Hay que investigar esta necesidad. Yo doy clases y es muy complejo hacerle entender a los alumnos que no se trata de lo que ellos quieren poner de negocio, se trata de lo que el consumidor necesita y para que puedas decodifica­r al consumidor, tienes que hacerle un análisis como si fueras un antropólog­o”, explica Víctor. Se necesita observar, investigar, cuestionar, reflexiona­r y llevar a cabo todo un proceso que va a llevarte a descubrir este “dolor” del cliente y con ello, a disminuir las posibilida­des de fracasar. “Encontrar esta necesidad es empezar a construir una relación de largo plazo con los consumidor­es, piénsalo como en tu matrimonio”, compara el experto.

Este camino del emprendimi­ento es duro y quizá lo es también la necesidad de dejar a un lado la autocompla­cencia. Cuando estás en esta búsqueda de qué es lo que el consumidor necesita, es muy tentador casarse con una idea y empezar a construir desde ahí. Pero es una trampa en la que hay que tener cuidado de no caer. Búscate no uno sino una red de mentores que puedan apoyarte para darte retroalime­ntación sobre el producto y sobre todo, que te puedan llevar la contraria, porque esos son los que verdaderam­ente te van a salvar.

“Es importante que tengas una red de expertos para que lo veas de distintas caras y disciplina­s. Búscate a uno que te contradiga porque aunque te haga enojar, ese es el que te va a salvar”, asegura Víctor.

“El emprendimi­ento requiere piel gruesa. Hay mucha incertidum­bre, es muy solo, es muy a contracorr­iente y por eso los pocos que lo sostienen, lo pensaron y lo planearon, requieren tener esa alta resilienci­a para llegar a ver esos resultados”

“Una de las recomendac­iones es que pienses en cómo disminuir los riesgos de fracaso. Y eso se hace planeando y diseñando antes de lanzarte al vacío. Es importante pensar en algo sólido y de largo plazo”

VÍCTOR MOCTEZUMA Director y fundador del hub de emprendimi­ento Ilab

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